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miércoles, enero 07, 2015

Por las múltiples fuentes del Socialismo del Siglo XXI

Por: Saúl Rivas Rivas º O nos montamos sobre las crisis que son parteras de la historia o las crisis se montan sobre nosotros y nos aplastan. 
Sea bien barrido todo lo podrido que se cae y bienvenido todo lo que amanece. En Abya-Yala, el Sol nace por el Sur.
El diverso legado cultural de nuestros pueblos y la praxis de Chávez y Rengifo, entre otros patriotas, nos permite multiplicar y profundizar en las fuentes vivas para la construcción participativa del socialismo del siglo XXI. Ellos son portadores de la presencia de una venezolanidad, de una indoamericanidad y caribeñidad irreductibles para nuestra independencia, emancipación, autonomía cultural y educativa frente al imperialismo norteamericano y el colonialismo europeo. 
Ellos son expresión de la anti-conquista, el bolivarianismo de la Patria Grande, la identidad nacional como país; de un marxismo crítico que no legitima ninguna conquista del pasado y del presente, ni de España y Portugal, de los bélzares o de la Guipuzcoana, de Inglaterra, Francia y Holanda ayer, ni de USA o del sionismo hoy ante Puerto Rico o Palestina. Frente a Irak, Libia, Siria o Afganistán. Que no avala ningún patriarcalismo, ni los hispanocentrimos o el neolatinismo de la raza cósmica de Vasconcelos, las nuevas formas de apartheid económico y social, etno-raciales, pseudo-religioso incluso, político y clasista intolerante. 
Que reivindica las teologías de la liberación, las filosofías, antropologías y pedagogías de la liberación. Los indosocialismos y sus gemelos: los ecosocialismos. La unidad cívico-militar de todos los patriotas frente a la injerencia imperialista. Que avanzan sobre los referentes de la integración continental bolivariana que dejó montados entre nosotros el Comandante Supremo: Alba, Unasur, Petrocaribe, Mercosur, CELAC. 
Que articulan partidos revolucionarios y movimientos político-sociales en un Gran Polo Patriótico. Primero: históricamente los pueblos como creadores colectivos de las culturas y civilizaciones, generan diversos legados que enriquecen esas fuentes vivas para la construcción del socialismo del siglo XXI. Segundo: las castas, clases y estamentos dominantes, los imperios, tratan casi siempre de invisibilizar esos legados para que la memoria de los pueblos, no esté disponible, al alcance de las manos y del tejido artesanal del pensamiento para la acción política. Tercero: Por eso es necesario asumir los procesos de construcción colectiva y labrar nuevos horizontes teórico-metodológicos que nos permitan retomar nuestro papel histórico en esta coyuntura crítica y donde la crisis está estremeciendo los cimientos de varios siglos de la cultura occidental y cinco siglos de dominación colonial en América. 
Es una crisis política, económica, civilizatoria, ecológica, social y espiritual a escala mundial. Lo cual implica también una crisis de los modos de conocer, de sentir, pensar y convivir. Cuarto: Si nada escapa a la crisis, tampoco escapan los instrumentos de análisis y de operatividad de los que hasta ahora disponemos. Como lo ha visto Atilio Borón, han ocurrido, hechos inesperados, que no estaban dentro de las previsiones de las llamadas “ciencias sociales”, ni de las llamadas “ciencias duras”. De paso, duras o blandas con su aplanadora economicista, están acabando con el planeta. Quinto: Occidente nos impuso su discurso único a través de la ilustración, del discurso de “la ciencia”, descalificando los otros modelos de conocer de nuestros pueblos, incluyendo el quehacer etnocientífico, sus filosofías, artes y espiritualidades. Olvidan como dice EE Mosonyi que el modelo de ciencia de Occidente es sólo una rama de las etnociencias de la humanidad, pero que llegó a ser hegemónica y excluyente. Por eso, la segunda independencia debe superar el discurso único de la Ilustración de Occidente, sea desde nosotros o sobre nosotros en tanto discurso único. Rigoberto Lanz puso en cuestión el llamado “discurso científico” de Occidente. Sexto: Hay que retomar el origen de las culturas, del pueblo-pueblo para re-establecer el nexo entre pueblos y academias, algo parecido a lo que llamamos diálogo de saberes, pero los pueblos indígenas y los afrodescendientes lo llamamos inter-culturalidad. Buscando relaciones de justicia y equidad en el intercambio cultural. Séptimo: La interculturalidad se construye, pero con los pueblos, no partiendo de cero, sino de sus múltiples experiencias históricas y culturales, modelos de etnociencias, filosofías del buen vivir, del arte, de sus visiones del mundo y de la historia. 
