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viernes, octubre 21, 2011

Crimen de lesa humanidad en Libia: Ejecutaron a Muamar el Gadafi

20 OCTUBRE 2011 tomado de cuba debate
libia-gadafi1
Especial para Cubadebate
¿Se puede llamar triunfo de la democracia, la libertad, la razón, a la ejecución brutal del líder de un país, capturado herido, en un territorio arrasado por una invasión colonial, bombardeado día por día desde el 19 de marzo pasado por la Organización del Atlántico Norte (OTAN) y por los mercenarios y tropas especiales extranjeras llevados por esta coalición de la muerte?
¿A esto y al asesinato de más de 70 mil personas, al asedio y bombardeo durante más de un mes sobre una ciudad pequeña como Sirte le llaman democracia, libertad y razón, el presidente de Estados Unidos Barack Obama y otros europeos, entre ellos el “socialista” José Luis Rodríguez Zapatero de España, sin ningún pudor? Sin olvidar las sonrisas de Nicolás Sarkozy o de Silvio Berlusconi, que hoy festejan en una Europa incendiada por la protesta cuyo futuro es oscuro y trágico, como toda vuelta atrás en la historia
Obama dijo también que espera “la conformación de un gobierno interino”. Entonces ¿qué gobierno es el que reconoció junto a sus socios en la aventura colonial en agosto psado y el que instó a reconocer en la última Asamblea de la ONU?
¿El mismo que estaba conformado por escasos hombres libios, como mascarón de proa, mientras que la mayoría eran mercenarios de Al Qaeda y cuya bandera monárquica quedó flameando en ese recinto, para deshonra del mundo?.
Todo esto actuado bajo un falso “humanitarismo” para “proteger” los derechos humanos del pueblo libio, al cual los invasores masacraron sin piedad alguna, aplicando atroces torturas y asesinatos, incluyendo racistas, como lo denunció la propia Amnesty Internacional.
La calidad moral y humanitaria de los invasores ha sido claramente expuesta por los escasos seguidores de la verdad, mediante notas, videos, transmisiones directas como lo hace Telesur de Venezuela desde el terreno de los acontecimientos, periodistas verdaderamente libres si la libertad es sinónimo de verdad y desafío al discurso único maniqueo y brutal del imperio.
Es posible que a la izquierda “moderna y “superada” no le guste la palabra “imperio”, aunque no se sabe como le llamen a esto o qué definición existe que reemplace incluso a lo establecido en los diccionarios del mundo.
Lo que sucede en Libia es una invasión imperial-colonial, aprobada por Naciones Unidas, resistida con todo su derecho (universal por cierto) por el pueblo libio y su mejor dirigencia.
La inmoralidad quedaba asentada desde que el 23 de agosto pasado el llamado Consejo Nacional de Transición (CNT) de Libia -organización no creada por el pueblo, al que dejaron fuera de toda decisión, sino por las potencias invasoras- ofreciera pagar un millón 600 mil dólares y amnistiar a quien “mate o entregue vivo” al líder libio Muamar El Gadafi.
Desde el momento en que el 19 de marzo pasado Francia y Gran Bretaña comenzaron a bombardear Libia con la OTAN detrás. adelantado la intervención en gran escala a partir del 31 de ese mes, la “mano extranjera” fue la ejecutora del plan maestro de Estados Unidos con el objetivo de apoderarse del petróleo, el gas, el oro, el agua, las reservas de más de 270 mil millones de euros, que ingenuamente Gadafi creyendo en la “decencia europea” depositó en sus bancos.
Y detrás también está el proyecto estadunidense de golpear al euro, y de control de Africa, con la creación del Comando Africom, mediante un diseño absolutamente recolonizador y una extendida Doctrina Monroe, destinada a la colonización de América Latina en el siglo XIX (1823) y rescatada en pleno siglo XXI por el aspirante a candidato a la presidencia del Partido Republicano Mitt Romney, quien el pasado 7 de octubre sostuvo que Dios había creado a Estados Unidos para dominar al mundo y advirtió que su país “debe conducir al mundo o lo harán otros”.
El pueblo europeo será también otro gran perdedor en esta y otras guerras. Los gobiernos de Europa sustentaron el diseño fascista del control del mundo que reconocen dirigentes como Romney en Estados Unidos, que es a la postre el país que se quedará con lo mejor en el reparto criminal de los restos de un país arrasado con el silencio cómplice del mundo. Hoy mismo por CNN había quienes exigían una actuación similar a la de Libia contra Cuba, Venezuela y otros países. El fundamentalista Romney no está solo en el país del Ku klux Klan y del Tea Party y los terroristas cubano- americanos de Miami que bien acompañan a los lobos aullantes del sistema.
