Funcionarios de EE.UU. y Rusia creen que la gran mayoría de las existencias de armas químicas sirias se compone de precursores líquidos sin armar que podrían ser neutralizados con relativa rapidez, reduciendo el riesgo que las toxinas puedan ser escondidas por el régimen o robados por los terroristas. Una evaluación confidencial de EE.UU. y Rusia también llegó a la conclusión que todo el arsenal de Siria podría ser destruido en unos 9 meses, suponiendo que los funcionarios sirios cedan el control de los activos químicos a los inspectores internacionales; dicha evaluación, refleja el consenso de los analistas rusos y norteamericanos, luego que se comparó con la Inteligencia proporcionada por el gobierno sirio al respecto.
En su discurso ante la Asamblea General, el presidente Obama marcó la pauta mediante la repetición de la frase acerca de la necesidad que “EE.UU. no se enrede a sí mismo en la guerra civil de otros"; en consecuencia, como Obama había explicitado otra parte, dio a entender que EE.UU. es en realidad un observador neutral que no tiene lados en este conflicto. Sin embargo, todos los demás en la región consideran que a la guerra de Siria como algo más que una lucha entre sectas locales: en primer lugar lo ven como una guerra por el equilibrio de poder entre dos polos opuestos de la región -Irán vs los socios de EE.UU.- y en segundo lugar, EE.UU. parecía decir que no se opone a la continuación de Irán, y desde luego, a la influencia de Rusia en Siria.
El punto es que la cuestión de las armas químicas, y eventualmente que Siria se convierta en refugio de terroristas yihadistas, son cuestiones que afectan a los intereses fundamentales de EE.UU. en Siria; pero el mundo árabe ha expresado su reserva sobre la reducción del problema de Siria a los arsenales químicos. La hipótesis que la destrucción de las armas químicas era un guiño norteamericano a Israel resulta poco viable, ya que Netanyahu prefiere a Al-Assad derrocado por los rebeldes y el verdadero interés israelí radica en el plan nuclear iraní. En otras palabras, los aliados de EE.UU han estado leyendo constantemente a Siria a la luz de las ambiciones iraníes y el equilibrio de poder en la región, en marcado contraste con la Casa Blanca, por lo que el descontento regional aumentó cuando Obama les aconsejó a los líderes regionales que hagan a los problemas difíciles por sí mismos.
Los hombres que luchan dentro de Siria han despreciado siempre a sus líderes políticos y militares en el exilio. Es común oír decir: " Estamos en las “khanadik" (trincheras) y no en el “fanadik" (hoteles), este fenómeno no es nuevo y ya en agosto, después de la caída de la base aérea Menagh cerca de Alepo, el Cnel. Abdul-Jabbar Agaydee –líder regional del Ejercito Libre de Siria (ELS)- fue grabado en un vídeo de pie delante de un helicóptero dañado agradeciendo a todos los combatientes que participaron, incluyendo "los combatientes extranjeros, hijos de la ciudad y de la zona". A continuación, invitó a hablar al hombre a su izquierda, "Nuestro hermano Abu Jandal", comandante local de Jabhat Al-Nusra.
Pero eso no significa que los rebeldes sirios acepten necesariamente la cosmovisión radicalizada de sus nuevos asociados, se trata de un tipo de pragmatismo que en gran parte nace de la necesidad: los elementos más islamistas duros tienen mejor financiación, suministros superiores y disciplina que han sido fundamentales en la obtención de muchas victorias rebeldes. Los capitales occidentales y árabes están en busca de “amigos entre los moderados”, pero el ELS es tan fuerte como sus patrocinadores internacionales lo permiten que sea y dentro de una rebelión, la fuerza viene de recibir armas y municiones que se pueden distribuir para construir credibilidad y poder. Que EE.UU. haya expresado desde hace tiempo su temor que cualquier arma que envíe a los rebeldes sirios va a terminar en manos de los extremistas, solo los hizo más fuerte.
Por otra parte, hay indicios de que el presidente Obama está buscando una figura con el currículum del Gral Ali Habib. En su discurso ante la Asamblea General, Obama dijo que las potencias que se oponen a Al-Assad deben persuadir a la oposición que "el pueblo sirio no pueden permitirse un colapso de las instituciones del Estado" y que una solución política debe abordar "los temores legítimos y preocupaciones de los alawitas y otras minorías.” El ex ministro de Defensa, Gral. Ali Habib, tal vez sea la figura que Obama está necesitando: es alawita y tiene fuertes lazos internacionales de su comando de las fuerzas sirias en Kuwait durante la Guerra del Golfo I; pero, más importante aún es que Habib rápidamente disintió de la decisión de Al-Assad de aplastar la rebelión con la fuerza militar y resistió los esfuerzos para involucrar al Ejército en la represión del naciente movimiento de protesta.
Las potencias occidentales en el Consejo de Seguridad reconocieron que se habían retractado de muchas de sus demandas iniciales durante las negociaciones. El vicecanciller ruso, Sergei Ryabkov, reclamó una victoria al señalar que Moscú se había mantenido firme en la cuestión de la amenaza de la fuerza militar para reforzar la resolución. Difícilmente se pueda hablar de una victoria cuando han muerto más de 100.000 personas, en todo caso Moscú detuvo la imposición de nuevas medidas, como sanciones o acciones militares, contra el gobierno de Siria en caso de incumplimiento del tratado de destrucción de armas químicas.
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