El proceso de integración latinoamericana que tiene su epicentro en Sudamérica, sigue siendo indetenible. Las viejas ideas de los libertadores sobre la construcción de la Patria Grande tienen hoy una vigencia y un peso político, que nos hace ser optimistas sobre el futuro común de nuestros pueblos.
Como todo acontecimiento socio-histórico, este proceso no se presenta en forma lineal, tiene idas y venidas, coherencias y contradicciones, altas y bajas. Comenzó a intensificarse con la llegada del nuevo siglo, y llegó a picos de protagonismo como el del 2005, cuando los países latinoamericanos liderados por Hugo Chávez, Néstor Kitcner y Lula da Silva, rechazaron en Mar del Plata la propuesta del ALCA (Zona de Libre Comercio) impulsada por los Estados Unidos y apoyada por gobiernos adláteres como en ese momento fuera el de Vicente Fox de México.
Este proceso se ha venido consolidando sobre todo a través del nacimiento y afianzamiento de instituciones transnacionales con objetivos integradores. El crecimiento y expansión de objetivos del MERCOSUR (Mercado Común del Sur), institución pionera desde los años 90 del siglo pasado; la creación y acertada intervención en varios problemas de la región de la UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas), nacida en 2008; el nacimiento de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) en 2010; así como el ALBA-TCP (Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos) creada en 2004 y el CARICOM (Comunidad del Caribe, Caribbean Community) organización vigente desde 1973; son las muestras colectivas que concretan en su acción el proceso integracionista.
En los últimos tiempos este proceso venía sufriendo una cierta ralentización, a partir de cambios políticos internos y externos y de variables humanas (el fallecimiento de Nestor Kitcher y Hugo Chávez por ejemplo), que han tenido un peso protagónico durante todo este tiempo. Es que el motor fundamental de este proceso ha sido hasta ahora la voluntad política de sus gobernantes (reales representantes de las voluntades de sus pueblos, a partir del fenómeno en toda la región de la llegada al poder de outsiders, como respuesta al fenómeno general de la crisis de los partidos políticos tradicionales y de la decadencia e la vieja democracia representativa). El peso de los nuevos liderazgos ha sido muy importante entonces para los grandes cambios que nuestras naciones vienen atravesando.
Sin embargo, como dijimos el proceso va y vuelve. En los últimos tiempos ha vuelto a acelerarse, concretamente con dos acontecimientos que lo potencian.
El BRICS y la UNASUR en Brasil
La clausura de la Copa del Mundo en Brasil sirvió de marco para una importantísima reunión en ese país del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). El grupo de naciones emergentes que se está constituyendo como un nuevo polo de poder en la geopolítica mundial, dentro del proceso general que va desde la unipolaridad intentada por los Estados Unidos luego de la caída de la Unión Soviética, hasta la multipolaridad que los hechos están imponiendo. Esta reunión del bloque en el corazón de América del Sur significa una llegada a nuestro continente al protagonismo global. Esta reunión se vio complementada con otros importantes acontecimientos. Las giras casi simultáneas de los mandatarios de Rusia (Vladimir Putin) y de China (Xi Jinping) a varios países de la región, así como sus reuniones particulares con los líderes latinoamericanos presentes en Brasil, representan en los hechos un reconocimiento del peso de nuestro continente en el escenario mundial.
Sobre todo que en la ocasión se produjo oficialmente una reunión entre el BRICS y la UNASUR, y se establecieron importantes convenios de cooperación mutua.
El peso político de UNASUR se muestra así en todo su valor, las conversaciones con el bloque de naciones más importante del globo, significó un encuentro entre dos de los nuevos poderes emergentes en la geopolítica internacional. Dos bloques de naciones (que tienen en Brasil un integrante común) dialogan y llegan a acuerdos dibujando un nuevo mapa de la distribución del poder político en el planeta. Esta es una primera muestra de la re potenciación de nuestro proceso de integración.
La complementó la reunión en esa misma oportunidad y lugar, entre el BRICS y el MERCOSUR.
El MERCOSUR en Caracas
Finalmente se realizó en Caracas el 29 de julio de 2014 la 46ª Cumbre del MERCOSUR, cuyo punto fundamental de agenda fue el traspaso de su presidencia pro tempore de Venezuela que la venía ejerciendo a Argentina que la hará en el próximo período. Sin embargo no fue esta una reunión usual.
Primero por el gran número de gobiernos que participaron en ella como observadores. De América del Sur estuvieron presentes los de Chile, Colombia, Perú, Ecuador y Bolivia; de Centroamérica estuvieron los de Nicaragua y El Salvador, así como las delegaciones de varios de los países de las islas del Caribe. Esta abultada concurrencia ya estaba mostrando el interés continental que despierta el bloque y su crecimiento.
No solo las declaraciones de los mandatarios en la sección abierta mostró la importancia que para todos ellos tiene el proceso de integración, sino que los propios resultados de la reunión dejaron acciones concretas que lo apuntalan.
La casi lista incorporación de Bolivia como estado pleno al bloque, así como el proceso de Ecuador en lograr el mismo objetivo, dan fe del crecimiento real de los miembros del MERCOSUR.
Igualmente la determinación de crear una zona económica común entre MERCOSUR, ALBA y CARICOM va dejando establecidos los lazos comerciales que son los primeros pasos para la integración total.
El proceso sigue adelante
En definitiva, ambos acontecimientos han constituido en los tiempos cercanos una muestra palpable no solo de la vitalidad, sino también del avance del proceso integracionista latinoamericano. El camino hacia la unión del continente en una nación común sigue adelante, el sueño de aquellos que pelearon hace doscientos años por nuestra independencia y liberación, parece finalmente estar haciéndose realidad en este siglo XXI.
Es la tarea de todos aquellos que creemos en nuestro continente mestizo y en el destino de nuestros pueblos como una sola nación, seguir apoyando y peleando por este objetivo.
Artigas, San Martín y Bolívar nos contemplan, seamos consecuentes con su lucha.
miguelguaglianone@gmail.com
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