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sábado, julio 06, 2013

La información no es una mercancía, es un derecho ciudadano


por Colectivo “La Gotera”, Guatemala

Para la mayoría de ciudadanos del mundo la campaña desinformativa que generan las agencias noticiosas del Imperialismo, pasa desapercibida. Éstas, aunque tratan de no recurrir a mentiras descaradas, lo cual no descartan en circunstancias especiales, acomodan la realidad a los intereses de sus dueños e inversionistas, utilizando el amarillismo, la novelería y la histeria para conformar un clima de zozobra, incertidumbre y aflicción que logra animadversión o favoritismo a X ó Y causas entre las masas. Preámbulos propicios que anteceden, generalmente, a ataques violentos para desestabilizar gobiernos “hostiles” para él, que luego son justificados y tolerados ante y por la opinión pública mundial como males necesarios.
El guión, con poco esfuerzo de observación, es sencillo de estudiar: la noticia se fabrica en las sedes de los think tanks del Imperio. Ésta se traslada a las redacciones de los noticiarios dominantes, quienes, construyendo esa información como de primera mano, tienen el factor sorpresa a su favor.
Regularmente, no son ellos los que generan la primicia. Sin embargo, al poseer el monopolio de la información, los otros son invisibilizados y, con ello, el crédito total recae en sus corresponsales. De esa cuenta, algunos de estos se dan el lujo de transmitir, frescamente, desde la comodidad de hoteles muy distantes de los teatros de operaciones, las primicias previamente elaboradas para que ellos las difundan.
Con esa “sartén” por el mango pueden manejar la situación a su antojo. Ello, es reforzado con entrevistas a “expertos”, los cuales con su contundente e incuestionable veredicto suelen favorecer el clima adverso para los “enemigos” de la democracia made in USA y sus secuaces. ¿Quién puede objetar la palabra del especialista? ¿Quién puede contravenir el diagnóstico del facultado sobre los síntomas de cualquier enfermedad?
Nadie. Así que su sentencia se convierte en la receta idónea para acusar, como condición previa para salir del “embrollo”.
Cualquier hecho negativo se magnifica, se machaca y se hace de él un aspaviento. Como la gallina que alborota a todo el gallinero cuando pone un huevo, así esas grandes planas informativas alborotan a la opinión pública. Por ello, son conocidas como las “jaraneras” del mundo informativo.
La histeria, la exageración, el maquillaje y el montaje son sus elementos preferidos para construir historias ampulosas en base a informaciones anteriores.
Cuando la guerra de agresión contra Libia, montaron un escenario en Qatar simulando la Plaza Verde de Trípoli. Allí vistieron a muchos actores de milicianos “combatientes por la libertad” para demostrar que ya habían tomado el control del país. Poco después se corroboró que no era así; que faltaba mucho para lograrlo. Sin embargo, ese montaje fue realizado para desmoralizar y confundir a sus defensores. Y, más que eso para que la opinión pública mundial aceptara lo que tarde o temprano se perfilaba como inevitable: la implicación directa en el conflicto creado por las potencias a través de armar a los mercenarios y los ataques directos de su aviación.
Aún hoy, transcurridos 44 años, existen serias contradicciones acerca de la conquista de la Luna por parte de Estados Unidos. ¿Fue un montaje similar al libio? ¿No parece raro al lector que después de tantos años de haber llevado a cabo la hazaña, los viajes a la luna se hubieran interrumpido abruptamente? ¿No tendrían, a la velocidad vertiginosa que la ciencia le hubiera conferido a esa proeza, una base espacial en el satélite desde hace muchos años?
¿Acaso no existen serias dudas sobre el magnicidio contra el Presidente John F. Kennedy? ¿No han salido luego de años de investigaciones independientes, muchos indicios de una conspiración nacida en el mismo seno del gobierno? ¿No ha sucedido lo mismo con el derribo de las Torres Gemelas del World Trade Centre?
Las mentiras, que han propagado esas cadenas internacionales, cada vez son más descaradas y cínicas, pues sus argumentos tendenciosos han chocado con la información, quizá marginal pero más segura, que la proveniente de las propuestas independientes en la red. Por ejemplo hoy, en el caso de Siria, la plana informativa globalizada promueve la noticia de que el gobierno de Bashar Al Assad es el culpable de la muerte de casi 95,000 personas, equiparando a los “rebeldes” con “revolucionarios”, con “luchadores por la libertad” al igual que lo hicieron en Libia. Mientras tanto, las diferentes informaciones de la red independiente ha llegado a demostrar que estos no son más que mercenarios que reciben sueldo de las potencias extranjeras interesadas en el desmembramiento de Siria con el objetivo, no solo de apropiarse de sus recursos energéticos, sino sentar en su territorio bases militares para un futuro ataque a Irán para luego cercar a Rusia y China continental.
