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sábado, marzo 10, 2018

Con Nuestra América: Venezuela: Megaelección negociada del 20 de mayo, ...

Con Nuestra América: Venezuela: Megaelección negociada del 20 de mayo, ...:

Venezuela: Megaelección negociada del 20 de mayo, ¿definirá nuevos liderazgos?

La megaelección convocada para el 20 de mayo puede conducir a un panorama de depuración de los liderazgos políticos dentro de la oposición, pero también a lo interno del chavismo. La reprogramación sugiere que el oficialismo entiende la necesidad de otorgar concesiones para poder garantizar la gobernabilidad.

Aram Aharonian / Rebelion

Los comicios presidenciales fijados inicialmente para el 22 de abril, se efectuarán junto con las elecciones para los consejos legislativos y concejos municipales el domingo 20 de mayo, luego  del acuerdo de garantías electorales suscrito entre las fuerzas políticas que respaldan la reelección de Nicolás Maduro y Avanzada Progresista (AP), Movimiento Al Socialismo (MAS) y Copei, que apoyan la postulación del opositor Henri Falcón.

En realidad, el acuerdo significa el fin de la coalición opositora llamada Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y el inicio del eventual surgimiento de nuevos liderazgos en la oposición, y también en un anquilosado oficialismo. El acuerdo fue producto de conversaciones secretas, en las que el gobierno accedió a cambiar la fecha electoral, respetar el periodo de la Asamblea Nacional (con mayoría opositora), alargar el plazo de inscripción, entre otras concesiones, persuadido de que la otra oposición inscribiría un candidato.

Pero todo fue un engaño… como en Santo Domingo. Pero lo que parece más interesante, es que en esos tres días, a pesar de esas deserciones, se dieron pasos significativos para consolidar la paz y tranquilidad que estamos viviendo desde hace meses, y que nos hacen suponer que tendremos un proceso electoral en paz, señala Eleazar Díaz Rangel, director de Últimas Noticias.

De todas formas, las partes también acordaron proponer al secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres, "se conforme una delegación de acompañamiento y observación electoral amplia y calificada para todas las fases del proceso electoral, así como de otras instancias y organizaciones internacionales mutuamente acordadas", refiere el texto firmado el 1de marzo en la sede del Consejo Nacional Electoral (CNE).

Igualmente establece que se favorecerá la equidad en el acceso a los medios públicos y privados y redes sociales nacionales e internacionales en el desarrollo de la campaña electoral y se prevé efectuar una nueva jornada para el registro electoral tanto en Venezuela como en el extranjero, así como la reinstalación de los centros de votación que fueron movidos por las acciones de violencia y terrorismo político vividos en 2017.

Luego de muchos conciliábulos, marchas y contramarchas, los partidos de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) habían decidido abstenerse de concurrir a los comicios presidenciales del 22 de abril, ante la imposibilidad de lograr una candidatura única, e inducidos por las presiones de Estados Unidos y la llamada comunidad internacional.

Pero la presentación de cinco candidaturas –más allá de la de Maduro- dejó en claro la falta de consenso en la decisión. La inscripción oficial de Henri Falcón, respaldado por Avanzada Progresista (AP), el Movimiento al Socialismo (MAS) y la democristiana Copei, solo evidencia las divisiones dentro de la MUD. La del pastor Javier Bertucci, en representación del grupo Esperanza por el Cambio, marca la participación evangélica en busca del poder terrenal (puede dar la sorpresa en elecciones distritales).

Hasta la semana pasada, la estrategia opositora estaba dirigida a la acumulación de fuerzas dentro del sistema y de sus instituciones; ahora, lejos de dar la pelea lectoral, esperan que las decisiones se tomen fuera del país con la ingenua presunción que ellos ser´n quienes dirijan los destinos un vez que caiga el gobierno bolivariano.

Estos sectores oposicionistas, con mayor repercusión en el exterior que en el país, siguen afirmando que no existen condiciones para participar en una “farsa”, “simulacro electoral” en la procura del reconocimiento del “fraude”, legitimidad y reconocimiento internacional. A 80 días de los comicios, otros previenen contra los peligros de la abstención, llaman a participar y no perder la oportunidad de construir con el esfuerzo de todos los opositores “un nuevo país con un nuevo gobierno”.