De experiencias concretas de vida en común, que hemos llamado con el Comandante Amigo, los indosocialismos y ecosocialismos, fuentes maternas y telúricas del Socialismo del siglo XXI por otros mundos posibles. No por telurismos fundamentalistas o para idealizar ningún pueblo o modo de vida indígena, sino para ver los aportes concretos como matriz colectiva y comunal en todo el entramado de su organización social y política. Y para convivir en el respeto con los pueblos indígenas de nuestro presente histórico. Octavo: La ciencia occidental, la del llamado “método científico”, que nos deletrean en su reduccionismo lingüístico, en su babelesco y mediático discurso los catecismos de nuestras universidades grecorromanas y judeo-cristianas, es una entre muchas de las ciencias de la humanidad, pero su hegemonía le ha permitido montar un discurso único en lo político, en lo económico, en lo social y cultural, incluso en lo espiritual, pretendiendo anular la historia y la geografía para dejar a la juventud y a los pueblos sin historia y sin localización geográfica, en una marcha irreversible contra la vida del planeta, en nombre del “progreso” y “desarrollo”. Un viaje con más náufragos que navegantes en Las Venas Abiertas de América Latina. (E. Galeano). Noveno: Cuando una clase dominante se agota en el poder, empieza a inventarse el fin de la historia, el fin del mundo apelando nuevamente a las teologías de la dominación, el fin de las ideologías, el fin de la política: hasta Dios se vuelve “apolítico”. Se llega a predicar la abstención electoral entre los sectores populares. La política la deja Dios –y el imperio- para uso exclusivo de los sectores medios y pudientes. Décimo: Cuando hay una cruzada pseudo-religiosa a escala del planeta para fanatizar a la gente y hacerla presa fácil del fascismo y de la intolerancia, un “Dios fascista” se pone al servicio del gran capital: es un dios creado “a su imagen y semejanza y según sus intereses”. El financiamiento viene del Norte. Décimo primero: Muy pronto aparecen –como respuesta- sectores de los pueblos, culturas y clases subalternas y algunos voceros disidentes de la dirigencia religiosa, buscando las fuentes originarias del cristianismo de liberación en las catacumbas del pueblo/pueblo. Se levantan teólogos y profetas de la liberación. Hay que escoger, decía Mons. Germán Guzmán en Colombia: ¡Lacayos o Profetas!. Estas potencialidades de liberación, están presentes, pero no siempre manifiestos, en toda religiosidad de los pueblos. Sean católicos, protestantes, mahometanos, budistas y de las espiritualidades intensivas de los pueblos indígenas. -“Busca al cura de parroquia, no busques al Cardenal”, nos recuerda desde sus cantos, Alí Primera (alumno y amigo de César Rengifo). Décimo Segundo: Las teologías de la dominación y las sectas made in USA se alimentan del vacío cultural y espiritual que va dejando la aculturación de la sociedad capitalista. Sin embargo, si los procesos y movimientos de liberación no están encarnados en una cultura viva, si las fuentes y fundamentos no responden a las vivencias y espiritualidades enraizadas en la gente, esa indigencia espiritual será llenada progresivamente por las teologías de la dominación a través de una proliferación de sectas foráneas que terminarán de descontextualizar históricamente, cultural y espiritualmente a la juventud de los pueblos colonizados. Se trabaja a la juventud contra su idioma materno para facilitar la manipulación lingüística, la historia para anular en cada presente sus ancestralidades en convivencia con la creatividad y la innovación; se ataca su espiritualidad, su formación familiar y su religiosidad heredada y particularmente, se promueve la aculturación musical para matarle su espíritu y se le fabrica un calendario a la medida de los intereses del capital y de la moda del consumismo. El colonialismo cultural y religioso nos coloniza hasta el alma y nos des-alma. No temas a los que matan el cuerpo, teme más a los que matan el alma. Estemos alerta.

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