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sábado, julio 06, 2013

Venezuela: la fortaleza de un proceso


por Equipo GISXXI

La inclusión social ha sido el fundamento del proceso revolucionario bolivariano. El ideario de la “máxima suma de felicidad posible” como propósito, alcanzó -a raíz del proyecto determinado en la Constitución de 1999- logros importantes, tanto en su cobertura como en su calidad. El Presidente Hugo Chávez tuvo siempre como norte, de un lado, el pago de la deuda social de toda la vida, con los más pobres y excluidos y, de otra parte, la necesidad de la independencia para garantizar que los niveles alcanzados se fortalecieran y se volvieran irreversibles.
En el período comprendido entre 1987 y 1998, el Estado venezolano percibió 193 mil millones de dólares, de los cuales destinó, en lo que los gobiernos denominaban el gasto social, 71 mil millones de dólares, o sea el 37%. Durante una década del proceso bolivariano, de 1999 a 2010, de 636 mil millones de dólares percibidos por el Estado, éste invirtió socialmente el 62%, o sea 394 mil 500 millones de dólares.
Las inversiones incrementaron la matrícula educativa en todos los niveles, la cobertura en salud y seguridad social y el fomento a procesos de trabajo y producción para sectores comunitarios, así como pequeños y medianos productores. Venezuela ha logrado, por esta vía, disminuir la desigualdad social, el índice Gini (en el cual 1 es la máxima desigualdad y 0 su inexistencia) fue en 2010 de 0,39. En el mismo sentido el índice de desarrollo humano fue de 0,735, lo que coloca a nuestro país como uno de los que más ha avanzado en las conquistas sociales en el continente.
En el camino del proceso revolucionario, lleno de espinas y dificultades, se ha dado también el fortalecimiento del espíritu autónomo y participativo a las que hasta ayer se consideraban mayorías silenciosas. Sin la movilización popular no se habrían alcanzado los éxitos en las batallas electorales, menos la derrota del golpe de Estado y del paro patronal y petrolero del 2002 y de la múltiples guarimbas y acciones destabilizadoras de los sectores ligados al gran capital y a los intereses imperiales. Por esas acciones desestabilizadoras y conspiradoras el crecimiento económico sufrió un grave colapso entre los años 2002 y 2003, con una caída del PIB cercano al 10%. A pesar de ello se volvió por la senda del crecimiento con desarrollo durante los últimos años.
Un pueblo movilizado es un agregado inmenso dentro de cualquier proyecto de transformación de la sociedad. Significa iniciativa social, interés en el manejo de los asuntos colectivos, de lo que pasa a través del Estado y a la vez propósitos de desarrollo económico, social, cultural y político. De allí el compromiso de la mayoría del pueblo con la propuesta del Presidente Chávez, del Plan Nacional de Desarrollo 2013-2019, o “Plan de la Patria”. Quizás esto no se valora y no tiene cuantificaciones. Pero, como lo manifestara el Che Guevara, “un pueblo movilizado y en revolución significa la acción de soñar con un mundo nuevo y el avance de su conciencia”.
La inclusión social, entonces, es también y prioritariamente, como lo ha demostrado la revolución bolivariana, la decisión del pueblo a empoderarse y de esto ha dado muestra a través de sus expresiones electorales.
El Chavismo un legado para el siglo XXI
Al calor del renovado espíritu de participación y de movilización social, la revolución y el gobierno bolivariano durante 14 años, fue avanzando en el logro de la autonomía e independencia en las decisiones económicas y en el manejo de los recursos del Estado. Esto no ha sido gratuito. El incremento de los ingresos tributarios, la nacionalización efectiva de los recursos petroleros, mineros y energéticos en general, una posición mucho más digna y autónoma en el mercado internacional y en organizaciones como la OPEP y el incremento significativo, por esta y otras razones, tanto del Producto Interno Bruto, que pasó de 90 mil millones de dólares a 400 mil en el período, como en los ingresos del Estado y la distribución social y de fomento económico de la misma, son su demostración.
El gobierno chavista y el proceso revolucionario bolivariano ha evidenciado que es posible confrontar el modelo globalizador y neoliberal propuesto por los países imperiales y sus organismos, como representantes de los capitales corporativos multinacionales. Con el proceso revolucionario se postuló la vigencia de la alternativa socialista como el camino de superación de la explotación y el orden capitalista, la posibilidad de consolidar el modelo incluyente solo es posible por esta vía.
