Las noticias de México
Las primeras grandes campañas de las agencias y los medios contra procesos políticos en América estuvieron dirigidas contra la revolución mexicana y, en particular, contra Pancho Villa, campaña asociada al envío de varios acorazados y la toma militar de Veracruz, y después, en 1938-39 contra la nacionalización del petróleo dictada por el presidente Lázaro Cárdenas
Las primeras grandes campañas de las agencias y los medios contra procesos políticos en América estuvieron dirigidas contra la revolución mexicana y, en particular, contra Pancho Villa, campaña asociada al envío de varios acorazados y la toma militar de Veracruz, y después, en 1938-39 contra la nacionalización del petróleo dictada por el presidente Lázaro Cárdenas. Esa última se difundió profusamente en la prensa estadounidense y en la latinoamericana, que noticiosamente dependía de las agencias AP, UP e INS, y solo cesó cuando se hizo inminente la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
Ahora ha ocurrido un proceso a la inversa, el petróleo dejó de ser exclusivamente de México y su exploración, explotación y comercialización lo comparte con las transnacionales después de que el Presidente promovió, con el apoyo de los partidos PRI y PAN, la reforma de la Constitución, vigente desde 1938 el principio de la nacionalización.
Precisamente, a propósito de ese proceso desnacionalizador, que movilizó a buena parte de los mexicanos en protestas silenciadas por las agencias, y que apenas tuvo eco en los medios venezolanos y, supongo, tampoco en los de otros países de la región, ni fue motivo de pronunciamientos de entidades como la Alba o Petrocaribe, acabo de recibir el libro 1938: El petróleo que fue de México, argumento histórico para una película que aún no se ha filmado, escrito por el ensayista Carlos Montemayor y editado por el diario La Jornada y el Sindicato de Electricistas de México.
El texto recoge una original historia ordenada cronológicamente para una película de un proceso que tuvo su epicentro cuando el presidente Lázaro Cárdenas leyó el respectivo decreto a las 9:30 pm de la noche del 18 de marzo de 1938; allí están los hechos de la movilización de masas y de secretas reuniones, desde el 3 de enero hasta el 31 de diciembre de ese año.
Pocos días antes, el 23, en las oficinas de la Standard Oil en Nueva York, en una reunión de sus directivos, uno de ellos, Thomas Armstrong, quien consideraba que “los mexicanos son incapaces de conservar la industria petrolera”, al final de esa conversación dice:
“Si no es cuestión de días y meses, entonces será cuestión de años. No importa cuántos años transcurran, pero el petróleo mexicano volverá a nuestras manos”.
Proféticas palabras, razones por las cuales seguramente nunca veremos esa película.
(Y a propósito, ese libro lo despacharon de Ciudad de México el 26 de noviembre; por el matasello se sabe que el 10 de enero estaba en Caracas, que el 14 lo tuvo Ipostel de Petare, y cuatro días más tarde, llegó a mi oficina).
Simón Bolívar tuvo entre sus planes la independencia de Cuba y de Puerto Rico, incluso amenazas de enviar dos expediciones, una con el Mariscal Sucre al frente, y otra con el General Páez, recomendó usarlas hasta para intimidar a España, que no quería reconocer la independencia. En 1826 le escribe a Sucre en el mismo sentido y un año después: “Libres Cuba y Puerto Rico, Colombia no tenía que temer a las armas españolas”; después le escribe al general Santa Cruz sobre los riesgos de esa operación, pero “no por eso abandonar esa idea que siempre ha sido mi favorita”. Son los primeros antecedentes que demuestran el compromiso de Venezuela por la independencia de esos dos países, hoy renovados con la propuesta de incorporar a Puerto Rico a la Celac.
El avance del cine nacional no tiene comparación con ninguna otra época. Se anuncia el estreno de 54 películas este año, casi una a la semana. Y mientras el cine extranjero hasta el 14 había atraído a 298.655 espectadores, las películas venezolanas llevaron 321.486, y entre ellas, “Papita, maní y tostón” recaudaba más de medio millón de bolívares.
