Somos los niños de en medio de la historia. Sin propósito, ni lugar. No tenemos una Gran Guerra ni una Gran Depresión. Nuestra gran guerra es una guerra espiritual… Nuestra gran depresión es nuestra vida.
El Club de la lucha
Los efectos del crecer en el neoliberalismo
La Generación X y las generaciones siguientes son, de un modo aterrador, los conejillos de Indias de la historia neoliberal. Si los defensores del neoliberalismo tuvieran razón, estas generaciones deberían haber sido bendecidas con una felicidad y una robustez psicológica no permitida a las generaciones previas. Por otra parte, si las preocupaciones de los críticos son más acertadas, deberíamos poder ver en ese grupo tendencias sociales y psicológicas no deseables. Aquí, como Mike Males ha señalado con elocuencia, debemos cuidarnos de no usar como chivos expiatorios a las próximas generaciones (28). Pero también debemos rechazar la tentación opuesta, Male se acerca peligrosamente a escribir lo que equivale a una hagiografía (29).
En el pasado, con lo único con que podíamos contar para probar las tendencias generacionales, eran las críticas de salón de los más viejos sobre los más jóvenes. Pero, desde luego, estos no eran testimonios imparciales. Por suerte, en los últimos años, Jean Twenge y sus colegas fueron pioneros en el empleo de métodos que comparan varios períodos de tiempo para evaluar las tendencias generacionales de manera rigurosa y objetiva (30), (31). Lo esencial de este método consiste en recoger resultados sobre encuestas tan hacia atrás como los datos lo permitan. Por ejemplo, podríamos recabar información –en una escala graduada- sobre la autoestima de los estudiantes universitarios desde 1976 a la fecha. Luego podríamos tomar el promedio de estudiantes de primer año, a partir de 1976, y compararlo con los estudiantes de primer año de 1977 y así, hasta los datos más recientes. La ventaja de este método es que podemos realizar todo tipo de análisis estadísticos comparando conjuntos de estudiantes universitarios y podemos cuantificar las tendencias de dichos conjuntos. Esto puede suponer un reto un poco mayor que hablar anecdóticamente, pero tiene la inequívoca ventaja de la solidez científica.
El gráfico siguiente presenta una muestra escogida de indicadores sociales y psicológicos (p. ej., las manifestaciones empíricas de nuestro concepto general de bienestar social y psicológico) así como la tendencia general, al comparar varios años. La tabla también presenta la edad de los miembros del conjunto (por ejemplo, estudiantes universitarios), los datos recogidos así como su duración (por ejemplo 1976-1993), (32), (33), (34), (35), (36), (37), (38), (39), (40), (41), (42), (43), (44).
Hubo una disminución en el capital social desde la mitad de la década del 60 en todas las categorías de edad. Esto se manifiesta en todo, desde la decreciente asistencia de los votantes hasta las conversaciones menos frecuentes entre vecinos. Dentro de los grupos de edad de jóvenes hay una tendencia hacia el narcisismo individualista como indica el aumento, a lo largo de los años, de la autovaloración positiva, de la autoestima y de la personalidad narcisista. Es decir, la juventud de hoy tiene, en estos aspectos, puntuaciones mucho más altas que la juventud de hace 10 o 20 años. Sin embargo, aunque una autoestima alta es en general deseable, no lo es cuando ésta carece de relación con logros concretos. Cuando esto ocurre, como sucede actualmente, conduce a una ambición irracional, a la competitividad, a la defensiva, y al narcisismo. Lo mismo sucede, con mayor razón, con la autovaloración positiva. Desde luego, es deseable verse a sí mismo de manera positiva. Sin embargo, si usted cree que es la persona más inteligente, atractiva y atlética del mundo, tiene menos probabilidades de ser cooperativo y altruista.
De modo interesante, tanto el “locus externo de control” como la creencia en que el mundo es justo han aumentado desde 1970. El “locus externo de control” se refiere a la convicción de que es fundamentalmente la suerte lo que decide la propia vida. Los individuos que tienen un elevado “locus externo de control” tienden a ser cínicos ya que no creen que sus propias acciones puedan ser eficaces produciendo resultados esperados. Así, con el aumento del “locus externo de control”, lo razonable sería un descenso en el activismo continuado. La creencia en la justicia del mundo se refiere a la inclinación a creer que el mundo es esencialmente justo y que la gente obtiene lo que se merece. Los individuos con esta comprensión del mundo tienden a justificar el statu quo y culpan a los demás de sus fracasos, incluso si éstos son efectos de causas externas (por ejemplo cambios estructurales de la economía o enfermedades graves) Por lo tanto, es más probable que la juventud de hoy justifique más el statu quo y culpe más a las víctimas que la juventud de los años 70.
Tomada en conjunto, la investigación resumida en el gráfico de más arriba es condenatoria para los defensores de neoliberalismo. Hoy, la juventud sufre una ansiedad incrementada, depresión y enfermedades mentales; exhibe autovaloraciones exageradas y ha disminuido su empatía; cree que el dinero es más importante que lo que pensaban las generaciones anteriores; y con mayor probabilidad acepta el statu quo con un consentimiento cínico. Estas tendencias psicológicas se ven reflejadas en una disminución constante del capital social y en un aumento de un grosero materialismo (45).
