La empresa multinacional Monsanto ha sido denunciada, en reiteradas oportunidades, por numerosos países y organizaciones campesinas, debido a los daños que causa en la salud de las personas y en el medio ambiente, asociados al uso de agrotóxicos.
Pero la multinacional cuenta con el apoyo de Estados Unidos (EE.UU.), para desarrollar sus actividades que perjudican a humanos, naturaleza y animales, como lo demuestra el último caso de muerte de millones de abejas en el mundo, debido a la utilización de un insecticida, el Dinofeturan, producido por Monsanto.
Sucedió primero en la provincia de Oregón (EE.UU.), donde más de 50 mil abejas murieron en una explotación agrícola. Luego fue en Elmwood, (Canadá), donde fueron halladas 37 millones de abejas muertas. También en Europa las autoridades detectaron una baja notoria de la cantidad de abejas debido al uso de estos productos químicos.
Esto fue denunciado por autoridades rusas, quienes, en una reunión con el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, mostraron su indignación con el régimen de protección que el gobierno de Obama ofrece a Monsanto, principal productora de agrotóxicos.
Sin embargo, la muerte de millones de abejas, que ya es denominada como el “holocausto de abejas”, no resultó suficiente para que el gobierno norteamericano cambie su política y deje de ser el principal protector de la transnacional, que se extiende a lo largo de todo el mundo provocando daños irreversibles.
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