Uno no entiende algunas cosas que sólo ocurren en Venezuela. Los latinoamericanos que se van a EEUU y consiguen trabajo envían a sus familiares remesas de dólares, de acuerdo con sus ingresos. Lógico. Lo que sorprende es saber que desde aquí se enviaron el año pasado a EEUU remesas por un total de ¡40 millones de dólares!, los cuales ingresan a la economía de la primera potencia del mundo. El mundo al revés, como diría Galeano.
Fue el historiador Germán Carrera quien dijo que “el gran temor de este régimen es que toda consulta al pueblo es un riesgo”. Aunque de 19 elecciones ha ganado 18. Y como decía Lula, “cuando no hay elecciones, Chávez las inventa”. Corriendo riesgos.
No tiene explicación que ningún dirigente regional del Psuv, ni nadie fuera de la Dirección Nacional, integre alguna de las comisiones preparatorias del I Congreso del Psuv.
No sé si recordarán que en octubre escribí una nota sobre los trabajos roñeros en la calle San Francisco de Macaracuay. El caso es que los realizó Pdvsa para instalar tuberías, y todavía se ven las huellas de ese desastre.
Hace poco me llegó un trabajo sobre los bares más antiguos de América Latina. Creí que era el Café Tortoni, de Buenos Aires, 1858, que tuvo clientes famosos como Fangio, Borges y Gardel, y donde se cuenta que fraguaron golpes de Estado, pero aparece uno de Montevideo, “El Hacha”, de 1726, casi con la fundación de la ciudad. En un restaurante con amigos, buscamos los más antiguos de Caracas. Ninguno de los años 30.
Pura bulla oposicionista cuando se divulgó la lista de políticos viajeros de Navidad al exterior. Las amenazas de demanda ante los tribunales quedaron en eso, pura bulla.
De libros recién editados por la Universidad Bolivariana (UBV) destacan “La insurrección armada en Venezuela”, de Pedro Pablo Linares, años tras los huesos de tantos combatientes caídos en combate; “Venezuela: potencia emergente”, compilación de Haiman El Troudi y Fausto Fernández, y la reedición de “De Yare a Miraflores, el mismo subversivo”, las entrevistas de José Vicente Rangel al comandante Hugo Chávez.
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Ahora ha ocurrido un proceso a la inversa, el petróleo dejó de ser exclusivamente de México y su exploración, explotación y comercialización lo comparte con las transnacionales después de que el Presidente promovió, con el apoyo de los partidos PRI y PAN, la reforma de la Constitución, vigente desde 1938 el principio de la nacionalización.
Precisamente, a propósito de ese proceso desnacionalizador, que movilizó a buena parte de los mexicanos en protestas silenciadas por las agencias, y que apenas tuvo eco en los medios venezolanos y, supongo, tampoco en los de otros países de la región, ni fue motivo de pronunciamientos de entidades como la Alba o Petrocaribe, acabo de recibir el libro 1938: El petróleo que fue de México, argumento histórico para una película que aún no se ha filmado, escrito por el ensayista Carlos Montemayor y editado por el diario La Jornada y el Sindicato de Electricistas de México.
El texto recoge una original historia ordenada cronológicamente para una película de un proceso que tuvo su epicentro cuando el presidente Lázaro Cárdenas leyó el respectivo decreto a las 9:30 pm de la noche del 18 de marzo de 1938; allí están los hechos de la movilización de masas y de secretas reuniones, desde el 3 de enero hasta el 31 de diciembre de ese año.
Pocos días antes, el 23, en las oficinas de la Standard Oil en Nueva York, en una reunión de sus directivos, uno de ellos, Thomas Armstrong, quien consideraba que “los mexicanos son incapaces de conservar la industria petrolera”, al final de esa conversación dice:
“Si no es cuestión de días y meses, entonces será cuestión de años. No importa cuántos años transcurran, pero el petróleo mexicano volverá a nuestras manos”.
