Amauta
Nuestras noticias, nuestra información, y hasta nuestro entretenimiento, todo pasa por un proceso de creación que determina qué vamos a absorber en nuestras vidas diarias. Tal vez no siempre creamos lo que veamos, escuchamos y leemos, pero la persistencia en la divulgación de esta información hace que sólo estemos expuestos a ciertos tipos de mensajes y valores. Nuestra realidad la experimentamos a través de esta información, porque es eso lo que conocemos del mundo exterior fuera de nuestras propias experiencias (que si las vemos diferentes a lo que nos exponen, las consideramos anomalías sociales), y por eso mismo, estamos limitados a imaginar el mundo, y a nosotros mismos, en base a esta visión de él.
Pero estas “verdades” que tenemos que digirir todos los días (y regurgitarlas) son moldeadas por el sistema capitalista dominante en el que existimos, y reflejan esta estructura ya que el proceso de creación de esta información es el mismo proceso de producción de cualquier mercancia, con la misma estructura de trabajo y las mismas jerarquías sociales y políticas que existen en todas las esferas de nuestra vida. Los medios de comunicación, entonces, sólo son otra extensión de los mismos procesos predominantes que podemos observar en otras formas de transacción económica, con sus influencias políticas y sociales y demás. Siempre hay excepciones, como en todo, y en cierta forma, la tecnología está abriendo la capacidad para que existan otras posibilidades.
Sin embargo, por el momento, los medios reafirman este sistema, y viceversa, desarrollando un ciclo que continuará hasta que una alternativa lo rompa. Este proceso, según Edward S. Herman y Noam Chomsky en su libro Los Guardianes de la Libertad (en inglés, Manufacturing Consent: The Political Economy of the Mass Media), ocurre en varios niveles, o filtros:
-Los medios como propiedad y su rentabilidad como tales: hasta hace poco, tener un medio de comunicación costaba mucho dinero no sólo por el equipo de producción, pero también por la necesidad de generar mucha ganancia sólo para poder susbsistir. Y como los dueños son los que invierten en estos medios, ellos también pueden decidir hasta cierto punto el tono del mensaje predominante que se va a distribuir (como lo hemos visto con muchas de las propiedades de Rupert Murdoch). Además, los medios con más recursos pueden extender sus mensajes más extensivamente. Los dueños, como buenos capitalistas, van a querer que sus propiedades sean rentables (los gobiernos también lo determinan por medio de licencias y otros procesos burocráticos). Por lo cual, la información que venda más (sin ya importarnos mucho la veracidad de ella) tendrá más probabilidad de producirse (capitalismo puro en acción). Cuando consideramos que muchos de estos medios son conglomeraciones transnacionales (con operaciones en múltiples industrias que también refuerzan su mensaje) en muy pocas manos, entonces básicamente sólo estamos escuchando a más o menos tres corporaciones gritar bien fuerte (en verdad son más, pero como sus mensajes con tan parecidos, dejémoslo en tres). Muy díficil competir con tan grandes gritones.
-Publicidad: la mayoría de medios de comunicación se basan en la publicidad para poder recaudar fondos para continuar su producción. Por lo cual, la información que sale de estos medios son controlados de manera indirecta por estas corporaciones que meten publicidad, ya que van a querer mantener una relación simbiótica y segura, o sea, sin intentar de ofenderlos ni criticarlos mucho y hasta tal vez ofrecer noticias favorables para garantizar más dinero. Todo esto es en teoría, sin incluir otros factores, como intentar mantener una apariencia de objetividad que minimizaría esta situación de algún modo, pero la tentación a veces puede ser más grande que la ética periodística, y más cuando se debe ser rentable. Y como la publicidad lo que quiere hacer es vender sus productos, van a prefirir medios de comunicación que tengan una audiencia con dinero (y entre más consumista, mejor), lo cual en sí determina cuáles tipos de medios pueden existir y cuáles no: si el medio puede formular un mensaje que sea aceptable para aquellos con valores consumistas van a tener más chance de ser atractivos para obtener dinero publicitario. Pero ésta también puede ser una herramienta de presión popular, como cuando muchas empresas quitaron publicidad del show de Glenn Beck ya que mucha de la audiencia se alejó del show por su mensajes controversiales racistas.