Debemos procurar no culpar a la juventud por estas tendencias que tienen su causa en los cambios materiales y culturales y no en cambios de su propia psicología. Estas tendencias son el resultado de una cultura basada en valores materialistas y en el individualismo. En suma, son el resultado predecible de las políticas neoliberales.
Conclusión: el Neoliberalismo es un riesgo para la salud pública
Ellos crearon la desolación y la llaman paz
Tácito
La evidencia presentada más arriba, tomada en conjunto, es aplastante y lleva a una sola conclusión. Las políticas neoliberales son un riesgo para la salud pública. De manera parecida a los cigarrillos, la propaganda neoliberal debería venir con una advertencia de las autoridades sanitarias: “El neoliberalismo puede causar depresión, ansiedad, cinismo, y ha sido vinculado a la disminución del capital social”. Los críticos progresistas del neoliberalismo deberían usar estas conclusiones en blogs, artículos y conversaciones. Es difícil creer que la mayoría de los estadounidenses toleraría las políticas neoliberales si fuera consciente de las consecuencias.
Es de esperar que estas pruebas llenen las lagunas planteadas al comienzo. No hay ninguna razón para que ignoremos la psicología cuando debatimos sobre políticas sociales. De hecho, es a través de los efectos de estas políticas sobre la gente de carne y hueso que las criticamos. Los progresistas, por épocas, han desconfiado de la psicología. Lamentablemente, los defensores del neoliberalismo la han usado en su provecho. Y mientras ellos hablaban pomposamente acerca de las supuestas virtudes del libre mercado y de la posibilidad de elección de los consumidores, los progresistas, en su mayoría, replicaban con frías estadísticas acerca de la desigualdad y el desempleo. No es difícil comprender qué argumentos impactaban más en el ciudadano promedio. En cambio, provistos con datos de la psicología, los progresistas pueden argumentar con conmovedoras descripciones del creciente malestar psicológico.
Mientras no tengamos ninguna sabiduría especial para aconsejar a los activistas, es importante tener presente que el neoliberalismo no está escrito en los astros: Hay alternativas.
Notas
(1) Saez, E., & Picketty, T. (1998). Income inequality in the United States, 1913-1998. Quarterly Journal of Economics , 118, 1-39.
(2) Saez, E. (July 17, 2010). Striking it richer: The evolution of top incomes in the United States (updated with 2008 estimates).
(3) Bo Winegard (March 31, 2011). Synecdoche Wisconsin: Neoliberalism and Economic Inequities in America. Dissident Voice .
(4) Baker, D. (2006). The conservative nanny state: How the wealthy use the government to stay rich and get richer.
(5) Harvey, D. (2005). A brief history of neoliberalism . New York: Oxford.
(6) Chomsky, N. (1999). Profit over people: Neoliberalism and global order . New York: Seven Stories Press.
(7) Dumenil, G., & Levy, D. (2011). The crisis of neoliberalism . Cambridge, MA: Harvard University Press.
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(14) Myers, D.G., & Diener, E. (1995). Who is happy? Psychological Science , 6, 10-19.
(15) Inglehart, R., Foa, R., Peterson, C., & Welzel, C. (2008). Development, freedom, and rising happiness: A global perspective (1981-2007). Perspectives on Psychological Science , 3, 264-285.
(16) Diener, E., & Biswas-Diener, R. (2008). Happiness: Unlocking the mysteries of psychological wealth . Malden, MA: Blackwell.
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(18) Kahneman, D., Krueger, A.B., Schkade, D., Schwartz, N., & Stone, A.A. (2006). Would you be happier if you were richer? A focusing illusion. Science , 312, 1908-1910.
(19) Schwartz, B. (2003). The paradox of choice: Why more is less. New York: Ecco.
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(21) Wilkinson, R.G., & Picket, K.E. (2006). Income inequality and population health: A review and explanation of the evidence. Social Science & Medicine , 62, 1768-1784.
(22) There is a wealth of information and documentation supporting specific claims about the effects of inequality at The Equality Trust , a nonprofit group.
(23) Kondo, N., Sembajwe, G., Kawachi, I., van Dam, R.M, Subramanian, S.V., & Yamagata, Z. (2009). Income inequality, mortality, and self rated health: Meta-analysis of multilevel studies. British Medical Journal , 339, b4471.
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(29) Mike Males (April 26, 2001). The True “Greatest Generation” of Our Time: X. Los Angeles Times .
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(31) Twenge, J.M., & Campbell, W.K. (2009). The narcissism epidemic: Living in the age of entitlement . New York: Free Press.
(32) Putnam, R. D. (2000). Bowling alone: The collapse and revival of American community. New York: Simon & Schuster.
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(41) Twenge, J.M., Gentile, B., DeWall, C.N., Ma, D., Lacefield, K., Schurtz, D.R. (2010). Birth cohort increases in psychopathology among young Americans, 1938-2007: A cross-temporal meta-analysis of the MMPI. Clinical Psychology Review, 30, 145-154.
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