Mandan los factores externos

La reciente resolución de la OEA que pretende descalificar las próximas elecciones venezolanas es otro paso en los reiterados intentos de crear un clima favorable a una intervención armada en Venezuela con el pretexto de brindar ayuda humanitaria al pueblo venezolano. Es esa larga guerra económica y financiera que incluye el bloqueo de fondos, reforzada con las sanciones contra Venezuela, la que han provocado el desabastecimiento en el país (a lo que hay que sumar la ineficiencia e ineficacia oficial).

Para dejarlo en claro, esta posición adoptada por la oposición deja en manos de los factores externos la conducción de lo que pueda acontecer: ya no sería fácil retornar al rumbo anterior y las consecuencias se van a expresar en diferentes ámbitos. Por ejemplo, los espacios electorales de oposición serían ocupados por organizaciones de menor peso (inclusive evangélicas), y un cerco financiero y comercial, y un embargo petrolero, traerán mayor padecimiento para la gente y afectará completamente el aparato productivo venezolano.

Y Washington sigue su juego, y extendió por un año más del decreto ejecutivo que declara a Venezuela como una “amenaza extraordinaria e inusual” a la seguridad de Estados Unidos. Para la cancillería venezolana, la decisión tiene el único objeto de promover y justificar el derrocamiento del gobierno legítimo y constitucionalmente electo del presidente Maduro.

La megaelección convocada para el 20 de mayo puede conducir a un panorama de depuración de los liderazgos políticos dentro de la oposición, pero también a lo interno del chavismo. La reprogramación sugiere que el oficialismo entiende la necesidad de otorgar concesiones para poder garantizar la gobernabilidad.

Este final debe entenderse como un complicado proceso de negociación política, que le sirve a Maduro para unir la votación presidencial a la escogencia de 2.436 concejales y 233 legisladores regionales, lo que le permitirá forzar a las bases del chavismo (incluso a las descontentan con sus gestión) a participar activamente en la campaña electoral.

Maduro parece prisionero de la legitimidad que le puede otorgar la llamada comunidad internacional, sobre todo frente a una situación económica, financiera y petrolera dramática y necesita disminuir sus críticas ante una eventual victoria oficialista, especialmente si los observadores de la ONU avalan el proceso comicial, que fragmentará aún más a la oposición a y posicionará nuevos liderazgos y partidos como referentes de un nuevo proceso de negociación política.

Depuración de liderazgos

Todo hace pensar que habrá una depuración de los liderazgos dentro de la oposición, pero también a lo interno del bolivarianismo. El CNE puede facilitar que el voto se emita “entubado” (a través del botón ”seleccionar todo”) para evitar que las bases del chavismo pueden tener la tentación de no respaldar a Maduro y favorecer al círculo de poder del mandatario y no de quienes se lo disputan dentro del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) .

Por su parte, Henri Falcón puede convertirse paulatinamente en un actor con peso específico dentro de la oposición, la misma que decidió mantenerlo al margen del proceso de negociación en República Dominicana. No tiene el respaldo de la estructura técnica y logística de la oposición y no parece probable que la dirigencia de los principales partidos de la exMUD lo apoye abiertamente. .

El politólogo Leopoldo Puchi señala que en un plano más amplio, los partidos que apuestan a las sanciones tendrán que redefinir la naturaleza de sus actividades, ahora al margen del sistema, porque para una organización política no es suficiente la espera o la hibernación. Para el país, las consecuencias pueden ser demoledoras, independientemente de los resultados de la nueva estrategia. La estrategia del oficialismo parece ser la de derrotar con más democracia la grave amenaza de intervención militar de Estados Unidos.

Hasta ahora, la democracia, tanto representativa como participativa, junto a la sólida unión cívico-militar, ha sido el arma más efectiva contra el permanente estado de guerra económica y golpismo fomentado por Washington y el llamado Grupo de Lima (GL), señala Angel Guerra.

El presidente de la consultora Datanálisis, Luis Vicente León –habitual guionista de la oposición- criticó la postura de la MUD y aseguró que la decisión solo “genera dudas en la población” al no saber qué pasará en el país luego de los resultados de las presidenciales. Aseguró que es fundamental que se presente una ruta de acción, de no participar en las elecciones.