-Fuentes: por la misma razón de rentabilidad, competencia y los límites de tiempo y recursos en la producción de la información, las fuentes que se hagan más accesibles, son las que se usarán más a menudo por estas cuestiones prácticas. O sea, aquellas empresas que tengan una buena maquinaria de relaciones públicas van a tener más facilidad de hacer llegar su mensaje. Al igual, el gobierno, por su poder intrínsico, puede manipular que se transmitan sus mensajes haciéndolos aparentar relevantes. En ambos casos, su prestigio se confunde como credibilidad, y como es caro hacer investigaciones serias sobre estas afirmaciones, es mejor nada más hacerles caso y rezar que no nos hayan engañado de nuevo.
-Evitar reacciones negativas: los medios no quieren controversias que les pueden ser caras, ya sea por demandas en corte, o por perder audiencia por medio de críticas y quejas. Aquellos con mucho poder político o económico tienen más recursos para producir estas reacciones contra medios que no les fueron simpáticos. Por eso mismo, estas entidades con ese poder son los que limitan a que los medios no se salgan de la línea editorial deseada.
-Anticomunismo como un mecanismo de control: tal vez, el fantasma comunista no genere tanto miedo como cuando Herman y Chomsky escribieron el libro, pero con la guerra contra el terrorismo aún se mantiene vivo el miedo de ser anti-estadounidense (un-American). Y los valores estadounidenses se asocian con los del capitalismo, con obedecer fielmente las políticas del gobierno, en fin, con los mismos valores que crearía un ambiente óptimo para aquellos con poder para hacerse escuchar. En Fox News, por ejemplo, se acusa a Obama de ser socialista o musulmán, por más que no sea ninguna de las dos, no tanto porque se lo creen, pero como una forma de establecer los límites de la discusión, y por ende, de lo aceptable en nuestra sociedad. O sea, Obama es demasiado izquierda y extraño para ser aceptado en nuestro país. El propósito es meterle miedo a la gente para que se atengan a las consecuencias de salirse de las normas sociales y políticas.
(Para más información, leer esta entrevista que Amauta realizó con Chomsky)
La formación social y cultural de las personas y sus comunidades se determinan de cierta forma por el lugar en dónde están, pero aún de este modo, no pueden escapar la gran influencia de la ideología perpetrada por aquellos que son dueños de los grandes medios de comunicación. Sean los dueños élites económicas dentro o fuera del país, por esta razón, la hegemonía ideológica puede ir más allá de nada más las normas políticas y económicas, para también imponer convenciones culturales de una nación a otra (imperialismo cultural). Según William Uricchio, en Estados Unidos, a diferencia de Europa, existe la posibilidad de expresiones culturales un poco fuera de las normas aceptadas mientrás lleguen a tener potencial comercial. Por lo cual, si diferentes creaciones de cultura popular que aún sean despreciables por las clases altas que supuestamente son los que determinan lo que es “verdadera” cultura (hasta cierto punto, el caso de Europa y Latinoamérica) son algo aceptables si tienen el suficiente apoyo popular para que las personas las compren. Por eso, la industria cinematográfica en Estados Unidos logró convencer al gobierno que las películas producidas en Hollywood promovían el libre comercio en el exterior, y así abría mercados para empresas estadounidenses, y al mismo tiempo, empujaba valores estadounidenses como el consumismo.
Lo mismo menciona Nicholas Garnham en su artículo, Contribución a la economía política de la comunicación masiva: el valor comercial de alguna creación cultural o informativa es el principal factor determinando su distribución en los medios de comunicación, y no tanto el mensaje mismo de esta creación. Claro, algo tiene valor comercial si se adapta bien a la ideología dominante, porque si no, la misma estructura capitalista censura cualquier mensaje radical que se oponga a sus intereses, por los dueños de los medios mismos o por las empresas que sacan su publicidad.
Por ejemplo, estos diferentes procesos de cómo los medios producen su información se pueden observar con las recientes protestas contra Wall Street (como símbolo bancario y corporativo mundial) en Nueva York. Primero que todo, las protestas inicialmente no tenían mucha visibilidad en medios de comunicación masivos (con algunas excepciones). No se puede concluir definitivamente las razones por este silencio mediático. No era el tamaño, ya que los medios más de una vez cubrían manifestaciones del movimiento del Tea Party con números muchos menores. Tal vez había alguna noticia más importante en ese momento o el periodista que fue a buscar la protesta era malo con direcciones y se perdió en el camino.
