Respuestas políticas y organizativas del pueblo trabajador y sus fuerzas revolucionarias
Por: Departamento de Política Internacional del PCV
Especial para TP
A principios de este año se filtró un documento del Comando Sur de EEUU, bajo el título «Operación Venezuela Freedom-2», firmado por su actual jefe, el almirante Kurt Tidd, fechado 25 de febrero de 2016.
Es un escrito detallado en el que no se contempla, en realidad, ninguna “salida electoral” contra el gobierno del presidente Nicolás Maduro. La salida, de concretarse, sería violenta.
El Comando Sur, es decir el Pentágono, como brazo armado de las corporaciones imperialistas en la región, debe, después de 17 años de vanos intentos, cumplir la meta trazada, preferiblemente durante la presidencia de Barack Obama. En esa tarea, el Pentágono forma equipo con el Departamento de Estado (Ministerio de Relaciones Exteriores) y la Secretaría del Tesoro (Ministerio de Economía y Finanzas) de EEUU.
Para el imperialismo estadounidense el dilema se hace cada vez más evidente y disminuye la brecha entre el propósito y la realidad, en el intento mediático de ocultar lo que es un plan bien orquestado, que actualmente no sólo se encuentra en desarrollo, sino en plena aceleración.
En tal sentido, el actual jefe del Comando Sur señala que:
«…la derrota en las elecciones y la descomposición interna del régimen populista y anti-norteamericano, recoge el impacto exitoso de nuestras políticas impulsadas con fuerzas aliadas en la región en la fase 1 de esta operación, entre las que destacan:
Poner en evidencia el carácter autoritario y violador de los derechos humanos del gobierno de Maduro.
Empleo del mecanismo de la Orden Ejecutiva como parte de una estrategia que puede justificar el desarrollo de nuestra política, teniendo como justificativo legal la Constitución y las leyes de Estados Unidos de América…
Aislamiento internacional y descalificación como sistema democrático, ya que no respeta la autonomía y la separación de poderes.
Generación de un clima propicio para la aplicación de la Carta Democrática de la OEA.
Colocar en la agenda la premisa de la crisis humanitaria que permita una intervención con apoyo de organismos multilaterales, incluyendo la ONU»
Esto da testimonio de que sí existe una guerra declarada abiertamente.
Para el almirante Tidd, la MUD y sus alrededores han «aprovechado las circunstancias para crecer (…), a pesar de las rivalidades y desunión en sus filas, ya que se mueven en su seno diferentes intereses y puntos de vista».
Pero el almirante también deja claro quién tiene el mando: «nuestra intervención oportuna ha permitido delinear un camino para una salida rápida del régimen». Algo que evidentemente va más allá de la capacidad política de la MUD.
«Si bien se está enarbolando el camino pacífico, legal y electoral, ha crecido la convicción de que es necesario presionar con movilizaciones de calle, buscando fijar y paralizar a importantes contingentes militares que tendrán que ser dedicados a mantener el orden interno y seguridad del gobierno, situación que se hará insostenible en la medida en que se desaten múltiples conflictos y presiones de todo tipo», remata Tidd en su diagnóstico.
Sobre esta base, la nueva dirección del Comando Sur, en voz y firma de su nuevo jefe, examina «un conjunto de recomendaciones, para la segunda fase, efectiva de nuestra intervención en Venezuela».
La operación se crea para ser ejecutada por los Componentes Operacionales del Comando, compuesto por el Comando de Operaciones Especiales, la Fuerza Conjunta Bravo y la Fuerza de Tarea Conjunta Interagencial Sur (inteligencia), «concebida como una operación de amplio espectro, conjunta y combinada dentro del área de responsabilidad, priorizando los conceptos estratégicos: fuerza decisiva, proyección de poder, presencia en ultramar y agilidad estratégica».
Estos últimos conceptos, contemplados generosamente dentro de la Doctrina de Espectro Completo, del Pentágono, recogida en el documento «Joint Vision 2020», elaborado por la Dirección de Políticas y Planes Estratégicos del Ejército de EEUU, en junio de 2000, y que es, en sí mismo, la matriz doctrinaria de todos los manuales y proyectos de Guerra No Convencional desarrollados hasta hoy en día.
En tal sentido, la forma de la guerra contra Venezuela es demostradamente asimétrica, empleando, según el almirante Tidd: «recursos diplomáticos, de información, militares, económicos, financieros, de inteligencia y jurídicos».
No se jerarquizan los ejércitos de tropas regulares, los tanques, los drones y los misiles. Se priorizan los actores no estatales, los derechos humanos militarizados de acuerdo a la agenda de la globalización neoliberal, los cómplices mediáticos, los operadores empresariales y los intermediarios políticos con sus respectivos lobbys y escritorios jurídicos.