En estos escasos tres meses hasta las megaelecciones, la ciudadanía necesita conocer las propuestas de los candidatos para afrontar la devastadora crisis multidimensional que destruye el país. La socióloga Maryclén Stelling asegura que la gente demanda cifras, planes, medidas, compromisos, plazos y resultados esperados; pero sobre todo insta al dialogo, a la negociación y acuerdos trascendentes que den paso al reconocimiento del otro, la paz y la convivencia en democracia. Pero, ¿la crisis esperará hasta las elecciones para que le encuentren soluciones?

Con Nuestra América: ¿Qué es el chavismo?

Con Nuestra América: ¿Qué es el chavismo?:

¿Qué es el chavismo?

El chavismo es una opción revolucionaria. Es el proyecto más innovador y más atrevido que ha tenido Venezuela desde Bolívar. Es el único proyecto de paz, desarrollo, justicia y prosperidad para el pueblo venezolano desde 1810.

Ignacio Ramonet / Cubadebate

¿Es pertinente plantearse ‘qué es el chavismo’ cuando, desde hace varios lustros, se practica cada día en Venezuela…? La respuesta es: sí. Porque aunque es cierto que el chavismo se practica desde hace más de quince años y que se hace con plena naturalidad, llega un momento en que, de la praxis debemos necesariamente pasar a la teoría. Y pasar a la teoría –en ciencia política- supone que, a partir de una experiencia concreta, mediante el análisis, seamos capaces de deducir la ecuación objetiva que podrá volver universal esa práctica. Para extraerla del ‘aquí y ahora’ y hacer que esa experiencia sea posible ‘en cualquier lugar y en cualquier momento’. Sin teoría, toda práctica -en particular en el campo político-, acaba folklorizándose… antes de desaparecer. Además, tengamos en cuenta que el chavismo que no estudiemos nosotros será estudiado contra nosotros. ¿Qué es pues el chavismo?

El chavismo es el encuentro de varios caminos abiertos por los Libertadores y el encuentro de varias búsquedas iniciadas por muchos soñadores sociales que convergen en un punto nodal: el pensamiento de Hugo Chávez.

Como todas las revoluciones, la Revolución Bolivariana es una arquitectura donde se conjugan una serie de fuerzas diversas importantes que, reunidas y fusionadas, conforman una dinamica politica radicalmente innovadora.

Cuando Hugo Chávez llega al poder -en 1999- no tiene un gran partido; llega a la cabeza de un movimiento popular muy diverso que incluye a militares, a exguerrilleros y a unas izquierdas muy variopintas. Y consigue ganar el apoyo popular con un discurso de refundación : la refundación de Venezuela, que es la base misma del chavismo. Porque en el nucleo duro de la filosofía chavista nos encontramos con la recuperación del concepto de nación, y la restauración y la defensa del orgullo nacional.

Chávez inventa para Venezuela y América Latina lo que podríamos llamar una «política de la liberación», como decimos que existe una «teología de la liberación». Con una opción preferencial por el pueblo, los pobres y los humildes. Con su excepcional capacidad de pedagogía política, Chávez impulsa una politización popular masiva y conceptualiza una política de la liberación del pueblo en la que el pueblo, dotado de conciencia política, es autor de su propio destino.

Haciendo prueba de un inaudito discernimiento y guiado por un sentido político muy agudo, Chávez intuye que la época permite estrenar nuevos caminos nunca antes surcados. Y logra elaborar de ese modo y transmitir al pueblo venezolano desmoralizado, un nuevo relato de esperanza.

En ese sentido, el chavismo es una narrativa que explica a los venezolanos quiénes son, a qué pueden aspirar y cuales son sus derechos. Es una explicación nueva que da respuesta a viejas preguntas: ¿qué es la sociedad venezolana? ¿cuáles son sus problemas? ¿quiénes son las víctimas? ¿quiénes los culpables? ¿qué soluciones? Y ese nuevo relato fue narrado, día tras día, discurso tras discurso, con enorme eficacia comunicacional, por Hugo Chávez que se convirtió en referente intelectual y carismático.

