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miércoles, junio 01, 2011

Refugiados como en casa en Fuerte Tiuna


Caracas, 01 Jun. AVN.- Parte del pasillo de su casa se desprendió. Las paredes se agrietaron y unas piedras en la parte superior del barrio amenazaban el rancho. Fueron intensas las lluvias que desde septiembre caían en Caracas y los efectos de la inestabilidad del cerro se hicieron sentir en su humilde vivienda.

Fue el 26 de noviembre de 2010 cuando Íngrid Barrios debió abandonar su casa en el barrio El Paují de la carretera vieja Caracas-La Guaira, con su hija menor, de siete años, y llegó al refugio del sector El Limón, en la misma zona. Ella es una de los casi 130.000 venezolanos que quedaron damnificados en el último trimestre del año pasado como consecuencia de las precipitaciones, bien sea porque perdieron su techo o porque las viviendas estaban en peligro.

Su casa fue declarada en riesgo, al igual que la de su hijo mayor. Él, su esposa y su hija de tres años también estuvieron en el refugio. Casi un mes después, Íngrid y todo su grupo familiar llegó al Fuerte militar Tiuna, en el sureste de Caracas, donde se desplegaron carpas para atender a los damnificados temporalmente.

Desde la semana pasada, Íngrid y otras 2.000 personas, que estaban en carpas tanto en Fuerte Tiuna como en la base aérea La Carlota, fueron trasladados a pequeños apartamentos, ubicados en una especie de galpones enormes, que Petróleos de Venezuela (Pdvsa) Industrial comenzó a construir el 15 de diciembre, en 40.000 metros cuadrados del antiguo polígono de tiro.

En ese espacio, más de 1.500 trabajadores, incluyendo unos 250 refugiados, pusieron su empeño día y noche para levantar cinco módulos residenciales, con 100 mini apartamentos cada uno, de 23 metros cuadrados, con dos habitaciones y un baño.

Los galpones son de dos pisos (2.010 metros cuadrados en planta baja y 1.046 metros cuadrados en la mezzanina). En planta hay cuatro unidades especialmente acondicionadas con rampas y mayor espacio para personas con discapacidad, comenta el gerente constructor de la obra, Juan Carlos Carballo.

“Aquí nos atienden muy bien. Nos sentimos muy cómodos. Nos han brindado amor, cariño y apoyo”, dice Íngrid, de 46 años.

Es miércoles y ya casi es mediodía. La hija de Íngrid está llegando del colegio, ubicado en Fuerte Tiuna, en el transporte que les colocó el Estado. Otros pequeños, como su nieta, se recrean en los dos parques infantiles construidos también por Pdvsa.

Barrios vive en el apartamento 58 del módulo 1. Pero ese será su hogar por alrededor de año y medio, pues ya tiene su vivienda definitiva preadjudicada, que levantará el Gobierno en un terreno que hoy funciona como estacionamiento en la parroquia El Valle. “Será el apartamento 46, en el piso 4”, comentó.

Mientras, comparte su miniapartamento en Fuerte Tiuna con Rosa Betancourt, de 40 años, y sus tres niños.

La casa de Rosa se movió por las lluvias, dice ella, porque detrás pasaba la quebrada. Por eso prefirió desalojarla el 27 de diciembre junto a sus pequeños.

“Está muy bonito el apartamento. Pero es pequeño. Claro, mi ranchito, que me construyó mi padrastro hace cuatro años, era más grande. Igual, tengo fe en que pronto sí tendré mi vivienda digna”, señaló.

La vida de los refugiados en Fuerte Tiuna se acerca cada vez más a la normalidad. Privacidad, espacios para cocinar, para la recreación y la educación son garantizados.

La construcción

El trabajo de levantamiento de los módulos residenciales fue veloz. Tras la colocación de las lozas de concreto de los módulos, una grúa instala las láminas de fibrocemento que constituyen las paredes.

El techo de los iglús, como los llaman quienes viven en estos espacios, son cubiertas de acero galvanizado, de 1,8 milímetros de espesor. El material fue producido por una empresa mixta entre Pdvsa Industrial y una compañía húngara. “Es una tecnología práctica, sencilla y de rápida construcción”, acota Caraballo.

La temperatura en el interior de los módulos es agradable, aunado a que cada habitación tiene su ventana. Estos espacios, asegura el experto, pueden durar mucho más de dos décadas.

Los módulos residenciales de Fuerte Tiuna incluyen también tres galpones de servicios: un área de lavandería con 35 lavadoras, secadoras y bateas; consultorio médico, salón de usos múltiples y baños públicos.

Ya concluyó la construcción de uno de los dos comedores, los cuales tendrán capacidad para más de 2.000 comensales en simultáneo.

Adicionalmente, están en edificación cuatro módulos residenciales más al frente de los actuales, específicamente en 10.000 metros cuadrados del Batallón Ayala, con 52 miniapartamentos cada uno, para un total de 208 unidades adicionales que estarán listas entre junio y julio.

Una guardería y canchas deportivas también están en los planes, tal como explicó Caraballo.

En total, el Estado ha invertido 100 millones de bolívares en estos espacios, que buscan dar un trato acorde con la dignidad humana a los damnificados en la etapa de transición que deben atravesar en refugios mientras les entregan su vivienda definitiva.

Estos refugios son tipo A, según la clasificación dada por la Ley de Refugios Dignos, dictada en enero pasado por el presidente de la República, Hugo Chávez Frías. Esta normativa busca que los albergues garanticen privacidad y comodidad a sus habitantes.

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