Miles de bombardeos han arrasado la infraestructura moderna creada por Gadafi en beneficio de su pueblo, al que sacó de las tinieblas del colonialismo y cuyo nivel de vida-reconocido por organismos internacionales- era el más alto de la región.
Ahora las empresas de los aliados de la OTAN se disputan también la “reconstrucción” del país que destruyeron, lo que será pagado con el dinero robado y saqueado a los libios.
Durante más de ocho meses los bombardeos mataron a miles de personas, dejando gravemente heridos y mutilados a otros miles mientras los mercenarios violaron a mujeres, torturaron y ejecutaron bajo atroces sufrimiento a una buena parte de la población negra y africanos que vivían en ese país. Y todo esto en una población de poco más de seis millones de habitantes.
¿Qué hará el fiscal de la Corte Penal Internacional, Luis Moreno Ocampo ante los crímenes de lesa humanidad cometidos por los invasores de Libia?
Quizás si accionara como corresponde remediaría en algo la ilegalidad de su actuación anterior al decidir el juzgamiento de Khadafi y sus hijos cuando la OTAN bombardeaba Libia matando a uno de éstos y su familia, entre ellos tres niños.
Moreno Ocampo acusó a Khadafi por un supuesto bombardeo contra manifestantes en Trípoli que nunca existió, todo a pedido de la ONU para tratar de crear un justificativo falso a su resolución 1973.
El coro de periodistas e intelectuales que repitió este discurso falso no sólo provino de la derecha colonial y tradicional aliada del poder hegemónico sino de algunos sectores de izquierda “socialdemócrata” -si puede haberla- o centroeuropeístas y de otros tan radicales que su pureza está más allá del bien y el mal, lo que finalmente sirve a las peores causas.
El brutal asesinato de Gadafi televisado como un mensaje de terror demuestra de qué se trata la acción “humanitaria” del poder hegemónico en Libia.
El relato único para crear un consenso mundial sobre el tema Libia se desmorona, pero la impunidad que le aseguró el aterrador silencio de la comunidad internacional, salvo dignas y honrosas excepciones hará que ahora sea uno de los “modelos de acción” que se intente imponer sobre aquellos países del mundo en proceso de liberación o desobedientes a las órdenes de Washington.
O de Wall Street,como sea que sea la verdadera esencia imperial que avance en esta expansión sin fronteras en el mundo soñada por el más delirante fundamentalismo de las últimas décadas, en lo que también se esconden las decadencias, las crisis morales y económicas, los cantos de sirenas, que finalmente sólo son cantos fatuos y sirenas falsas.
En la lista de los “próximos” siguen varios países además de sus actuales intentos contra Siria y el burdo complot que le atribuyen a Irán, que hace aguas por todas partes, tanto que hasta fue cuestionado por congresistas de Estados Unidos,
Por lo pronto la alegría de los mercenarios que esperan repartirse el botín de la recompensa,que seguramente quedará en manos de sus jefes de las tropas especiales-tan criminales como ellos- de Estados Unidos, Francia Gran Bretaña y otros.
La realidad es que la OTAN ha creado un héroe, un mito, una leyenda que comenzará a andar por los caminos y las cuevas, por el desierto, por los silencios plagados de murmullos de un pueblo que llora a escondidas la muerte de su líder y de todos los que han perecido para que los invasores cumplan su objetivo de no dejar nada en pie, salvo los bienes por los que llegaron en nombre del “humanitarismo”.
La resistencia heroica obligó a los atacantes a mostrarse ante el mundo cada vez más como fuerzas invasoras y se hizo evidente el uso de mercenarios llevados al lugar con la implicancia que esto tiene para el pueblo libio.
Gadafi ha pasado a la eternidad, porque su asesinato miserable, cobarde y cruel, ternina convirtiendo al líder libio en un modelo de dignidad para la resistencia que habrá de continuar sobre escombros y cenizas, como sucede en Afganistán e Iraq (diez años después en el primer país y ocho en el segundo) pero esencialmente sobre la memoria del genocidio de un pueblo que nunca olvidará y que nos reclama solidaridad.