De tal modo que el chavismo constituye una vía política latinoamericana innovadora que se libera y se emancipa de la eterna tutela conceptual europea. Una política que, por primera vez, es original, fuente, manantial, y no espejo o copia de lo que se ha hecho en otros continentes, en otras culturas.

En ese sentido también, el chavismo es una opción revolucionaria. Es el proyecto más innovador y más atrevido que ha tenido Venezuela desde Bolívar. Es el único proyecto de paz, desarrollo, justicia y prosperidad para el pueblo venezolano desde 1810.

¿Qué es ser chavista? Ser chavista es ser bolivariano, como opción de vida porque significa ser antiimperialista, anticolonialista, y verdaderamente republicano. Significa también ser zamorano y ser robinsoniano. O sea, es acercarse al pensamiento político de los fundadores de la República. Porque el «Árbol de las Tres Raíces» es un concepto capital del chavismo. Que Chávez definía de la siguiente manera: «Primero está la raíz bolivariana por el planteamiento que hace Simón Bolívar de igualdad y libertad, y por su visión geopolítica de la integración de América Latina; luego la raíz zamorana, por Ezequiel Zamora, el general del pueblo soberano y de la unidad cívico-militar ; y finalmente la raíz robinsoniana, por Simón Rodríguez, el maestro de Bolívar, el ‘Robinson’, el sabio de la educación popular, y de nuevo la libertad y la igualdad». Aunque a esas tres raíces, Chávez le añade otras: por ejemplo, Miranda y Sucre. Y más tarde otras más como José Martí, Che Guevara y Fidel Castro…

Pero ser chavista es también ser profundamente cristiano. El Comandante Chávez nos dejó el cristianismo verdadero como parte de nuestra vida, de nuestra esencia y de nuestros valores. Sumando todo eso, uno pudiera decir: yo soy chavista porque soy independentista, porque soy demócrata, patriota, cristiano, revolucionario, antioligárquico, anticapitalista y antiimperialista. Todo eso es cierto, todo eso es verdad, pero ninguna de esas partes tiene sentido si no recordamos quién le dio coherencia ideológica y política al conjunto de esos conceptos: Hugo Chávez es el autor de esa síntesis revolucionaria.

Por eso, cuando decimos “Yo soy chavista” estamos dándole coherencia absoluta a todo un proyecto, a todo un sistema de ideas, a todo un programa político que es la biblia del futuro para Venezuela, un porvenir de prosperidad, de paz, de justicia social, de ética. Y sobre todo de socialismo como forma de vida.

Ser chavista significa también asumir nuestra condición de bolivariano, de latinoamericano y de revolucionario que es la condición más digna y más elevada en la escala humana. Asumirse como chavista es asumirse como un ‘socialista del siglo XXI’, o sea un socialista cristiano, un socialista humanista y un socialista democrático. Es tener los pies en Venezuela y proyectarse, como internacionalista auténtico, en lo universal.

Ser un verdadero chavista es ser un bolivariano integral, radical y desear que las ideas de Simón Bolívar trasciendan en los siglos futuros. Y la única forma de asumirse como militante chavista es asumir el proyecto revolucionario que nos legó el Comandante Chávez.

Hugo Chavez fue un líder prágmatico que supo adaptar las modalidades de su acción a las circunstancias históricas, que nunca olvidó los objetivos por alcanzar y que siempre mantuvo intangibles sus principios. Él estaba convencido de que si Venezuela pudo hacer gloriosas hazañas en el pasado, llegando a ser una las principales naciones de América Latina, fue porque estaba movilizada por un alto ideal hacia un destino común. Inversamente, Chávez sabía que los venezolanos tienen en permanencia la tentación de replegarse sobre sus querellas y divisiones internas (políticas, sociales, intelectuales), lo cual -según la visión chavista- les hace constantemente correr el riesgo de caer y deslizarse por el tobogán de la decadencia.

En consecuencia, para poder dar lo mejor de ella misma y ponerse al frente de las naciones latinoamericanas, Venezuela debe estar unificada por un líder histórico y un projecto grandioso, y articulada (en un eficaz équilibrio de los poderes) por instituciones políticas, militares, éconómicas y sociales decididas a evitar las luchas intestinas.