Las 12 recomendaciones
La Guerra No Convencional, tutelada por el Pentágono, enmarca las 12 “recomendaciones” de la nueva gestión del Comando Sur, divididas “en acciones específicas”. Ellas son:
«Con los factores políticos de la MUD hemos venido acordando una agenda común, que incluye un escenario abrupto que puede combinar acciones callejeras y el empleo dosificado de la violencia armada». Sostiene el almirante Tidd que «el referéndum o la enmienda» se impulsa en tanto «cobertura» mientras se ampara legitimidad a partir de los artículos 333 y 350 de la Constitución.
«Es indispensable destacar que la responsabilidad en la elaboración, planeación y ejecución parcial (sobre todo en esta fase) de la Operación Venezuela Freedom-2 en los actuales momentos descansa en nuestro Comando, pero el impulso de los conflictos y la generación de los diferentes escenarios es tarea de las fuerzas aliadas de la MUD involucradas en el Plan, por eso nosotros no asumiremos el costo de una intervención armada en Venezuela, sino que emplearemos los diversos recursos y medios para que la oposición pueda llevar adelante las políticas para salir de Maduro».
«Bajo un enfoque de ‘cerco y asfixia’, también hemos acordado con los socios más cercanos de la MUD, utilizar la Asamblea Nacional como tenaza para obstruir la gobernanza: convocar eventos y movilizaciones, interpelar a los gobernantes, negar créditos, derogar leyes».
«…en el plano político interno hay que insistir en el gobierno de transición y las medidas a tomar después de la caída del régimen, incluyendo la conformación de un gabinete de emergencia, donde puedan incluirse sectores empresariales, jerarquía eclesial, sindicatos, ONGs, universidades».
«Para arribar a esta fase terminal, se contempla impulsar un plan de acción de corto plazo (6 meses con un cierre de la segunda fase hacia julio-agosto de 2016), como señalamos, hemos propuesto en estos momentos aplicar las tenazas para asfixiar y paralizar, impidiendo que las fuerzas chavistas se pueden recomponer y reagruparse».
Además, como dice más adelante: «insistir en debilitar doctrinariamente a Maduro, colocando su filiación castrista y comunista (dependencia de los cubanos) como eje propagandístico, opuesta a la libertad y la democracia, contraria a la propiedad privada y al libre mercado. También doctrinariamente, hay que responsabilizar al Estado y su política contralora como causal del estancamiento económico, la inflación y la escasez».
«Mantener la campaña ofensiva en el terreno propagandístico, fomentando un clima de desconfianza, incitando temores, haciendo ingobernable la situación. En esto es importante destacar todo lo que tiene que ver con desgobierno: las fallas administrativas, la afectación con los altos índices de criminalidad y la inseguridad personal». Señala el documento, además, que para el desarrollo de dicha ofensiva propagandística cuentan con los jóvenes que demuestran «una creciente identidad con nuestra forma de vida e ideales». Además, rematando el punto: «Estos avances en los actuales momentos, son el resultado de nuestras campañas propagandísticas, pero no podemos obviar el peso de la crisis como dato empírico que la detona y refuerza».
«Por esto –continúa en el siguiente punto–, particular importancia tiene la explotación de los temas como la escasez de agua, de alimentos y de electricidad, teniendo este último aspecto un carácter grave para el gobierno, ya que la sequía ha generado una amenaza de colapso de los embalses y debemos prepararnos para explotarlo al máximo desde el punto de vista político, reforzando la matriz mediática que ubica la crisis eléctrica como responsabilidad exclusiva de Maduro».
«Especial interés adquiere en las actuales circunstancias, posicionar la matriz de que Venezuela entra en una etapa de CRISIS HUMANITARIA por falta de alimentos, agua y medicamentos, hay que continuar con el manejo del escenario donde Venezuela está ‘cerca del colapso y de implosionar’ demandando de la comunidad internacional una intervención humanitaria para mantener la paz y salvar vidas».
En el plano de la creación de alianzas en lo regional, «hay que insistir en la aplicación de la Carta Democrática, tal y como lo hemos convenido con Luis Almagro Lemes», lo que le reviste de un marco jurídico capaz de mover otros resortes de la intervención de forma indirecta, valiéndose de ex presidentes, gobiernos afines y la Alianza Parlamentaria Democrática de América. Pero la cosa cobra un matiz aún más operativo cuando en el mismo punto se destaca que «se hace relevante la coordinación entre organismos de la Comunidad de Inteligencia y otras agencias como las organizaciones no gubernamentales (ONGs), corporaciones privadas de comunicación como la SIP y diversos medios privados (TV, prensa, redes, circuitos radiales)».
