OPINIÓN/
/Por Humberto Gómez García/ Caracola/
En menos de un año se han producido dos devaluaciones del bolívar. La de febrero de 2013 donde el dólar pasó de 4.30 a 6.30, es decir, subió el 46%. Ahora, sin anestesia las familias venezolanas que reciben dólares en el exterior, deberán pagar no los 6.30 de los últimos 11 meses sino el doble o casi el doble porque le fue retirado el privilegio de comprarlo a 6.30 para ahora pagarlo al doble, según la mano del mercado en esa figura que es el Sicad donde por el mecanismo de la subasta capitalista se moverá la banda del precio del dólar.
El argumento de que el 70% o más de los productos que se importen se harán al precio de 6.30 es correcto y justo, pero apoyarse o basarse en él para explicar lo que luce inexplicable o injustificable, es decir, imponerle a las familias que residen en el exterior o a los viajeros un salto tan elevado, tan alto del cien por ciento en la compra del dólar luce, cuando menos, como un desatino, algo injusto donde, evidentemente, están pagando la mayoría de los justos que viven en diversos países.
El gobierno descubrió el año pasado el fraude de ciudadanos colombianos y de otras nacionalidades, casas de cambio fronterizas con las llamadas remesas familiares que le descubrieron la contra y con fraude –algunos descubiertos, pero no todos– sacaban los dólares de remesas familiares que son relativamente bajas, 300 dólares por persona residente en el exterior.
¿La forma de enfrentar ese delito es devaluando la moneda afectando miles de venezolanos que residen en el exterior y sus familiares les envían mensualmente las remesas?
Ya el gobierno había tomado sus precauciones y, entre otras, obligó a los extranjeros a hacer sus solicitudes en los bancos acreditados al envío de remesas al exterior por internet. Pero al gobierno se le escapa que mientras las Jefaturas de Caracas solicitan la carpeta a las personas responsables de los envíos un conjunto de requisitos para entregar la Carta de Residencia, en las Jefaturas de los municipios del este de Caracas, en manos de derechistas conspiradores, el trámite es tan sencillo que con sólo presentar la cédula de identidad es suficiente para que le den al extranjero residente la Carta. He allí una enorme brecha por donde se cuela la corrupción y no se hace nada por cerrarla.
Pero no sólo eso sino que la medida se extiende a quienes viajan a los diferentes países del mundo que por culpa de una minoría de venezolanos corrompidos, antipatriotas, que le hicieron el juego a la corrupción burguesa y salieron a “raspar” las tarjetas de crédito, tarjetas propias y de grupos igualmente corruptos que compraron pasajes para diferentes países de América Latina, Estados Unidos o Europa y no viajaban sino que se las entregaban a una persona para que hicieran la turbia negociación en Perú, Ecuador, Miami, Francia o Inglaterra, entre otras naciones.
Evidentemente aquello se había constituido en una industria manejada desde el exterior y por mafias oligarcas y de la clase media en Venezuela. Ya era público en Lima, Perú; en Madrid, España; en Quito, Ecuador, para sólo mencionar algunos países, donde se “raspaban” tarjetas de crédito venezolanas públicamente, con anuncios en centros comerciales, incluso personas con carnets en el pecho con el logo de Cadivi. Un viajero, por lo regular venezolano, con un cargamento de tarjetas de otras personas que teniendo el cupo de Cadivi no viajaban y se las entregaban confiados a su “representante”. ¿Cuánto cobraba el “gestor” que iba de aquí a “raspar” y cuánto le quedaba al que la raspaba la tarjeta en Miami, Lima, Madrid o Quito? Todo un negocio redondo que, evidentemente, afectaba al país porque después esos dólares entraban al circuito del dólar conspirador, a un ilícito mercado negro donde la legitimada corrupción permitía la compra de esos dólares a precios de escándalo, inmorales, criminales como parte del proceso subversivo y de guerra económica.