Hay que insistir en el hecho de que, en el seno del chavismo, existe una filosofía patriótica del humanismo, heredera del cristianismo y de la teología de la liberación. El humanismo chavista es, a la vez, una finalidad de la grandeza de Venezuela, porque el mensaje que Venezuela dirige al mundo es profundamente humanista. Y una consecuencia de la politica social cuyo primer objectivo es cohesionar a la nación.

El chavismo posee diversas dimensiones : histórica, filosófica y política. Desde el punto de vista ideológico, el chavismo recoge y sintetiza, como ya se dijo, la acción política de Hugo Chávez y también sus pensamientos políticos, o sea la doctrina que se deduce de sus discursos y de sus escritos.

Como acción política, el chavismo se caracteriza por los siguientes grandes lineamientos:

  • soberanía e independencia nacional ; rechazo de la dominación de cualquier super-potencia imperialista, en particular Estados Unidos. Chávez decía : “No puede entender la Patria ni defenderla, quien no sabe que su principal enemigo es el imperialismo norteamericano” ;
  • rechazo de cualquier pretendido super-poder éconómico y financiero (FMI, Banco Mundial, OMC). La independencia se defiende, no sólo en el campo político, sino también en los sectores económicos, geopolíticos, culturales, diplomáticos e incluso militares.
  • instituciones estatales sólidas, como las de la Va Republica instituidas por la Constitución de 1999;
  • un ejecutivo fuerte y cierta personalización de la política para oponerse a la impotencia del régimen de los partidos;
  • un poder ejecutivo fuerte y estable qui confiere al presidente de la republica un rol primordial;
  • una relación directa entre el líder-presidente y el pueblo que pasa por encima de los cuerpos intermediarios, gracias a una concepción ‘participativa’ de la democracia, con recurso frecuente al referendo y a las elecciones, y al dialogo interactivo líder-pueblo mediante un uso singular de los medios de comunicación de masas;
  • una articulación cívico-militar cuyo engranaje lo constituye el propio Presidente que coordina lo mejor de los movimientos progresistas civiles y la inteligencia patriótica de los aparatos militares ; las Fuerzas Armadas están intimamente asociadas al proyecto de desarrollo nacional en el marco de la unidad cívico-militar;
  • la independencia nacional y la grandeza de Venezuela;
  • la unión nacional de todos los venezolanos -más allá de las diferencias políticas o regionales tradicionales que fueron antaño causa de división y de decadencia-, en una relación directa entre el líder y el pueblo, cohesionada por las políticas sociales de inclusión y de justicia social;
  • la prioridad de la política sobre otras consideraciones (económicas, administrativas, técnicas, burocráticas, etc.);
  • respeto de la autoridad del Estado;
  • voluntad profunda de justicia social;
  • intervención del Estado en la economía;
  • el anticolonialismo y el dereccho a la autodeterminación de los pueblos;
  • la reactivación de la OPEP y una coordinación de las políticas petroleras de los países productores y exportadores;
  • la integración latinoamericana como horizonte constante e imperativo ideológico dictado por el propio Simón Bolívar ; y creación de entidades concretas para la integración (ALBA, Unasur, Celac, Petrocaribe, TeleSUR);
  • la concepción de un mundo multipolar sin hegemonías; lo cual exige derrotar el proyecto de hegemonía imperial unipolar para garantizar la paz planetaria y el “equilibrio del universo”. Hay que impulsar un mundo multicéntrico y pluripolar. Chávez lo señaló como el cuarto gran objetivo histórico del ‘Plan de la Patria’, su programa de gobierno para el período 2013-2019;
  • una diplomacia Sur-Sur con multiplicación de los lazos con los países del Sur a través del Movimiento de los no-alineados y de alianzas horizontales: América del Sur / Africa (ASA) y América del Sur Países árabes (ASPA). Chávez apoyó también al grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y se planteó una alianza de Venezuela con ese grupo para consolidar un mundo multipolar;
  • la solidaridad nacional entre los ciudadanos y los territorios ; y solidaridad latinoamericana;
  • respeto de las naciones, que son entidades culturales esculpidas por la historia y baluartes de los pueblos contra los impérialismos;
  • el rechazo de la doctrina del neoliberalismo económico, y la preferencia por una economía orientada por el Estado con vistas a un desarrollo voluntarista y estructurante (con ambiciosos proyectos públicos, nacionalización de los sectores estratégicos, soberanía alimentaria, etc.);
  • construir un ‘Estado de las misiones’ para responder más directamente a las diversas demandas sociales del pueblo;
  • avanzar hacia el arrinconamiento del capitalismo (la explotación de una clase por otra) y la definición de un socialismo bolivariano y humanista, en democracia y en libertad, que además de otorgar a los trabajadores una protección social avanzada, los empodere dándoles acceso tanto a las decisiones de la empresa como a los beneficios de la misma.