Proféticas palabras, razones por las cuales seguramente nunca veremos esa película.
(Y a propósito, ese libro lo despacharon de Ciudad de México el 26 de noviembre; por el matasello se sabe que el 10 de enero estaba en Caracas, que el 14 lo tuvo Ipostel de Petare, y cuatro días más tarde, llegó a mi oficina).
Simón Bolívar tuvo entre sus planes la independencia de Cuba y de Puerto Rico, incluso amenazas de enviar dos expediciones, una con el Mariscal Sucre al frente, y otra con el General Páez, recomendó usarlas hasta para intimidar a España, que no quería reconocer la independencia. En 1826 le escribe a Sucre en el mismo sentido y un año después: “Libres Cuba y Puerto Rico, Colombia no tenía que temer a las armas españolas”; después le escribe al general Santa Cruz sobre los riesgos de esa operación, pero “no por eso abandonar esa idea que siempre ha sido mi favorita”. Son los primeros antecedentes que demuestran el compromiso de Venezuela por la independencia de esos dos países, hoy renovados con la propuesta de incorporar a Puerto Rico a la Celac.
El avance del cine nacional no tiene comparación con ninguna otra época. Se anuncia el estreno de 54 películas este año, casi una a la semana. Y mientras el cine extranjero hasta el 14 había atraído a 298.655 espectadores, las películas venezolanas llevaron 321.486, y entre ellas, “Papita, maní y tostón” recaudaba más de medio millón de bolívares.
Uno no entiende algunas cosas que sólo ocurren en Venezuela. Los latinoamericanos que se van a EEUU y consiguen trabajo envían a sus familiares remesas de dólares, de acuerdo con sus ingresos. Lógico. Lo que sorprende es saber que desde aquí se enviaron el año pasado a EEUU remesas por un total de ¡40 millones de dólares!, los cuales ingresan a la economía de la primera potencia del mundo. El mundo al revés, como diría Galeano.
Fue el historiador Germán Carrera quien dijo que “el gran temor de este régimen es que toda consulta al pueblo es un riesgo”. Aunque de 19 elecciones ha ganado 18. Y como decía Lula, “cuando no hay elecciones, Chávez las inventa”. Corriendo riesgos.
No tiene explicación que ningún dirigente regional del Psuv, ni nadie fuera de la Dirección Nacional, integre alguna de las comisiones preparatorias del I Congreso del Psuv.
No sé si recordarán que en octubre escribí una nota sobre los trabajos roñeros en la calle San Francisco de Macaracuay. El caso es que los realizó Pdvsa para instalar tuberías, y todavía se ven las huellas de ese desastre.
Hace poco me llegó un trabajo sobre los bares más antiguos de América Latina. Creí que era el Café Tortoni, de Buenos Aires, 1858, que tuvo clientes famosos como Fangio, Borges y Gardel, y donde se cuenta que fraguaron golpes de Estado, pero aparece uno de Montevideo, “El Hacha”, de 1726, casi con la fundación de la ciudad. En un restaurante con amigos, buscamos los más antiguos de Caracas. Ninguno de los años 30.
Pura bulla oposicionista cuando se divulgó la lista de políticos viajeros de Navidad al exterior. Las amenazas de demanda ante los tribunales quedaron en eso, pura bulla.
De libros recién editados por la Universidad Bolivariana (UBV) destacan “La insurrección armada en Venezuela”, de Pedro Pablo Linares, años tras los huesos de tantos combatientes caídos en combate; “Venezuela: potencia emergente”, compilación de Haiman El Troudi y Fausto Fernández, y la reedición de “De Yare a Miraflores, el mismo subversivo”, las entrevistas de José Vicente Rangel al comandante Hugo Chávez.
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