José Vicente Rangel: “En la Cuarta República hubo terrorismo de Estado, en la Quinta República no lo hay”


Sostiene que nadie puede alegar obediencia debida

“Si esta gente volviera al Gobierno no tendría escrúpulos en repetir lo que hizo”, advierte el periodista y ex vicepresidente Ejecutivo, en referencia a las centenares de víctimas que dejaron regadas los gobiernos de AD y Copei
20 octubre 2011 


Rangel: “Los represores no solamente asesinaban, sino que escupían sobre las tumbas de las personas”
Si se trata de hacer justicia con los crímenes del Puntofijismo, (1958-1998), todos los caminos conducen a José Vicente Rangel. El periodista y exvicepresidente Ejecutivo fue una de las voces solitarias que se paró en el Congreso de los años 60 para denunciar las violaciones de los derechos humanos cometidas por los gobiernos de Acción Democrática y Copei; sus alegatos sobre el asesinato del revolucionario Alberto Lovera (perpetrado en octubre de 1965) quedaron registrados para la posteridad en el libro Expediente Negro.
Por ello, la presencia de Rangel durante la segunda discusión -efectuada el martes en la Asamblea Nacional- de la ley que castigará estos delitos no fue algo fortuito. Para las y los familiares, él es un símbolo de dignidad.
-¿Qué piensa Rangel sobre la normativa?
“La tendencia particular mía es hacia el escepticismo, porque no basta con leyes -y eso está probado históricamente- si no hay respuesta de las instituciones”, sentenció el comunicador, en entrevista con el Correo del Orinoco. “Debemos aceptar que en el pasado de la Cuarta República y el presente de la Quinta República las instituciones han tenido muchas debilidades”.
Sin embargo, puntualiza que no es pesimista. “Espero que en esta oportunidad se aproveche el hecho de que es una ley impecable desde el punto de vista jurídico, ético y moral, y que eso lo tomen en cuenta las instituciones”.
La responsabilidad ahora descansa “en el Ministerio Público, en los tribunales de justicia y en la capacidad de movilización de los factores que hicieron posible que se aprobara esta ley (movimientos populares, partidos políticos, asociaciones de víctimas), los que ahora deben continuar en vela y tener claro que esta es una victoria circunstancial, del momento, en la que cuentan mucho la perseverancia y el seguir estimulando y reclamando a las instituciones”.
En la discusión, las parlamentarias y los parlamentarios de oposición plantearon que se debían incluir las denuncias contra el Gobierno Bolivariano. A esto, Rangel responde, tajante: “En la Cuarta República hubo terrorismo de Estado, en la Quinta República no lo hay”.
Calificó como absurdo el planteamiento de que la Quinta República violenta los derechos humanos. Y reiteró su argumento: “Eso no tiene sostén de ninguna especie, porque en este periodo, en los 12 años de gobierno del presidente Chávez, no ha habido terrorismo de Estado, y esa es la diferencia” con el pasado reciente.
Para Rangel, “un crimen como el que se cometió en la persona de Alberto Lovera, de Jorge Rodríguez; las miles de desapariciones forzadas, las torturas incontables, todo lo que cuenta Clodosbaldo Russián en su libro Más de mil noches prisionero en la isla del Burro, son algo inconcebible hoy día”.
El comunicador rememora que le tocó vivir en las entrañas del monstruo, y que sabe muy bien qué ocurrió en esa época. “Los fantasmas me asaltan muchas veces. No puedo olvidar a la familia Pasquier; a Rosa, la madre de los Soto Rojas. Y para ellos fue mucho peor. Aquí vivimos cosas terribles, que se ocultaron porque había interés en ocultarlas”.