Uno de los objetivos primordiales del chavismo es reconciliar a los venezolanos con la patria, hermanarlos y conseguir edificar un Estado con mayor soberanía, mayor eficacia administrativa, mayor justicia y mayor igualdad.

El chavismo reúne a hombres y mujeres de todos los orígenes políticos en torno a un gran proyecto de ‘país potencia’ y a la acción voluntarista de un líder. Para alcanzar los objetivos previstos, el método del chavismo es el pragmatismo y el rechazo de los corsés ideológicos. Sus dos principales ejes: unidad interna al servicio de un ambicioso proyecto patriótico y social ; e independencia y proyección de una ‘Venezuela potencia’ en Latinoamérica y en el mundo.

El chavismo es por consiguiente un sistema de pensamiento, de voluntad y de acción. Parte de los hechos y de las circunstancias; no actúa predeterminado por una doctrina o una ideología. Voluntarismo contra el fatalismo; acción contra la pasividad, contra el abandono y la renuncia.

Para Chávez, lo primero es Venezuela. Su actuar político consiste en crear las condiciones para que la patria pueda dar lo mejor de sí misma. Y esto sólo se consigue si el pueblo venezolano está unido en torno a un proyecto de progreso social definido por un líder carismático que lo propulsa hacia su gran ideal histórico.

El chavismo no sólo es una doctrina política original sino que es la historia vivida y el pensamiento de un hombre excepcional que ha marcado la sociedad venezolana hasta sus más profundas estructuras.

El pensamiento chavista tiene como bases ideológicas varias raíces que se entremezclan entre sí para formar una nueva ideología progresista venezolana. La cual se caracteriza por la ausencia de dogmatismos, para diferenciarse de los experimentos socialistas fracasados en la Europa del siglo XX. Por eso, para distinguirlo del que fue rechazado por la clase obrera en Polonia en 1980, o del se derrumbó con el muro de Berlín en 1989, o del que implosionó en 1991 con la caída de la Unión Soviética, Chávez hablaba de «socialismo del siglo XXI». Se trata de un socialismo surgido en América Latina, que debe ajustarse a nuestro tiempo, y por eso Chávez le añadió fundamentalmente: la democracia participativa, el feminismo y el sentimiento ecologista.

Ese «socialismo del siglo XXI» se considera compatible con la propiedad privada, aunque alienta otras formas socialistas y solidarias de propiedad como la cooperativa y la cogestión. También se declara compatible con el patriotismo y el nacionalismo económico. Chávez no dudó en nacionalizar las grandes empresas de sectores estratégicos en manos de capitales extranjeros, y colocó en el puesto de mando de esas empresas desprivatizadas a venezolanos patriotas y competentes.

El «socialismo del siglo XXI» es asimismo compatible con el cristianismo social. Chávez hace suya la consigna de los sandinistas: «Cristianismo y revolución, no hay contradicción». Partiendo del postulado que la verdadera identidad del cristianismo es la que le confiere la teología de la liberación. No en vano, Chávez afirmaba que Jesucristo fue el primer socialista de la era moderna y que el ‘reino de Dios» había que construirlo aquí en la Tierra.

De todo esto se deduce que el chavismo tiene vocación a ejercer naturalmente, en Venezuela, una hegemonía. Por su capacidad a llevar la dirección intelectual y moral de la sociedad. Y porque ha permitido la recuperación política de una democracia en la que ahora participan gobierno, Fuerza Armada y pueblo unidos en la expansión de los derechos sociales y en la redistribución justa de las riquezas del país.