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domingo, diciembre 29, 2013

A propósito del triunfo chavista el 8-d

DOMINGO, 29 DE DICIEMBRE DE 2013

Homar Garcés (especial para ARGENPRESS.info)

Es innegable que, con los resultados de las recientes elecciones municipales en Venezuela donde las opciones del chavismo obtuvieron el triunfo mayoritario, se abren algunas interrogantes respecto a si dicho triunfo responde a un avance firme del proceso revolucionario bolivariano socialista o si, por el contrario, es simplemente algo que encaja en lo que siempre han sido las elecciones en cualquier lugar del mundo según las reglas burguesas tradicionales, sin mayores consecuencias respecto a los cambios que han de producirse todavía a la luz del Plan de la Patria que se heredara de las manos del Comandante Hugo Chávez.

Hasta ahora, algunos dirigentes chavistas y analistas políticos sólo se han limitado a resaltar el porcentaje de votos de diferencia en relación a elecciones pasadas, pero sin explicar -con un mínimo de objetividad- qué pasó en aquellos municipios donde venció la oposición, incluso en aquellos donde la gestión de alcaldes de la derecha no es nada satisfactoria, según la percepción generalizada de sus habitantes.

Quizás valga la pena rememorar a propósito lo afirmado por Chávez en el Encuentro de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad en 2004 en Caracas: “No hace falta ser militar para saber que la mejor defensa es el ataque. Por eso, la humanidad debe pasar a la ofensiva. Pero toda ofensiva requiere un plan, una estrategia, unos actores coordinados, estructurados conscientes. Y también se requiere saber hacia dónde va la ofensiva, quién es el oponente principal o los oponentes principales”. Tal ofensiva, tal plan y tales actores no pueden (ni deben) responder a coyunturas que se presenten eventualmente, sin disponer de una comprensión cabal de las mismas, evitándose con ello la improvisación. Esto no ocurriría si se contara con una conciencia revolucionaria sistemática y sensatamente formada, la cual advertiría perfectamente quiénes son los oponentes a vencer, de modo que se garantice la continuidad y la consolidación del proceso revolucionario bolivariano socialista; erigiéndose, en consecuencia, todas las condiciones subjetivas y objetivas requeridas para que surja con toda su potencialidad creadora y re-creadora el poder popular, además del Estado comunal o consejista que se derivaría de su accionar revolucionario.

Si los resultados electorales del 8 de diciembre apuntan a esto último, entonces quienes ahora ejercen cargos de dirección política y de elección popular tendrán que coadyuvar al surgimiento de unas nuevas relaciones de poder, con evidente hegemonía popular, sin que exista una posibilidad minúscula de reproducción de los viejos vicios clientelares que aún persisten en muchas instituciones públicas. Su compromiso como revolucionarios (y chavistas, en el caso de considerarse como tales) sería -más que todo- favorecer los cambios estructurales de las instituciones que dirigen y no permitirse que sus intereses estén centrados en sí mismos, coartando toda expresión de participación y protagonismo del movimiento popular revolucionario, sobre todo, cuando éste debe orientarse a la construcción revolucionaria de las comunas socialistas. Esto no puede sujetarse, por supuesto, a una cotidianidad meramente pragmática, reduciéndose todo al cumplimiento de una gestión eficaz, pero que no armoniza con el propósito primordial de hacer una verdadera revolución socialista, de manera que ella sea entonces la nueva realidad que construya el pueblo organizado, dotado de las herramientas teóricas y legales que la harán permanente.

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