Antonio Lauro el “Strauss” de la Guitarra
6 Agosto 2010 La Voz de san Joaquin
Fuente: WEB-CO
El martes 3 de agosto se cumplieron 93 años del natalicio de este insigne músico. En su memoria se realizan conciertos todos los martes de este mes, a las 8:00 pm, la sala 1 del Celarg
Natalia Lauro disfruta la exposición en homenaje a su padre, en el Celarg
“Antonio Lauro fue no solo un guitarrista venezolano que alcanzó justificada fama mundial. Se formó de manera exhaustiva en las artes musicales y demostró, en sus múltiples aspectos, haber adquirido un dominio total. En lo humano poesía bondad y tolerancia con el prójimo; como padre y esposo fue de una ejemplaridad nada común. Llevó una vida sacrificada en pos de una unidad artística, lograda con un humanismo singular, que ha de servir siempre de ejemplo a quienes pretendan alcanzar la inmaculada cumbre de Antonio Lauro”, así describe el musicólogo, Francisco Curt Lange, presidente de la Sociedad Latinoamericana de Investigaciones Musicales, al insigne maestro venezolano.
El “Strauss de la guitarra”, lo llamó el destacado músico australiano John Williams, muy seguramente por su innovador estilo de hacer valse, género que constituye una muy buena parte de su obra. “Utilizó sus conocimiento de armonía y estudios en la música en general, para enriquecer el valse con elementos autóctonos y crear una formula propia”, señala Luis Augusto Lauro, su hijo menor. La mayoría de los valses están escritos con una métrica de ¾, pero el artista les agregaba un toque de complejidad y refinamiento: los componía e interpretaba al doble, es decir en 6/8, casualmente la misma métrica del joropo.
El aporte del virtuoso venezolano a la música mundial esta presente también en programas de enseñanza de guitarra. En escuelas de diferentes latitudes del globo, incluso en Japón, los alumnos deben interpretar impecablemente algunos temas del maestro para ser promovidos a los últimos años de estudio del instrumento de las cinco cuerdas.
Uno de esos temas cuya inmaculada interpretación marca diferencia en la destreza de incipientes guitarristas es “Natalia”. La obra data de 1940, cuando el maestro estaba de gira en Ecuador. Nelly Carvajal, productora musical y nuera de Lauro, recuerda las palabras de su padre político “contaba que estaba en un hotel de Guayaquil cuando le llegaron las musas y enseguida la escribió para no olvidarla. Al principio la tituló ‘Valse número 3′ y en 1965, la bautizó con el nombre de su hija”.
La misma Natalia Lauro complementa la historia. “Cuando papá compuso el valse, aún no se casaba con mi mamá y faltaban como 10 años para que yo naciera. La pieza formaba parte de un cuadernillo que tenía tres valses y ese era el número tres. Cuando yo cumplí 15 años, ya existía una versión para orquesta y papá me sacó a bailarlo, lo tocaba la orquesta de Daniel Milano. Bailando me lo dedicó y me dijo que a partir de ese día el tema se llevaría mi nombre. Me siento muy orgullosa y afortunada, porque con el tiempo se convirtió en la gran obra de papá. Hay muchísimas versiones. Incluso en Youtube esta un video donde aparece Sting como ensayándola, es interesantísimo”.
Quizás dos de los principales factores que incidieron directamente en la fructífera carrera de Antonio Lauro fueron, en primer lugar la precocidad con que descubrió su vocación y en segundo, su sólido y constante estudio sistemático. Con apenas nueve años de edad, el guayanés ya mostraba inclinaciones hacia la música y a los 13 comenzó en la Escuela Superior de Música José Ángel Lamas, que por entonces era conocida como la Academia de Música y Declamación.
Su configuración académica estuvo a cargo nada menos que de Vicente Emilio Sojo y Salvador Llamozas, aunque su tutor principal, al menos en el aprendizaje que le llevó a perfeccionar la ejecución de la guitarra, fue Raúl Borges.
El menor de sus retoños, Luis Augusto, cuenta que la relación de su padre con los docentes fue siempre muy estrecha. “El maestro Sojo no sólo lo formó como músico, también le inculcó principios y valores humanos, fue como un padre para él, al igual que Borges”.
En cuanto a los discípulos, Luis Agusto comentó que los trataba como si fueran familiares “Los invitaba a casa para hacer clases de perfeccionamiento y almorzaban con nosotros y luego los llevaba a casa en un su Volkswagen, con todos los instrumentos”.
La familia del juglar lo describe como una persona de buen corazón y muy activa. “Hablaba esperanto, fue presidente de la Asociación Esperantista de Venezuela, también fue radio aficionado, dibujante, fotógrafo apasionado y le gustaba trabajar con madera”, dice Natalia, con notable emoción.
Un merecido homenaje se le estará rindiendo al destacado músico en la Sala 1 del Celarg, donde se escenificarán conciertos todos los martes de agosto a las 8 pm. Mientras que en la Sala Arturo Uslar Pietri se ofrece una muestra titulada Vida y Obra del Maestro Lauro, donde se exponen interesantes objetos como las partituras originales de sus más emblemáticas creaciones, guitarras, afiches y fotografías.