Incluso, la noticia infamatoria de culpar al gobierno sirio de utilizar armas biológicas contra su propia población sin mayores pruebas de ello, repitiendo el falso libreto que sirvió de pretexto en su momento para atacar Irak, ha sido desmentido por las agencias independientes quienes, a su vez, han descubierto que son los mercenarios pagados por las potencias occidentales y las monarquías del Golfo –EEUU, Inglaterra, Francia, Israel, Qatar, Arabia Saudíta y Turquía- los que han utilizado gas sarín contra esa misma población por la que dicen luchar. Demostrado además su total implicación en varias masacres contra cientos de civiles por su resquemor del apoyo mayoritario de la población para con su legítimo gobierno.
Si no fuera por esa prensa independiente y la labor de los periodistas honestos trabajando en las diferentes agencias, no se hubiera desenmascarado la hipocresía de las potencias occidentales en el suministro de armas a los mercenarios, ni en su doble moral cuando argumentan preocupación por la vida del pueblo sirio cuando lo que realmente desean es su total exterminio.
Y, así los ejemplos son muchos, en diferentes épocas y en distintas regiones del planeta. Solo recuerdo a los latinoamericanos cuántas mentiras los medios al servicio del Imperio han fabricado para justificar las tropelías de sus marines en nuestras tierras y contra nuestros pueblos. Hasta cuando dejaremos que éstos pisoteen nuestras libertades y derechos básicos, entre ellos el derecho humano y ciudadano por una información veraz y ecuánime.
Todos los días las noticias que exudan sus consorcios noticieros mienten, tergiversan y tratan de inclinar la balanza de la opinión pública mundial contra gobiernos progresistas que se han distanciado de la égida imperial. Aun los más moderados.
Por ello, es necesario que los periodistas de vocación se opongan dentro de sus mismas oficinas a esos abusos y a los ciudadanos comunes, la exhortación a buscar información seria y verídica en agencias acreditadas serias y responsables y en las independientes que llenen esas características. Y, por supuesto, apoyar con denuedo iniciativas que tengan como objetivo democratizar la información como la que facilitó el presidente de Ecuador, Rafael Correa, por medio de la Cumbre Internacional para un Periodismo Responsable en los Nuevos Tiempos (CUPRE), la cual se está llevando a cabo en la ciudad de Guayaquil desde el 19 de junio.
Correa, durante su discurso magistral, al que denominó “La información como derecho y los medios como poder”, reiteró una vez más que durante su gestión ha podido verificar que el capital domina al mundo. “Todo gira en función al capital, una poderosa corporación puede hacer creer al público cualquier cosa”, señaló. Al tiempo que aseveró que la comunicación no es la excepción, por ello, felicitó la iniciativa y afirmó que “ya era hora de levantarnos contra los emporios mediáticos”.
“La comunicación es una de las áreas donde más se clarifica el dominio de los poderosos sobre el derecho de los ciudadanos, en este caso el derecho al acceso a la información”, agregó el jefe de Estado.
Desde su posición como economista, Correa analizó brevemente el papel de la prensa, “entendiendo que los medios de comunicación no son más que negocios, ¿qué pasaría en un mercado donde hay pocas empresas y las pocas que existen están de acuerdo entre ellas? (…) Visto desde la economía, ese mercado debería regularse en defensa de los consumidores”, explicó.
Asimismo, indicó que el primer problema de fondo es “la tan dichosa libertad de prensa, que no es más que la libertad del dueño de la imprenta”.
En ese sentido, aseguró que la información es un bien indispensable. "Es además un bien público, sin capacidad de exclusión, ni rivalidad en el consumo. Siendo así, la fuente de lucro no puede ser ese bien, la fuente de lucro es el ingreso proveniente de los patrocinadores (…) Los medios mercantilistas no venden información a los ciudadanos sino a los patrocinadores”, apuntó.
Durante la CUPRE se abordarán temas como la responsabilidad social del periodismo y los medios; los periodistas y la construcción de la democracia; el periodismo y cambio social; el periodismo y la emergencia de las nuevas tecnologías de información y comunicación; entre otros.[1]
Pero no solo de los grandes medios hay que ocuparse, sino de las réplicas minúsculas que pululan al servicio de las oligarquías locales que cumplen su labor cohesionadora y estafadora entre nuestros pueblos para lograr su inmovilidad y conformismo.
Por una información responsable y verídica para que pueda erigirse como realmente libre.

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