O quizás, y muy probablemente, el mensaje “radical” de las protestas, que intentan enfocarse en cómo la avaricia de muchos bancos y empresas fueron culpables en la crisis económica que toca a la mayoría del pueblo estadounidense es ofensivo para los dueños de medios (aunque seguro no mencionaron nada específico, quizás alguno de los dueños es amigo del presidente de Goldman Sachs o algo por el estilo), o quizá Bank of America era el que estaba pagando la mayoría de publicidad para un canal o periódico.
Luego, pero hasta que hubo tal represión policial que no se podía ignorar (además de que los conflictos y violencia venden periódicos) o cuando varias celebridades le dieron el visto bueno a la protesta, se comenzó a darle más cobertura al tema, pero con un tono burlón. O sea, ahora que ya no podían evitar la noticia, se tenía que rebajar su importancia de alguna u otra forma. Y cuando buscaban fuentes confiables de información, le daban prioridad al departamento de policía de Nueva York para dar su explicación por las razones por las cuales reprimieron la protesta, y presentan esa información para que parezca objetiva, pero que es casi como si uno escuchara al portavoz del departamento de policía hablar. Lo bueno es que las herramientas tecnológicas han permitido que los mismos protestantes se expresen y muestren lo que está occurriendo en realidad. Ya que hasta muchos medios que se consideran progresivos políticamente también han estado criticando al movimiento tal vez porque pone en cuestión la poca autoridad que les queda y están presentando una propuesta más atractiva y poderosa, luego de los movimientos que acontecieron en el Medio Oriente y España. Porque al fin y al cabo, estos movimientos están intentando retomar nuestra democracia, y a muchos sectores de poder, incluyendo a los medios, les pone nervioso que estas propuestas, ideas y realidades estén libres para que otros las puedan recrear en sus propios espacios. Como no se conforman a los valores consumistas, los ridiculizan y los hacen ver demasiados radicales (¿comunistas?) en sus visiones sociales (las de justicia frente a los bancos que nos robaron).
La razón principal por este silencio y esta distorsión en los medios de comunicación es que estos movimientos son peligrosos porque pueden romper con los esquemas de poder dominantes, políticos y económicos, del gobierno, de las corporaciones y bancos, y por ende, de los medios tradicionales, ya que nos demuestran que una democracia participativa, y no subordinada a una minoría, es posible. Y si eso es posible, ¿qué más nos podríamos imaginar?
Fuente original: http://revista-amauta.org/2011/10/las-verdades-detras-de-nuestra-informacion-y-occupy-wall-street/
Pero estas “verdades” que tenemos que digirir todos los días (y regurgitarlas) son moldeadas por el sistema capitalista dominante en el que existimos, y reflejan esta estructura ya que el proceso de creación de esta información es el mismo proceso de producción de cualquier mercancia, con la misma estructura de trabajo y las mismas jerarquías sociales y políticas que existen en todas las esferas de nuestra vida. Los medios de comunicación, entonces, sólo son otra extensión de los mismos procesos predominantes que podemos observar en otras formas de transacción económica, con sus influencias políticas y sociales y demás. Siempre hay excepciones, como en todo, y en cierta forma, la tecnología está abriendo la capacidad para que existan otras posibilidades.
Sin embargo, por el momento, los medios reafirman este sistema, y viceversa, desarrollando un ciclo que continuará hasta que una alternativa lo rompa. Este proceso, según Edward S. Herman y Noam Chomsky en su libro Los Guardianes de la Libertad (en inglés, Manufacturing Consent: The Political Economy of the Mass Media), ocurre en varios niveles, o filtros:
-Los medios como propiedad y su rentabilidad como tales: hasta hace poco, tener un medio de comunicación costaba mucho dinero no sólo por el equipo de producción, pero también por la necesidad de generar mucha ganancia sólo para poder susbsistir. Y como los dueños son los que invierten en estos medios, ellos también pueden decidir hasta cierto punto el tono del mensaje predominante que se va a distribuir (como lo hemos visto con muchas de las propiedades de Rupert Murdoch). Además, los medios con más recursos pueden extender sus mensajes más extensivamente. Los dueños, como buenos capitalistas, van a querer que sus propiedades sean rentables (los gobiernos también lo determinan por medio de licencias y otros procesos burocráticos). Por lo cual, la información que venda más (sin ya importarnos mucho la veracidad de ella) tendrá más probabilidad de producirse (capitalismo puro en acción). Cuando consideramos que muchos de estos medios son conglomeraciones transnacionales (con operaciones en múltiples industrias que también refuerzan su mensaje) en muy pocas manos, entonces básicamente sólo estamos escuchando a más o menos tres corporaciones gritar bien fuerte (en verdad son más, pero como sus mensajes con tan parecidos, dejémoslo en tres). Muy díficil competir con tan grandes gritones.
