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martes, mayo 31, 2011

Zelaya el desterrado que volvió del exilio tras una larga noche de 690 días


ANALISIS

Caracas, 30 May. AVN (Hernán Mena Cifuentes).- El sábado pasado el sol salió en todo el mundo después de haberse ocultado como siempre lo hace, la tarde del viernes, menos en Honduras, donde volvió a brillar con el regreso de Manuel Zelaya que volvió a su patria tras la larga y tenebrosa noche de 690 días en la que fue sumido el país por el golpe de Estado cívico-militar liderado por un traidor llamado Roberto Micheletti, que derrocó al mandatario y lo envió al exilio forzoso, pensando que jamás retornaría.

Pero Zelaya, contra todos los pronósticos, regresó a Honduras veintitrés meses más tarde, por el mismo aeropuerto adonde fue llevado a punta de fusil y bayoneta por un comando militar que lo embarcó en un avión que lo llevó a Costa Rica, y lo dejó abandonado en pijamas en la pista del terminal aéreo Juan Santamaría que sirve a la capital costarricense, iniciando a partir de allí un doloroso exilio que terminó finalmente el sábado con su retorno.

Ese día se reencontró con su pueblo que con dignidad y valentía enfrentó mientras duró su forzosa ausencia, a la sanguinaria dictadura de “Goriletti” y sus militares, oficiales egresados de la Escuela de Las Américas que aprendieron de sus instructores yanquis, a torturar, y asesinar, a perpetrar masacres quemando pueblos, aserrando los cuerpos de sus víctimas, sepultándolas en fosas comunes o arrojándolas a ríos.

Pero Zelaya nunca estaba solo, pues además de los millones de hondureños que desde el Frente Nacional de Resistencia Popular, que en Honduras combatían al tirano, tuvo el apoyo América Latina y el Caribe, a través del ALBA, que Washington creyó que se desintegraría tras el golpe, pero en vez de hacerlo, fue avanzada de una ofensiva diplomática, política e ideológica liderada por Hugo Chávez Frías, que permitió el regreso del presidente a su patria.

Acompañaron al comandante en su lucha todos los pueblos y gobernantes miembros de ese mecanismo integrador que persigue realizar el sueño de unidad regional que hace doscientos años tuvo Bolívar, extinguido por la acción de sabotaje que desplegó EE UU, y esa ralea de Judas traidores que lo secundaron en su vil conspiración, similar a la que hoy sus herederos intentan contra el ALBA, caterva de vende-patrias cuya ambición, mezquindad y egoísmo ciegan sus obtusas mentes.

Chávez, como estratega militar, estudioso de la historia y acucioso lector de las grandes obras, entendió que el secreto de la victoria, estaba en la adecuada aplicación del arte de la guerra, la cual consiste en vencer al enemigo sin recurrir a la fuerza de las armas, como lo aconseja Sun Tzu, en el famoso libro que con ese título escribió hace 2.500 años, y con ese plan el comandante viajó a Cartagena para reunirse con sus homólogos de Colombia y Honduras.

Allí, en la Ciudad Heroica, el domingo 22 de mayo, el presidente Porfirio Lobo y el ex mandatario Manuel Zelaya acordaron suscribir el Acuerdo de Cartagena que en palabras del comandante Chávez, restablece “el camino democrático de la hermana República de Honduras, en un ejemplo del valor de la resistencia de los pueblos”.

Y tras destacar la participación de su homólogo colombiano Juan Manuel Santos que contribuyó a la firma del Acuerdo, y a todos quienes con su labor ayudaron a que se concretara, el comandante y presidente al referirse a Zelaya, dijo: “es un verdadero líder, al asumir su papel contra la adversidad. Viva Honduras”.

Seis días mas tarde, el texto del documento sería leído por la esposa y la hija del derrocado mandatario ante una multitud que se dió cita en las inmediaciones del aeropuerto de Toncontin para recibir Zelaya, el mismo terminal por donde fue enviado al exilio, y a donde intentó volver una semana más tarde, pero le fue impedido por los militares golpistas que colocaron vehículos en la pista para que no aterrizara el avión que lo traía a bordo.

Tampoco pudo hacerlo veinte días después desde el puesto fronterizo de Las Manos en los limites con Nicaragua, donde le esperaban miles de compatriotas para acompañarlo hasta Tegucigalpa, porque nuevamente los soldados de la dictadura volvieron a impedírselo, amenazando con detenerlo si ponía pie en territorio hondureño.

Lo logró el 21 de septiembre de 2009, cuando, marchando por veredas de la selva hondureña, disfrazado de campesino, pudo evadir las alcabalas militares y llegar a la embajada de Brasil, burlando al mismo tiempo los servicios de Inteligencia del dictador, quien se negó a creerlo, y jactándose de la eficiencia de sus espías, llegó a decir que eso era una mentira. “Zelaya, -dijo- se encuentra alojado en una lujosa suite de Managua, Nicaragua”.

Al confirmar que Zelaya estaba en la embajada, “Goriletti” ordenó un cerco militar a la sede diplomática, sobre la cual fueron lanzados gases tóxicos que enfermaron a muchos de los que allí se encontraban, y también instaló en el frente, potentes altavoces que emitían música estridente, método similar al usado por las tropas yanquis en Panamá para atormentar al general Manuel Noriega, quien se había asilado en la Nunciatura de la Iglesia católica tras la invasión que desató EE UU en diciembre de 1989.

A los pocos días los jerarcas eclesiásticos, violando el sagrado derecho de asilo diplomático, le pidieron a Noriega que abandonara el lugar, tras lo cual fue capturado, enjuiciado y encarcelado en EE UU, y una vez cumplida la condena fue extraditado a Francia, donde está actualmente en espera de ser sometido a juicio por el delito de narcotráfico.

Pero, a diferencia de la Iglesia panameña, Brasil defendió al asilado mandatario de los abusos del tirano Micheletti, que trató en vano de capturarlo, y lo mantuvo allí hasta que el 27 de enero de 2010 Porfirio Lobo, el mismo día que asumió la presidencia le otorgó un salvoconducto que le permitió viajar a República Dominicana.

Hoy, culminada la lucha emprendida por Chávez con apoyo de sus homólogos del ALBA y demás mandatarios progresistas, el pueblo hondureño se enrumba a la reconquista de su dignidad y soberanía de la mano de Manuel Zelaya, el mandatario que volvió con la luz del sol el sábado, tras una larga y tenebrosa noche de 690 días para exclamar ante el mundo: “Nunca mas un Golpe de Estado en Honduras y ni ningún otro país de la Gran Patria Latinoamericana y Caribeña”.

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