Néstor Aponte
Rebelión
En Venezuela, las devaluaciones del tipo cambiario (la relación bolívar- dólar) no se relacionan con los consabidos problemas de flujo de caja del Estado en el suministro de dólares a la economía o con la reactivación del aparato productivo a costa de una mano de obra más barata que permita competir con otras economías. En Venezuela, el aumento de los tipos de cambio se relaciona con la distribución de la renta y la fuga de capitales.
Desde hace ya algunos años se ha producido en Venezuela una estampida de capitales al extranjero. Los argumentos para hacerlo van desde protegerse frente a la inestabilidad de la moneda hasta la amenaza que representa para los capitalistas las proclamas del gobierno respecto al socialismo. Pero, lo cierto es que este análisis resulta poco convincente e insuficiente si no tomamos en cuenta la geo economía internacional y los flujos de capital que ella determina. Es el caso que la reactivación del sistema productivo norteamericano; así como del europeo, requieren de capitales hasta ahora productivos en Latinoamérica, por ser la fuente de materia prima. La reactivación de estas economías está determinando un flujo de capitales productivos y especulativos de Latinoamérica hacia Norteamérica y Europa; fenómeno este que es sufragado por los Estados latinoamericano con dólares preferenciales. A esta estampida de capitales se agregan los capitales especulativos y traidores de los sectores financiero e importador, de las burguesías nacionales, que siempre han considerado como sus mercados naturales los norteamericanos o europeos; en desmedro de la economía nacional. Esos capitales sólo siguen el camino trazado por sus amos sin importar la descapitalización del Estado y la miseria de los pueblos que le dieron vida.
En otro sentido, esa dinámica ha sido atenuada hasta ahora en los denominados Estados Emergentes en virtud de una estrategia de fortalecimiento económico de los capitales norteamericanos y europeos que ven en ellos la posibilidad de ampliar sus propios mercados. Sin embargo, ya hay señales de fuga de capitales en esos países, que dan señales de cambios en los flujos de capital. Ya se recienten las reservas internacionales de países como Brasil o Argentina, por mencionar dos países Latinoamericanos, que actualmente están financiando la fuga de capitales hacia Estados Unidos y Europa.
En Venezuela la fuga de capitales a través de figuras como las “expropiaciones” o el estímulo a los sectores productivos con dólares preferenciales para la importación de alimentos de primera necesidad como producto para refrescos o Snack (Cocacola o cheese tris); así como, las importación de partes y piezas de vehículos (como General motor o toyota), entre muchos otros, han sido una verdadera hemorragia de dólares preferenciales para financiar la economías norteamericana y europea. Esta es la inmensa cuota parte de la renta petrolera venezolana, que le exige el capital transnacional a Venezuela para financiar las economías Norteamericana y Europea. Hemorragia que junto a su estrategia de disminución en el costo de la mano de obra en Estados Unidos y Europa determinan las condiciones para la reactivación económica de estos bloques de poder.
Por otra parte, el costo de ese financiamiento sin intereses y sin amortización (gratuito) implica el logro del debilitamiento económico y financiero de los países latinoamericanos. Esto con el fin de secar nuestras reservas internacionales y justificar la creación de una inmensa deuda externa que nos lleve a una crisis económica, social y política que haga viable la tesis de cambiar deuda por soberanía: deuda por nuestros propios territorios y pueblos de centro y sur americana. Esto es, lograr la anexión de todo un sub continente al imperio norteamericano a muy bajo costo.
A ese contexto internacional se agrega el debilitamiento consciente y permanente de nuestra industria petrolera, la incapacidad del Estado para estimular y activar un aparato productivo no petrolero; así como, la baja o nula producción de bienes y servicios de las empresas del Estado o la falta de castigo a los delincuentes que especulan y comenten ilícitos cambiarios con dólares e importaciones.
Sin embargo, nuestro peor problema es el estigma de quienes niegan la generación de riqueza en las empresas del Estado y en las empresas “socialistas”. Tesis que se ve alimentada y justificada por una nefasta incapacidad gerencial por parte de Funcionarios colocados a dedo en puestos de dirección; así como, una clase trabajadora inconsciente y apática que solo piensa en mejoras salariales y subsidios y no se incorpora al desarrollo de empresas socialistas. Esa mezcla fatídica niega, de hecho, el desarrollo alternativo de una economía productiva socialista que compense la salida de capitales que arremete contra el proceso bolivariano.
No se trata de un problema de oferta y demanda de dólares que el Estado debe suplir; se trata de fuga de capitales e incapacidad productiva. Y en esa perspectiva la devaluación no sólo debe ser una forma de protección de las reservas del Estado; debemos convertirla en una palanca para el cambio que nos permita desarrollar con la clase trabajadora una economía productiva socialista. Viviremos y Venceremos, que viva el Socialismo ¡Carajo!
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