-Publicidad: la mayoría de medios de comunicación se basan en la publicidad para poder recaudar fondos para continuar su producción. Por lo cual, la información que sale de estos medios son controlados de manera indirecta por estas corporaciones que meten publicidad, ya que van a querer mantener una relación simbiótica y segura, o sea, sin intentar de ofenderlos ni criticarlos mucho y hasta tal vez ofrecer noticias favorables para garantizar más dinero. Todo esto es en teoría, sin incluir otros factores, como intentar mantener una apariencia de objetividad que minimizaría esta situación de algún modo, pero la tentación a veces puede ser más grande que la ética periodística, y más cuando se debe ser rentable. Y como la publicidad lo que quiere hacer es vender sus productos, van a prefirir medios de comunicación que tengan una audiencia con dinero (y entre más consumista, mejor), lo cual en sí determina cuáles tipos de medios pueden existir y cuáles no: si el medio puede formular un mensaje que sea aceptable para aquellos con valores consumistas van a tener más chance de ser atractivos para obtener dinero publicitario. Pero ésta también puede ser una herramienta de presión popular, como cuando muchas empresas quitaron publicidad del show de Glenn Beck ya que mucha de la audiencia se alejó del show por su mensajes controversiales racistas.
-Fuentes: por la misma razón de rentabilidad, competencia y los límites de tiempo y recursos en la producción de la información, las fuentes que se hagan más accesibles, son las que se usarán más a menudo por estas cuestiones prácticas. O sea, aquellas empresas que tengan una buena maquinaria de relaciones públicas van a tener más facilidad de hacer llegar su mensaje. Al igual, el gobierno, por su poder intrínsico, puede manipular que se transmitan sus mensajes haciéndolos aparentar relevantes. En ambos casos, su prestigio se confunde como credibilidad, y como es caro hacer investigaciones serias sobre estas afirmaciones, es mejor nada más hacerles caso y rezar que no nos hayan engañado de nuevo.
-Evitar reacciones negativas: los medios no quieren controversias que les pueden ser caras, ya sea por demandas en corte, o por perder audiencia por medio de críticas y quejas. Aquellos con mucho poder político o económico tienen más recursos para producir estas reacciones contra medios que no les fueron simpáticos. Por eso mismo, estas entidades con ese poder son los que limitan a que los medios no se salgan de la línea editorial deseada.
-Anticomunismo como un mecanismo de control: tal vez, el fantasma comunista no genere tanto miedo como cuando Herman y Chomsky escribieron el libro, pero con la guerra contra el terrorismo aún se mantiene vivo el miedo de ser anti-estadounidense (un-American). Y los valores estadounidenses se asocian con los del capitalismo, con obedecer fielmente las políticas del gobierno, en fin, con los mismos valores que crearía un ambiente óptimo para aquellos con poder para hacerse escuchar. En Fox News, por ejemplo, se acusa a Obama de ser socialista o musulmán, por más que no sea ninguna de las dos, no tanto porque se lo creen, pero como una forma de establecer los límites de la discusión, y por ende, de lo aceptable en nuestra sociedad. O sea, Obama es demasiado izquierda y extraño para ser aceptado en nuestro país. El propósito es meterle miedo a la gente para que se atengan a las consecuencias de salirse de las normas sociales y políticas.