CONCEPCIÓN REPRESORA

En la Quinta República, reitera, “ha habido muertes, pero no es una política de Estado. Ninguna autoridad importante ha sido responsable de esos hechos”, y además, “cuando han ocurrido, ha habido una reacción, una respuesta. ¿Qué inquieta? Que la gente de la Cuarta República sigue anclada en una concepción represora del Estado”.
-¿Cómo se expresa eso?
-En el lenguaje, en el discurso, en la ambiguedad a la hora de condenar los crímenes horrendos del pasado, e inmediatamente invocar hechos que no tienen ningún parecido. Esto es algo muy grave. Es una especie de interrogante que pende sobre el país. Si esta gente volviera al Gobierno no tendría escrúpulos en repetir lo que hizo, y eso quedó demostrado el 11 de abril de 2002, cuando salieron como bestias sedientas de sangre para perseguir a los chavistas. Si el golpe de Estado de Carmona Estanga hubiese estado una semana más, habría ocurrido una masacre en el país. Ese es el punto. No hay proceso de enmienda, de autocrítica, por parte de ese sector. Esto es preocupante para el destino democrático del país, ya que confirma que Venezuela no tiene una oposición democrática.
-¿Toda la oposición?
-Hay demócratas allí, pero no tienen fuerza para expresarse. Rehuyen la posibilidad de cuestionar y criticar para no ser cuestionados ellos mismos en el seno de una gente que se mueve al ritmo de plaza Altamira (sublevación militar a finales de 2002). Esa impronta de la plaza Altamira está presente en el subconsciente de mucha gente.

ROMPER CON LA COMPLICIDAD

-Usted habla de la piedra de tranca de las instituciones. ¿Cuál es esa piedra de tranca?
-No entender la importancia de la ley. Hay gente que cree en los derechos humanos de manera abstracta, y no tiene verdadera conciencia de lo que significa, de que la tortura a un ciudadano compromete la calidad humana de una república, de un país. Ese concepto orgánico de los derechos humanos hay gente que no lo entiende. Se impone una labor pedagógica. La educación en Venezuela está en mora con esos valores. Tendrá que haber una materia para que las y los jóvenes estudien lo que ha pasado en materia de derechos humanos en el país, y reivindicar los valores reales y no la hipocresía que vemos hoy día.
-La comisión de la verdad que crea la ley incluye abrir expedientes.
-Es muy importante contar con la colaboración de los organismos de inteligencia, que en este momento es muy pobre. Hay cierta complicidad de sectas que impide que muchas cosas afloren. Pero ahora es un mandato de ley. Si una autoridad de inteligencia no suministra los recaudos de un caso determinado, puede ser enjuiciada, porque está en la obligación de entregar los documentos.
-¿Puede afectar la edad?
-La edad no cuenta, y tenemos la experiencia del Cono Sur, donde están juzgando a represores que tienen 80 años, que cometieron delitos hace 30 o 40 años. Son delitos imprescriptibles. Los responsables que estén vivos deben ser juzgados. La ley garantiza el debido proceso; no es un atropello contra la gente, sino una restitución del Estado de derecho.
-¿No pueden alegar que estaban cumpliendo órdenes?
-No desde mi punto de vista, porque nada justifica un crimen, un delito. La obediencia debida es un concepto anacrónico. La justicia venezolana no puede aceptar ese argumento que no ha sido aceptado en otros países de Centroamérica, del Cono Sur. Hay jurisprudencia sobre la materia.