Por supuesto tan nefasta y corrupta práctica había que atacarla, aunque con un pronunciado retardo gubernamental porque la práctica no es nada nueva, probablemente se viene efectuando desde hace dos o más años. Pero parece que el remedio va a ser peor que la enfermedad porque van a pagar justos por pecadores.
A ello se agrega la actitud de las líneas aéreas que han generado una crisis como nunca en la historia de los viajes al exterior con los pasajes que se convirtieron en otra fuente de corrupción y que sólo para este año ya están prácticamente vendidos los pasajes a todos los países del mundo, eliminándose los pasajes más económicos e imponiéndose los de primera clase.
Ahora para viajar hay que pagar los pasajes al doble –si se consiguen–, el gobierno sin miramientos aumentó la tasa aeroportuaria en un porcentaje alto, el dólar viajero igualmente aumenta el cien por cien. Es evidente una cadena devaluativa del bolívar que no se quiere –o no se puede– admitir que lesiona al pueblo. Y digo pueblo porque no es sólo el sector de la clase media el afectado, también los sectores populares que viajan a las naciones de la ALBA, a las Antillas, etc. El hecho de que el estándar de vida se haya elevado, mejorado ostensiblemente el ingreso económico ha hecho posible que ahora el venezolano de a pie viaje más frecuentemente. ¿Con este brutal aumento del cien por cien del precio del dólar cuánto sube la inflación? ¿No se quiere que la gente humilde viaje?
Es evidente, así lo creo firmemente, que sacar los viajes, las remesas familiares y el cupo en dólares de cada ciudadano a 6.30, es un grave error político que repite el desatino del 8 de febrero de 2013 cuando estando el barril de petróleo a 106 dólares se devaluó la moneda el 46%, en parte por los errores del propio gobierno al no controlar el Sitme y entregarle a la banca usurera y conspiradora aquella descomunal masa de dinero montante en 18 mil millones de dólares, de los cuales se quedaron con 14 mil que la mayor parte fue al mercado negro para presionar la devaluación que el gobierno no supo evitar.
Ahora no son suficientes los argumentos del respetado ministro de Minas y vicepresidente del área económica intentando explicar lo inexplicable y justificar lo injustificable cuando, nuevamente, tenemos un barril de petróleo a 104 dólares.
No se aprendió aquella lección donde no hubo controles con el Sitme, y con Cadivi fue peor, lo penetró la oligarquía y se lo devoró completo; la burguesía parasitaria, por falta precisamente de controles y por la corrupción enquistada en el seno de la institución, se apropiaron de miles de millones de dólares. Se entregaban los dólares a las empresas y a los empresarios y la mitad de los dólares se los quedaban e iban al mercado negro o a otros negocios en el exterior, decían que iban a traer maquinarias y venía pura chatarra y nadie exigía cuentas cuando la principal política gubernamental era –y es– la lucha contra la corrupción. ¿Dónde está la lista de los empresarios corruptos? ¿Qué dice la Fiscalía General de la República?
Hay un dicho popular muy sabio y alentador: “Errar es de humano, rectificar es de sabios”.
Creo que el gobierno del camarada Nicolás Maduro debe rectificar esa incorrecta medida de consentir el aumento del cien por ciento del dólar para las remesas familiares, para los viajes, los pasajes y los cupos viajeros. Así no se va a combatir el enriquecimiento de las líneas aéreas o disminuir el raspado de tarjetas. Elevar la vigilancia y los mecanismos de control, hacerle seguimiento en verdad a los viajeros. Una pregunta final: ¿Cuánto incidió la devaluación del dólar en febrero de 2013 en las elecciones de abril donde el triunfo chavista fue por escasos 300 mil votos?
Ya los golpistas del triángulo del crimen María Machado, López, Radonski y otros fascistas llaman a incendiar a Venezuela, intensificar el sabotaje eléctrico con lo que llaman “paquetazo”. “Vamos a prender las calles de Venezuela, todos los rincones, los mercados, las escuelas, las universidades y las plazas con un espíritu de protesta ciudadana”, dijo la damisela en rueda de prensa. (23/01/14)
(humbertocaracola@gmail.com) (@hgcaracola)
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