(Para más información, leer esta entrevista que Amauta realizó con Chomsky)
La formación social y cultural de las personas y sus comunidades se determinan de cierta forma por el lugar en dónde están, pero aún de este modo, no pueden escapar la gran influencia de la ideología perpetrada por aquellos que son dueños de los grandes medios de comunicación. Sean los dueños élites económicas dentro o fuera del país, por esta razón, la hegemonía ideológica puede ir más allá de nada más las normas políticas y económicas, para también imponer convenciones culturales de una nación a otra (imperialismo cultural). Según William Uricchio, en Estados Unidos, a diferencia de Europa, existe la posibilidad de expresiones culturales un poco fuera de las normas aceptadas mientrás lleguen a tener potencial comercial. Por lo cual, si diferentes creaciones de cultura popular que aún sean despreciables por las clases altas que supuestamente son los que determinan lo que es “verdadera” cultura (hasta cierto punto, el caso de Europa y Latinoamérica) son algo aceptables si tienen el suficiente apoyo popular para que las personas las compren. Por eso, la industria cinematográfica en Estados Unidos logró convencer al gobierno que las películas producidas en Hollywood promovían el libre comercio en el exterior, y así abría mercados para empresas estadounidenses, y al mismo tiempo, empujaba valores estadounidenses como el consumismo.
Lo mismo menciona Nicholas Garnham en su artículo, Contribución a la economía política de la comunicación masiva: el valor comercial de alguna creación cultural o informativa es el principal factor determinando su distribución en los medios de comunicación, y no tanto el mensaje mismo de esta creación. Claro, algo tiene valor comercial si se adapta bien a la ideología dominante, porque si no, la misma estructura capitalista censura cualquier mensaje radical que se oponga a sus intereses, por los dueños de los medios mismos o por las empresas que sacan su publicidad.
Por ejemplo, estos diferentes procesos de cómo los medios producen su información se pueden observar con las recientes protestas contra Wall Street (como símbolo bancario y corporativo mundial) en Nueva York. Primero que todo, las protestas inicialmente no tenían mucha visibilidad en medios de comunicación masivos (con algunas excepciones). No se puede concluir definitivamente las razones por este silencio mediático. No era el tamaño, ya que los medios más de una vez cubrían manifestaciones del movimiento del Tea Party con números muchos menores. Tal vez había alguna noticia más importante en ese momento o el periodista que fue a buscar la protesta era malo con direcciones y se perdió en el camino.
O quizás, y muy probablemente, el mensaje “radical” de las protestas, que intentan enfocarse en cómo la avaricia de muchos bancos y empresas fueron culpables en la crisis económica que toca a la mayoría del pueblo estadounidense es ofensivo para los dueños de medios (aunque seguro no mencionaron nada específico, quizás alguno de los dueños es amigo del presidente de Goldman Sachs o algo por el estilo), o quizá Bank of America era el que estaba pagando la mayoría de publicidad para un canal o periódico.
Luego, pero hasta que hubo tal represión policial que no se podía ignorar (además de que los conflictos y violencia venden periódicos) o cuando varias celebridades le dieron el visto bueno a la protesta, se comenzó a darle más cobertura al tema, pero con un tono burlón. O sea, ahora que ya no podían evitar la noticia, se tenía que rebajar su importancia de alguna u otra forma. Y cuando buscaban fuentes confiables de información, le daban prioridad al departamento de policía de Nueva York para dar su explicación por las razones por las cuales reprimieron la protesta, y presentan esa información para que parezca objetiva, pero que es casi como si uno escuchara al portavoz del departamento de policía hablar. Lo bueno es que las herramientas tecnológicas han permitido que los mismos protestantes se expresen y muestren lo que está occurriendo en realidad. Ya que hasta muchos medios que se consideran progresivos políticamente también han estado criticando al movimiento tal vez porque pone en cuestión la poca autoridad que les queda y están presentando una propuesta más atractiva y poderosa, luego de los movimientos que acontecieron en el Medio Oriente y España. Porque al fin y al cabo, estos movimientos están intentando retomar nuestra democracia, y a muchos sectores de poder, incluyendo a los medios, les pone nervioso que estas propuestas, ideas y realidades estén libres para que otros las puedan recrear en sus propios espacios. Como no se conforman a los valores consumistas, los ridiculizan y los hacen ver demasiados radicales (¿comunistas?) en sus visiones sociales (las de justicia frente a los bancos que nos robaron).
La razón principal por este silencio y esta distorsión en los medios de comunicación es que estos movimientos son peligrosos porque pueden romper con los esquemas de poder dominantes, políticos y económicos, del gobierno, de las corporaciones y bancos, y por ende, de los medios tradicionales, ya que nos demuestran que una democracia participativa, y no subordinada a una minoría, es posible. Y si eso es posible, ¿qué más nos podríamos imaginar?
Fuente original: http://revista-amauta.org/2011/10/las-verdades-detras-de-nuestra-informacion-y-occupy-wall-street/
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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