Caracas, 16 Jul. AVN.- Este martes las organizaciones políticas escogerán sus posiciones en la boleta electoral -antes llamada tarjetón-, elemento importante que sintetiza en una sola lámina los nombres y partidos que apoyan a los siete candidatos a las presidenciales del 7 de octubre.
Hoy día la boleta es electrónica y para esta contienda se presentará sin esos óvalos que pudieran dificultarle a algunos electores escoger a la opción de su preferencia.
La boleta presentará los logos de los partidos políticos, a los que se agregarán indicadores visuales con luces que se encenderán una vez hayan sido seleccionados. El tamaño de la boleta será más grande y permitirá que haya más espacio entre logo y logo a fin de evitar confusiones que deriven en votos nulos.
Con estos cambios se consolida una boleta electoral que hace mucho dejó atrás al tarjetón, y con ello la práctica del fraude bautizada por la vieja política como el "acta mata voto".
El tarjetón debe su nombre a las tarjetas con las que votaron los electores en los comicios de 1947, 1958, 1963 y 1968.
El libro "El afiche electoral presidencial", editado por el ministerio de la cultura en 2009, reseña que "en los años 40 y luego en los 50 y 60, al haber pocos partidos políticos participando en la llamada 'contienda electoral' se utilizaban dos tarjetas, la grande, para elegir al presidente y la pequeña par elegir a los representantes del Congreso, hoy Asamblea Nacional".
Con la "proliferación" de partidos "por lo general pequeños" se diseñó entonces un solo elemento gráfico bautizado como el tarjetón, utilizado por primera vez en 1973.
Como lo indica el libro, en la década de 1940, 1950 y 1960, los electores recibían al llegar a la mesa de votación un sobre blanco con revestimiento interno antirreflejo que tenía dentro tarjetas con los colores y logos de los partidos. El ciudadano abría su sobre, tomaba la tarjeta de su preferencia y la depositaba en el recipiente de votos.
Visto así parecía un proceso simple que le permitía a los inscritos en el Registro Electoral ejercer su derecho al sufragio, sin embargo, Roso Grimau, técnico electoral e investigador del Partido Comunista de Venezuela, recuerda que en ese sobre blanco quedaban las otras tarjetas no utilizadas por los electores, las cuales debían ser presentadas a los jefes en las empresas y a los "mandamases" de los principales partidos de la época.
"Se exigía a los trabajadores presentar el sobre con las demás tarjetas para verificar por quién se había votado. Si se demostraba que el trabajador no había elegido a AD o Copei era despedido", rememora.
"El sistema estaba diseñado para el fraude", añade Grimau, quien explicó que este método de las tarjetas fue sustituido luego por el llamado tarjetón, génesis del "acta mata voto".
Germán Yépez, historiador, ex rector del Consejo Nacional Electoral (CNE), explicó que con el tarjetón, los electores marcaban con un lápiz la opción de su preferencia, la depositaban en cajas y al no haber testigos de los partidos pequeños en las mesas de votación se repartían esos votos entre los más grandes y luego se forjaban las actas de totalización.
"Eso es lo que llaman acta mata voto; no importaban los votos, lo importante eran las actas emitidas por representantes, fundamentalmente, de AD y Copei", reseña.
Esta práctica iba acompañada de otras acciones, como el retraso para la cedulación de los venezolanos. "No se emitía, ni se facilitaba la emisión de cédulas, era difícil, uno iba, por ejemplo, a las Torres de El Silencio (Caracas) y ahí estaba desde las 3:00 de la mañana hasta las 5:00 de la tarde y te daban era un comprobante de papel que duraba dos o tres años y con el cual no podías votar", cuenta.
Destacó el evidente contraste entre el sistema electoral anterior y el automatizado de la actualidad. "No hay forma de hacer trampa", asevera, al explicar que el voto electrónico emite un comprobante que facilita auditorías posteriores.
"No se han presentado inconsistencias entre los recibos de votación y las actas electrónicas", explicó para reafirmar que con la aplicación de la boleta electoral se sepultó la práctica puntofijista del "acta mata voto".
Isabela Garrido AVN
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