Los asesinos de Bin Laden fueron castigados con la Ley del Talión (y II)
Caracas, Agosto. AVN (Por Hernán Mena Cifuentes) .- Los criminólogos debieron asombrarse hace pocos días, al descubrir una faceta hasta entonces ignorada del psicópata y asesino en serie. Estupefactos vieron en los principales diarios del mundo una foto en la que Obama, junto con algunos de sus colaboradores, se deleitaba viendo por televisión el espectáculo transmitido “en vivo”, digno de un circo romano, en el que, como fieras sueltas en la arena, un grupo de comandos SEALS mataban a Bin Laden.
La doble personalidad de Obama y demás autores intelectuales de ese crimen, quedó plasmada en esa foto, testimonio de su anormal comportamiento, duramente criticado por Adolfo Pérez Esquivel en una carta abierta dirigida al mandatario yanqui. El premio Nobel de la Paz 1980 condenaba en su misiva el que se le haya matado en vez de capturarlo vivo, y el hecho de que el crimen fue festejado por el pueblo de EEUU, como se si tratara de un evento deportivo.
La gráfica, divulgada por los medios, muestra a Obama, a varios de sus ministros, jefes y asesores militares, siguiendo paso a paso, en un televisor, con lujo de detalles, las imágenes transmitidas desde una minicámara colocada en el casco de un comando SEAL, el inicio y desarrollo de la incursión, hasta el momento en que, a sangría fría daban muerte a Bin Laden en su refugio de Pakistán.
Sin embargo, como prueba de la saña y el sadismo de los asesinos, puede observarse en la fotografía el rostro descompuesto de la secretaria de Estado yanqui, Hillary Clinton, llevándose una mano a la boca, visiblemente horrorizada ante lo que veían sus ojos: la muerte de un ser humano indefenso, la de uno de sus hijos y el dolor de una de sus esposas, herida cuando en vano trató de protegerlo de las balas en un gesto de amor y valentía.
Y es que el comportamiento de Obama y de los miembros de su combo de halcones encaja perfectamente en el perfil que los criminólogos han elaborado para identificar a los psicópatas y asesinos seriales, que exhiben una “nula capacidad para sentir remordimiento o tener conciencia”, y que “en un puesto de jerarquía social pueden causar estragos. Son personas crueles y ambiciosas que se burlan de las leyes y de la sociedad sin reparo alguno”, como señalan prestigiosos criminólogos.
Por ello, no debe extrañar ni sorprender a nadie que desaten guerras, asesinen, conspiren y desestabilicen gobiernos, como lo hace Obama, sin que les importe el sufrimiento de las víctimas de sus crímenes, las que se cuentan por millones en los últimos diez años.
Pero el presidente y sus colaboradores apenas si tuvieron tiempo para celebrar el asesinato de Bin Laden, ya que tres meses más tarde se cumplía la venganza prometida por el Talibán. Un helicóptero Chinook que transportaba 38 militares yanquis y afganos, 22 de ellos comandos SEALS, posiblemente miembros del mismo equipo que mató al líder del Al Qaeda, fue derribado por la granada autopropulsada lanzada por un guerrillero muyahidin.
Fue el mayor desastre sufrido en un solo día por las fuerzas ocupantes en los casi diez años que llevan sembrando destrucción y muerte en el país centroasiático en la más larga de las guerras desatadas por EEUU, y en la que han perecido más civiles que combatientes del Talibán, víctimas de las bombas y misiles arrojados por los aviones tripulados y drones asesinos del Imperio y sus aliados de la OTAN.
Además, el derribo de la aeronave fue un demoledor golpe para la imagen de “guerreros invencibles y héroes de películas de guerra que los medios asalariados le atribuyen a esos hombres que pierden su condición humana, luego de someterse a un exigente y riguroso entrenamiento al final del cual salen convertidos en máquinas diseñadas para matar a los enemigos de EEUU en cualquier parte del mundo.
Porque, no se crea que los SEALS únicamente operan en Irak y Afganistán. Se hayan diseminados como plaga letal por los cinco continentes, actuando en operaciones encubiertas o secretas ordenadas desde Washington por el propio presidente de EEUU, que culminan con la muerte de la víctima seleccionada, casi siempre un combatiente o un líder revolucionario, como es frecuente en Pakistán, Yemen o Somalia.
La recepción de los cadáveres de los SEALS muertos fue otro acto de cinismo e hipocresía protagonizado por Obama, quien aparentemente compungido acudió a la base aérea donde aterrizaron los dos aviones con los restos de los comandos. A la prensa no se le permitió cubrir la ceremonia ni tomar fotografías de los ataúdes cubiertos con la bandera de las barras y las estrellas, y sólo autoridades y familiares de las víctimas fueron invitados al luctuoso acto.
Allí fueron recibidos por Obama como héroes y mártires esos seres que los gobernantes yanquis envían a perpetrar asesinatos selectivos, y que no son culpables de sus crímenes. Son engendros creados por los autores intelectuales de esos actos criminales, quienes los entrenan y los que los envían a matar una vez que han perdido conciencia del valor y el respeto a la vida humana, que les hace asesinar de una forma tan vil y cobarde a sus víctimas.
Y para concluir con esa grotesca crónica roja que narra la historia de los veintidós SEALS, del gobernante que los mandó a asesinar y a morir en tierra ajena, y quien junto con su banda de psicópatas celebró la muerte del líder de Al Qaeda como se festeja una victoria deportiva, ayer llegó un cable de una agencia de noticias que ha transformado en verdadera pantomima esa tragedia humana.
La información recoge las declaraciones del general yanqui John Allen, comandante de las tropas de la coalición en Afganistán, quien en un esfuerzo y aire de triunfo mal disimulados, seguramente tratando de disminuir la magnitud del fracaso del desastre aéreo, de restaurar la imagen de héroes de los fallecidos y de aliviar en algo la pena de los familiares de los desaparecidos, hizo el siguiente anuncio:
“El francotirador Talibán que lanzó la granada autopropulsada que derribó al helicóptero en el que viajaban los veintidós SEALS, fue abatido por el misil lanzado desde un jet F-16 estadounidense.”
¿Será que en su ultramoderno y sofisticado arsenal tecnológico el ejército yanqui posee un aparato capaz de detectar e identificar, entre los miles de combatientes enemigos, a quien dispara y mata a cada uno de sus soldados, o el guerrillero abatido llevaba escrito en la frente un letrero que decía: “Yo derribé al Chinook yanqui?"...Todo cabe esperar de esa caterva de psicópatas liderados por Obama, pero como siempre sus mentiras salen a la luz desnudada por la verdad que al final siempre se impone.
Hace pocas horas, el vocero oficial del Talibán informó a la agencia Reuters vía teléfonica, en un lacónico pero preciso comunicado, que "el responsable del derribo del Chinook no ha sido asesinado y se encuentra en otra provincia (no identificada) operando en contra de la fuerzas extranjeras".
Viendo como se derrumba esta nueva falacia imperial, lo mejor que pueden hacer los invasores yankes y europeos es retirarse cuanto antes de ese "cementerios de imperios", donde a diario mueren sus soldados, o de lo contrario seguirán cayendo abatidos, víctimas de la venganza y furia de los combatientes muyahidines, como sucedió con los 22 comandos SEALS.
Por Hernán Mena Cifuentes
21:19 12/08/2011
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