Para Venezuela esto ha significado, fundamentalmente, la reivindicación de la patria como propósito independentista, la construcción del poder desde el territorio, como expresión de potencialidades, relaciones y pertenencias sociales, económicas, culturales y políticas y el avance de un proceso de inserción de los intereses de las mayorías en las políticas públicas.
El anterior Plan Nacional de Desarrollo “Simón Bolívar” y el actual, proponen un ideario en transición hacia el socialismo, que hacen parte del legado chavista y llaman a esa movilización social y construcción del poder popular que sobre la crítica de sus propios desarrollos llegue a alcanzar los 5 grandes objetivos históricos postulados. No hay que olvidar, entonces, que el mayor logro de la revolución es la conciencia popular, que como se manifestó durante el sepelio del Comandante, mujeres y hombres decidieron convertirse en un Chávez, recogiendo su expresión de que “solo el pueblo salva al pueblo”.
Las piedras en el camino
Mucho se ha sostenido que el grave problema de la economía venezolana ha sido su dependencia del rentismo petrolero, y esto es cierto, pero no de manera absoluta. Por ejemplo, la extracción e industria petrolera representa el 18% del Producto Interno Bruto, aunque sí el 85% de los ingresos por exportación, las cuales representan el 25% del total del PIB (91.600 millones de dólares en 2011). Dentro del presupuesto de inversiones y gastos del Estado el ingreso petrolero está representando el 20% del mismo, lo que hace que la dependencia de este sector sea importante más no definitiva.
Es más, Venezuela, en el contexto de los países latinoamericanos posee una de las balanzas comerciales más superavitarias (las exportaciones en los últimos años, han superado las importaciones en más de un 40%), lo que significaría el mejor aliciente para generar procesos productivos sustitutivos y complementarios, convirtiendo al país en una potencia en el continente. Pero, a través del ingreso petrolero y del manejo de las divisas por él garantizado, se han generado situaciones deformantes de la economía, y se han promovido manejos que favorecen a sectores especulativos y parasitarios que en nada contribuyen al proceso bolivariano y más bien conspiran contra él.
Al calor del crecimiento y el desarrollo económico y social del proceso han campeado también los intereses privados, siendo estos usufructuarios privilegiados. Al tiempo que se multiplicó por cuatro el PIB, se incrementó la participación del sector empresarial en la economía, desmintiéndose la matriz de la alta incidencia del sector nacionalizado o estatal. Es más, si el Estado participaba del 31% del PIB en 1999, en el 2009 esto pasó a ser del 28%, contando que buena parte de sus ingresos son tributarios o de otra índole y no son todos producto de las empresas de su propiedad. En el otro polo los sectores de poder económico privado pasaron de controlar del 69% en 1999, al 72% en el 2009.
Significativo es que habiéndose beneficiado de manera tan notoria gran parte de los sectores privados, no se han dado de manera simultánea contribuciones significativas de su papel en la construcción de una economía que supere el rentismo y la improductividad. Más bien, es de suponer, que su forma de beneficios ha provenido de actuar de manera especulativa e ilegal, lo que ha servido, también, como caldo de cultivo de la corrupción de los funcionarios y de la creación de algunas formas mafiosas de desarrollo del comercio, algunos sectores de la industria y las finanzas.
El gran reto del proceso es el de avanzar, como lo ha propuesto el “Plan de la Patria” en la dinamización y construcción de una economía productiva, que se afiance en la movilización de las fuerzas sociales populares, supeditando los intereses puramente particulares, al interés del proyecto bolivariano, para la conversión de Venezuela en la base firme y poderosa de la integración latinoamericana. Para ello, las disponibilidades de petróleo y energías en general, las de biodiversidad y agua con un criterio de respeto y sostenibilidad de la Pachamama y las de afianzarse sobre lo endógeno de lo territorial con el cubrimiento, con tecnologías apropiadas, de la inclusión y seguridad social, son un acumulado y fortaleza para lograrlo.

Gustavo Vásquez Gaviria
Director Línea de Investigación Modelo Socio-Productivo GISXXI

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