Por: Departamento de Política Internacional del PCV
Especial para TP
A principios de este año se filtró un documento del Comando Sur de EEUU, bajo el título «Operación Venezuela Freedom-2», firmado por su actual jefe, el almirante Kurt Tidd, fechado 25 de febrero de 2016.
Es un escrito detallado en el que no se contempla, en realidad, ninguna “salida electoral” contra el gobierno del presidente Nicolás Maduro. La salida, de concretarse, sería violenta.
El Comando Sur, es decir el Pentágono, como brazo armado de las corporaciones imperialistas en la región, debe, después de 17 años de vanos intentos, cumplir la meta trazada, preferiblemente durante la presidencia de Barack Obama. En esa tarea, el Pentágono forma equipo con el Departamento de Estado (Ministerio de Relaciones Exteriores) y la Secretaría del Tesoro (Ministerio de Economía y Finanzas) de EEUU.
Para el imperialismo estadounidense el dilema se hace cada vez más evidente y disminuye la brecha entre el propósito y la realidad, en el intento mediático de ocultar lo que es un plan bien orquestado, que actualmente no sólo se encuentra en desarrollo, sino en plena aceleración.
En tal sentido, el actual jefe del Comando Sur señala que:
«…la derrota en las elecciones y la descomposición interna del régimen populista y anti-norteamericano, recoge el impacto exitoso de nuestras políticas impulsadas con fuerzas aliadas en la región en la fase 1 de esta operación, entre las que destacan:
Poner en evidencia el carácter autoritario y violador de los derechos humanos del gobierno de Maduro.
Empleo del mecanismo de la Orden Ejecutiva como parte de una estrategia que puede justificar el desarrollo de nuestra política, teniendo como justificativo legal la Constitución y las leyes de Estados Unidos de América…
Aislamiento internacional y descalificación como sistema democrático, ya que no respeta la autonomía y la separación de poderes.
Generación de un clima propicio para la aplicación de la Carta Democrática de la OEA.
Colocar en la agenda la premisa de la crisis humanitaria que permita una intervención con apoyo de organismos multilaterales, incluyendo la ONU»
Esto da testimonio de que sí existe una guerra declarada abiertamente.
Para el almirante Tidd, la MUD y sus alrededores han «aprovechado las circunstancias para crecer (…), a pesar de las rivalidades y desunión en sus filas, ya que se mueven en su seno diferentes intereses y puntos de vista».
Pero el almirante también deja claro quién tiene el mando: «nuestra intervención oportuna ha permitido delinear un camino para una salida rápida del régimen». Algo que evidentemente va más allá de la capacidad política de la MUD.
«Si bien se está enarbolando el camino pacífico, legal y electoral, ha crecido la convicción de que es necesario presionar con movilizaciones de calle, buscando fijar y paralizar a importantes contingentes militares que tendrán que ser dedicados a mantener el orden interno y seguridad del gobierno, situación que se hará insostenible en la medida en que se desaten múltiples conflictos y presiones de todo tipo», remata Tidd en su diagnóstico.
Sobre esta base, la nueva dirección del Comando Sur, en voz y firma de su nuevo jefe, examina «un conjunto de recomendaciones, para la segunda fase, efectiva de nuestra intervención en Venezuela».
La operación se crea para ser ejecutada por los Componentes Operacionales del Comando, compuesto por el Comando de Operaciones Especiales, la Fuerza Conjunta Bravo y la Fuerza de Tarea Conjunta Interagencial Sur (inteligencia), «concebida como una operación de amplio espectro, conjunta y combinada dentro del área de responsabilidad, priorizando los conceptos estratégicos: fuerza decisiva, proyección de poder, presencia en ultramar y agilidad estratégica».
Estos últimos conceptos, contemplados generosamente dentro de la Doctrina de Espectro Completo, del Pentágono, recogida en el documento «Joint Vision 2020», elaborado por la Dirección de Políticas y Planes Estratégicos del Ejército de EEUU, en junio de 2000, y que es, en sí mismo, la matriz doctrinaria de todos los manuales y proyectos de Guerra No Convencional desarrollados hasta hoy en día.
En tal sentido, la forma de la guerra contra Venezuela es demostradamente asimétrica, empleando, según el almirante Tidd: «recursos diplomáticos, de información, militares, económicos, financieros, de inteligencia y jurídicos».
No se jerarquizan los ejércitos de tropas regulares, los tanques, los drones y los misiles. Se priorizan los actores no estatales, los derechos humanos militarizados de acuerdo a la agenda de la globalización neoliberal, los cómplices mediáticos, los operadores empresariales y los intermediarios políticos con sus respectivos lobbys y escritorios jurídicos.
