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viernes, noviembre 05, 2010

PARA ELIMINAR EL BLOQUEO CONTRA CUBA, MAS QUE SANCIONES MORALES FALTAN ACCIONES FIRMES


Caracas. Oct. AVN
Autor: (Hernán Mena Cifuentes).-

La ONU condenó este martes por décimonovena vez el bloqueo económico, financiero y comercial que EE UU impuso a Cuba hace medio siglo, condena que, pese a su valor moral y ético no podrá impedir que el Imperio, soberbio y prepotente ponga fin ese acto de guerra generador de hambre, miseria, enfermedad y muerte, por lo que se requiere de acciones firmes y contundentes para eliminarlo. Si bien es cierto que desde 1992 los gobiernos y pueblos del mundo vienen condenando en la ONU cada vez con mayor número de votos el criminal embargo, el gobierno yanqui, ciego y sordo, en vez de acatar el clamor de justicia del llamado planetario, endurece las sanciones contra la isla rebelde y revolucionaria, y amparado en su poder de gran superpotencia se burla de ellos y continúa cínica e impunemente cometiendo ese crimen de lesa humanidad. Para nada le importa que en esta ocasión como antes, al votar la solicitud de condena del bloqueo se registraran 187 votos a favor y sólo 2 votos en contra, el propio y el de su vasallo el Estado sionista de Israel y 3 abstenciones, Palaos, Micronesia e Islas Marshall, diminutas ínsulas del Pacífico, virtuales protectorados yanquis cuya población conjunta no supera a la de un barrio de Caracas, cuyos gobiernos sobreviven gracias a las migajas que les arroja Washington, chantaje económico que compra sus votos. Tampoco le importa el clamor de las voces de miles de intelectuales, Premios Nobel y otras personalidades que desde todos los rincones del planeta expresan en declaraciones o documentos públicos colectivos o individuales, su repudio y rechazo al cruel boicot considerándolo como un acto de guerra o genocidio, tal como lo juzgan todas las convenciones internacionales que velan por la defensa y respeto de los DD HH. De allí que EE UU podrá ser condenado moralmente cada vez que se reúna la Asamblea general de la ONU, pero no obstante, seguirá aplicando ese lento y silencioso genocidio que tanto daño causa a un pueblo cuyo único delito ha sido querer ser libre y soberano, como lo es desde que hace 51 años, Fidel, su líder, junto con el Che, Raúl y sus valientes combatientes revolucionarios derrotaron a sus vasallos, el tirano Batista y la corrupta oligarquía cubana. Pero, el Imperio es implacable y vengativo, por lo que jamás perdonó que se encendiera aquella chispa que, como temía, habría de encender la llamarada de rebeldía que con el tiempo se extendería por toda América Latina y el Caribe, y en fallido intento por apagarla, decidió imponer un embargo a Cuba, en el mas cruel y prolongado de la historia, que sin embargo no logró su propósito: matar de hambre a un pueblo que, a 48 años de haber sido impuesto, resiste con dignidad e hidalguía sus embates. Ese asedio económico a la isla había comenzado años antes, inmediatamente después del triunfo de la Revolución. No le fueron devueltos los 424 millones de dólares reclamados por el gobierno revolucionario en febrero de 1959, que Batista y sus colaboradores en su huída robaron del Banco Nacional de Cuba y depositaron en bancos estadounidenses. En septiembre de 1960 se suspendieron las operaciones de la planta de níquel de Nicaro, propiedad del gobierno estadounidense; tres meses después Eissenhower eliminó la cuota azucarera cubana para los primeros tres meses de 1961; En enero de 1961 EE UU rompió relaciones diplomáticas con Cuba y en marzo de ese mismo año, Kennedy suprimió en el mercado norteamericano la cuota de tres millones de toneladas de azúcar cubana. El 17 de abril de 1961 un contingente de mercenarios cubanos con apoyo logístico, naval y aéreo de EE UU, en vista del fracaso de esas medidas con las que esperaban derrocar al gobierno, invadieron la isla por Playa Girón, pero igualmente fueron derrotados por las fuerzas revolucionarias lideradas por Fidel. Por lo tanto, es falso, como se asegura, que el boicot se adoptara en represalia por las acciones de la Revolución cubana contra los intereses económicos de EE UU en la recién liberada isla, pues la mayoría de