ESCUPÍAN SOBRE LAS TUMBAS

-En estos casos, ¿que es, para usted, hacer justicia?
-He observado de parte de los familiares una gran serenidad espiritual. A pesar de lo ocurrido; de lo terrible que fue para la viuda de Lovera y para la familia de Jorge Rodríguez; del calvario de los Tejero y de los Pasquier, nunca percibí en ellos odio. Simplemente pedían justicia, sanción del delito. El martes compartí con ellos en la Asamblea Nacional, y se me acercaron con mucha humildad y el mismo sentimiento. Ellos piden sanción, no el fusilamiento ni el asesinato de los responsables. Hay una actitud ética que los caracteriza, y una actitud antiética de los represores, que lo siguen siendo.
Visto así, Rangel confirma que “hacer justicia es aplicar la ley y sancionar lo que se pueda probar”. También, resarcir, “aunque ellos no están pidiendo ser resarcidos económicamente, sino que se reconozca el sentido de dignidad de esa lucha. No sólo se los torturó, sino que se los ofendió y difamó. Los represores no solamente asesinaban, sino que escupían sobre las tumbas de las personas.
-¿Y la responsabilidad política?
-Sí existe. Basta recordar la frase de Rómulo Betancourt (presidente entre 1959-1964) de disparar primero y averiguar después. Recuerdo que uno de esos presidentes dijo que ordenó matar a fulano porque estaba robando unos uniformes militares. Y hay muchos casos así, en los que llegaban a jactarse de la eliminación política del adversario.
-Pero ya los presidentes de la época fallecieron.
-Se puede hacer una declaratoria de que esos presidentes incurrieron en abusos de poder muy grandes. La ley abre las puertas no sólo a los juicios, sino a los pronunciamientos de carácter ético. Y hay que hacerle ver al país que esta no es una ley para la venganza. Es un error ubicarla en el terreno del odio. No se trata de responder al odio con el odio. La mejor respuesta al odio y a los crímenes es asumir el sentido del nuevo Estado de derecho.

RESPONSABILIZA A LEONI Y BARRIOS DEL ASESINATO DE ALBERTO LOVERA

Al centro, Raúl Leoni, Rómulo Betancourt y Rafael Caldera
“No me cabe la menor duda de que la autoría de la muerte de Alberto Lovera es de Raúl Leoni (presidente) y Gonzalo Barrios (ministro de Relaciones Interiores). El hecho fue denunciado oportunamente, y a los pocos días murió Lovera, torturado, a pesar de la denuncia”, rememora José Vicente Rangel.
El Ejecutivo de la época “se desentendió totalmente del caso, e inventó la versión de que había sido desaparecido por sus compañeros de lucha en un enfrentamiento interno”.
El periodista cuenta que, una vez reportado el secuestro de Lovera el 18 de octubre de 1965, “las autoridades no se movieron, sino que trataron de encubrir lo sucedido. Lo llevaron a la Digepol, lo llevaron a Cachipo, lo mataron el 23 de octubre y lo tiraron en las playas de Lechería. Fueron cinco días de martirio y de denuncia”.
Lo compara con otro caso: el de un trabajador llamado Alberto Aguilar, detenido -durante el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez- por el Servicio de Inteligencia de la Fuerza Armada. “Lo supe por los familiares, hice la denuncia, hablé con el entonces ministro de Relaciones Interiores, Luis Piñerúa. A las 24 horas me llamó Piñerúa, y me contó que apareció el cadáver en una maleta”.
En el libro Expediente Negro, José Vicente Rangel acusa la existencia de una institucionalidad paralela. “La mejor demostración de esa institucionalidad paralela son los campos antiguerrilleros, donde no existía el Estado de derecho. Una persona llegaba allí, y la juzgaban, la sentenciaban, la mataban”.
T/ Vanessa Davies
F/ Cortesía Encontrarte y Archivo CO