Las 12 recomendaciones
La Guerra No Convencional, tutelada por el Pentágono, enmarca las 12 “recomendaciones” de la nueva gestión del Comando Sur, divididas “en acciones específicas”. Ellas son:
«Con los factores políticos de la MUD hemos venido acordando una agenda común, que incluye un escenario abrupto que puede combinar acciones callejeras y el empleo dosificado de la violencia armada». Sostiene el almirante Tidd que «el referéndum o la enmienda» se impulsa en tanto «cobertura» mientras se ampara legitimidad a partir de los artículos 333 y 350 de la Constitución.
«Es indispensable destacar que la responsabilidad en la elaboración, planeación y ejecución parcial (sobre todo en esta fase) de la Operación Venezuela Freedom-2 en los actuales momentos descansa en nuestro Comando, pero el impulso de los conflictos y la generación de los diferentes escenarios es tarea de las fuerzas aliadas de la MUD involucradas en el Plan, por eso nosotros no asumiremos el costo de una intervención armada en Venezuela, sino que emplearemos los diversos recursos y medios para que la oposición pueda llevar adelante las políticas para salir de Maduro».
«Bajo un enfoque de ‘cerco y asfixia’, también hemos acordado con los socios más cercanos de la MUD, utilizar la Asamblea Nacional como tenaza para obstruir la gobernanza: convocar eventos y movilizaciones, interpelar a los gobernantes, negar créditos, derogar leyes».
«…en el plano político interno hay que insistir en el gobierno de transición y las medidas a tomar después de la caída del régimen, incluyendo la conformación de un gabinete de emergencia, donde puedan incluirse sectores empresariales, jerarquía eclesial, sindicatos, ONGs, universidades».
«Para arribar a esta fase terminal, se contempla impulsar un plan de acción de corto plazo (6 meses con un cierre de la segunda fase hacia julio-agosto de 2016), como señalamos, hemos propuesto en estos momentos aplicar las tenazas para asfixiar y paralizar, impidiendo que las fuerzas chavistas se pueden recomponer y reagruparse».
Además, como dice más adelante: «insistir en debilitar doctrinariamente a Maduro, colocando su filiación castrista y comunista (dependencia de los cubanos) como eje propagandístico, opuesta a la libertad y la democracia, contraria a la propiedad privada y al libre mercado. También doctrinariamente, hay que responsabilizar al Estado y su política contralora como causal del estancamiento económico, la inflación y la escasez».
«Mantener la campaña ofensiva en el terreno propagandístico, fomentando un clima de desconfianza, incitando temores, haciendo ingobernable la situación. En esto es importante destacar todo lo que tiene que ver con desgobierno: las fallas administrativas, la afectación con los altos índices de criminalidad y la inseguridad personal». Señala el documento, además, que para el desarrollo de dicha ofensiva propagandística cuentan con los jóvenes que demuestran «una creciente identidad con nuestra forma de vida e ideales». Además, rematando el punto: «Estos avances en los actuales momentos, son el resultado de nuestras campañas propagandísticas, pero no podemos obviar el peso de la crisis como dato empírico que la detona y refuerza».
«Por esto –continúa en el siguiente punto–, particular importancia tiene la explotación de los temas como la escasez de agua, de alimentos y de electricidad, teniendo este último aspecto un carácter grave para el gobierno, ya que la sequía ha generado una amenaza de colapso de los embalses y debemos prepararnos para explotarlo al máximo desde el punto de vista político, reforzando la matriz mediática que ubica la crisis eléctrica como responsabilidad exclusiva de Maduro».
«Especial interés adquiere en las actuales circunstancias, posicionar la matriz de que Venezuela entra en una etapa de CRISIS HUMANITARIA por falta de alimentos, agua y medicamentos, hay que continuar con el manejo del escenario donde Venezuela está ‘cerca del colapso y de implosionar’ demandando de la comunidad internacional una intervención humanitaria para mantener la paz y salvar vidas».
En el plano de la creación de alianzas en lo regional, «hay que insistir en la aplicación de la Carta Democrática, tal y como lo hemos convenido con Luis Almagro Lemes», lo que le reviste de un marco jurídico capaz de mover otros resortes de la intervención de forma indirecta, valiéndose de ex presidentes, gobiernos afines y la Alianza Parlamentaria Democrática de América. Pero la cosa cobra un matiz aún más operativo cuando en el mismo punto se destaca que «se hace relevante la coordinación entre organismos de la Comunidad de Inteligencia y otras agencias como las organizaciones no gubernamentales (ONGs), corporaciones privadas de comunicación como la SIP y diversos medios privados (TV, prensa, redes, circuitos radiales)».
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