esas acciones se sucedieron antes de que Fidel proclamara el carácter socialista del proceso libertario, como lo fue también el memorando que Lester D. Mallory subsecretario de Estado Adjunto para Asuntos Interamericanos dirigiera al presidente J. F Kennedy, en 1960, diciéndole: “La mayoría de los cubanos apoyan a Castro. No existe una oposición política efectiva en Cuba, por tanto, el único medio previsible que tenemos hoy para enajenar el apoyo interno a la Revolución, es a través del desencanto y el desaliento, basados en la insatisfacción y las dificultades económicas. Debe utilizarse prontamente cualquier medio concebible para debilitar la vida económica de Cuba. Negarle dinero y suministros a Cuba, para disminuir los salarios reales y monetarios, a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno.” Sólo una mente criminal y enfermiza pudo haber concebido tan perverso como siniestro plan, que habría de convertirse en alma y corazón del texto del bloqueo económico, financiero y comercial que dos años después aplicaría EE UU contra la isla, y al que mas tarde se le sumarían otras medidas tan crueles e inhumanas como la Ley Torrecelli y la Ley Helms-Burton. Se trata de un monstruoso crimen de lesa humanidad, ya que según la Convención de Ginebra del 9 de diciembre de 1948, se entiende por genocidio: ..“(…) los actos perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso” -y, entre esos actos se señala- el “sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial.” Y eso es lo que persigue el boicot que ha provocado pérdidas por más de 80.000 millones de dólares a la economía cubana, a las que se suman las vidas que se han perdido por causas directas o indirectas del mismo, incalculable tesoro viviente que como dijo ese gran hombre y revolucionario, el Guerrillero heroico, Che Guevara: “Vale millones de veces más la vida de un solo hombre en el planeta que el oro del hombre más rico.” Por lo tanto, si como afirmó Fidel hace 15 años ante la 50ª Asamblea General de la ONU, diciendo que “Queremos un mundo (…) sin crueles bloqueos que matan hombres, mujeres y niños, jóvenes y ancianos, como bombas atómicas silenciosas”, es prioritario diseñar y aplicar cuanto antes, uno o varios instrumentos jurídicos capaces de derribar las barreras de la impunidad que EE UU ha erigido para desatar genocidios impunemente, como el bloqueo impuesto a Cuba. Esa obra histórica le corresponde a los Estados con gobiernos y líderes progresistas y revolucionarios con clara visión y conciencia del valor de la vida humana, para que, en nombre de las vidas que se han perdido en Cuba y en solidaridad con los que aún sobreviven a la devastación que ha dejado el boicot, doten al foro mundial de esa herramienta que logre desaparecer la mueca de burla que exhibe el Imperio cada vez que se le condena por un crimen tan cobarde y vil como ese. Los Estados del llamado Tercer Mundo se presentan como avanzada de esa lucha orientada a cambiar las obsoletas normas que por imposición de EE UU y otras grandes potencias aún rigen en la ONU, como lo es el caso veto en el Consejo de Seguridad, instancia que por tener poder de decisión, predomina sobre la Asamblea General que carece del mismo ante situaciones que comprometen el respeto a la soberanía e integridad de los pueblos como es el caso del boicot a Cuba. Dicha condición la avala el hecho de que son mayoría en la ONU y estar agrupados en organizaciones regionales y continentales como Unasur, Alba, No Alineados, Grupo de Río, Comunidad de Estados Latinoamericanos Caribeños y otras que, una vez, libres de presiones y amenazas acuerden estructurar un movimiento global dirigido a modificar las añejas estructuras del foro mundial, no habrá poder que se lo impida. De no hacerlo, estarán condenados a seguir sometidos en la ONU al yugo imperial, pero, si hacen realidad el sueño que vislumbró Bolívar al decir que “La unidad de nuestros pueblos no es simple quimera de los hombres, sino inexorable decreto del destino”, entonces tendrán poder para desafiar y vencer al imperio obligándole a suspender el boicot genocida impuesto a Cuba y demás guerras de conquista como las que hoy impone al mundo.

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