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Julia Cortez fue una de las últimas personas que vio con vida al Comandante Ernesto Che Guevara, quien fue asesinado hace 47 años en la escuelita de La Higuera, Bolivia, donde ella era maestra.
El testimonio de esta mujer forma parte del libro El Che se viste de blanco del periodista y escritor José Antonio Fulgueiras, presentado recientemente en La Paz. Cuenta Julia que con solo 19 años, aquel octubre de 1967 entró tres veces a la escuelita donde tenían preso al Che, con quien conversó sobre varios temas.
La última vez fue para llevarle una sopa hecha por su madre. Recuerda que a solo unos minutos de salir del lugar escuchó la descarga de disparos.
Luego de la confusión supo que ese era el final del hombre noble que conoció como prisionero. Ella regresó al lugar y ya no estaban ni los guardias.
Tenía la ilusión de encontrarlo vivo para auxiliarlo. Pero al verlo muerto, la conmoción la llevó a un shock nervioso. Junto a un cura, la entonces joven limpió la sangre del Guerrillero Heroico y lo sepultó detrás de la escuelita.
Ante una pregunta del periodista, Julia asevera que jamás pensó que el Che alcanzaría la magnitud y el simbolismo que tiene en estos días. En una poesía que escribió, afirma que "de una chispa se formó una hoguera".
El texto El Che se viste de blanco también abarca en sus páginas la cooperación médica de la Isla en tierra boliviana. Al respecto, la maestra califica de muy buena la presencia de los médicos cubanos, uno de los cuales atendió a su madre y hoy es su amigo. Asegura que los cubanos son un ejemplo de vida, porque sirven a la humanidad.
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