El martes 3 de agosto se cumplieron 93 años del natalicio de este insigne músico. En su memoria se realizan conciertos todos los martes de este mes, a las 8:00 pm, la sala 1 del Celarg
Natalia Lauro disfruta la exposición en homenaje a su padre, en el Celarg
“Antonio Lauro fue no solo un guitarrista venezolano que alcanzó justificada fama mundial. Se formó de manera exhaustiva en las artes musicales y demostró, en sus múltiples aspectos, haber adquirido un dominio total. En lo humano poesía bondad y tolerancia con el prójimo; como padre y esposo fue de una ejemplaridad nada común. Llevó una vida sacrificada en pos de una unidad artística, lograda con un humanismo singular, que ha de servir siempre de ejemplo a quienes pretendan alcanzar la inmaculada cumbre de Antonio Lauro”, así describe el musicólogo, Francisco Curt Lange, presidente de la Sociedad Latinoamericana de Investigaciones Musicales, al insigne maestro venezolano.
El “Strauss de la guitarra”, lo llamó el destacado músico australiano John Williams, muy seguramente por su innovador estilo de hacer valse, género que constituye una muy buena parte de su obra. “Utilizó sus conocimiento de armonía y estudios en la música en general, para enriquecer el valse con elementos autóctonos y crear una formula propia”, señala Luis Augusto Lauro, su hijo menor. La mayoría de los valses están escritos con una métrica de ¾, pero el artista les agregaba un toque de complejidad y refinamiento: los componía e interpretaba al doble, es decir en 6/8, casualmente la misma métrica del joropo.
El aporte del virtuoso venezolano a la música mundial esta presente también en programas de enseñanza de guitarra. En escuelas de diferentes latitudes del globo, incluso en Japón, los alumnos deben interpretar impecablemente algunos temas del maestro para ser promovidos a los últimos años de estudio del instrumento de las cinco cuerdas.
Uno de esos temas cuya inmaculada interpretación marca diferencia en la destreza de incipientes guitarristas es “Natalia”. La obra data de 1940, cuando el maestro estaba de gira en Ecuador. Nelly Carvajal, productora musical y nuera de Lauro, recuerda las palabras de su padre político “contaba que estaba en un hotel de Guayaquil cuando le llegaron las musas y enseguida la escribió para no olvidarla. Al principio la tituló ‘Valse número 3′ y en 1965, la bautizó con el nombre de su hija”.
La misma Natalia Lauro complementa la historia. “Cuando papá compuso el valse, aún no se casaba con mi mamá y faltaban como 10 años para que yo naciera. La pieza formaba parte de un cuadernillo que tenía tres valses y ese era el número tres. Cuando yo cumplí 15 años, ya existía una versión para orquesta y papá me sacó a bailarlo, lo tocaba la orquesta de Daniel Milano. Bailando me lo dedicó y me dijo que a partir de ese día el tema se llevaría mi nombre. Me siento muy orgullosa y afortunada, porque con el tiempo se convirtió en la gran obra de papá. Hay muchísimas versiones. Incluso en Youtube esta un video donde aparece Sting como ensayándola, es interesantísimo”.
Quizás dos de los principales factores que incidieron directamente en la fructífera carrera de Antonio Lauro fueron, en primer lugar la precocidad con que descubrió su vocación y en segundo, su sólido y constante estudio sistemático. Con apenas nueve años de edad, el guayanés ya mostraba inclinaciones hacia la música y a los 13 comenzó en la Escuela Superior de Música José Ángel Lamas, que por entonces era conocida como la Academia de Música y Declamación.
Su configuración académica estuvo a cargo nada menos que de Vicente Emilio Sojo y Salvador Llamozas, aunque su tutor principal, al menos en el aprendizaje que le llevó a perfeccionar la ejecución de la guitarra, fue Raúl Borges.
El menor de sus retoños, Luis Augusto, cuenta que la relación de su padre con los docentes fue siempre muy estrecha. “El maestro Sojo no sólo lo formó como músico, también le inculcó principios y valores humanos, fue como un padre para él, al igual que Borges”.
En cuanto a los discípulos, Luis Agusto comentó que los trataba como si fueran familiares “Los invitaba a casa para hacer clases de perfeccionamiento y almorzaban con nosotros y luego los llevaba a casa en un su Volkswagen, con todos los instrumentos”.
La familia del juglar lo describe como una persona de buen corazón y muy activa. “Hablaba esperanto, fue presidente de la Asociación Esperantista de Venezuela, también fue radio aficionado, dibujante, fotógrafo apasionado y le gustaba trabajar con madera”, dice Natalia, con notable emoción.
Un merecido homenaje se le estará rindiendo al destacado músico en la Sala 1 del Celarg, donde se escenificarán conciertos todos los martes de agosto a las 8 pm. Mientras que en la Sala Arturo Uslar Pietri se ofrece una muestra titulada Vida y Obra del Maestro Lauro, donde se exponen interesantes objetos como las partituras originales de sus más emblemáticas creaciones, guitarras, afiches y fotografías.
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