Caracas, 03 Feb. AVN.- El 4 de febrero de 1962 y de 1992 fueron fechas testigos de dos acontecimientos que, aun cuando separados en el tiempo y el espacio, marcaron un hito en la historia de los pueblos oprimidos de América. Ese cuarto día del segundo mes del año, Fidel vislumbró en la II Declaración de La Habana el futuro libertario de nuestra región, y en Caracas, hace dos décadas, Chávez lideró un alzamiento militar para rescatar la dignidad de Venezuela y el sueño integrador de Bolívar.
Y es que ambos siguieron la huella libertaria que Bolívar y Martí dejaron al protagonizar esos dos actos revolucionarios ejecutados por Fidel en la patria del Apóstol hará este sábado 50 años y por Chávez en la de Bolívar hará 20 ese mismo día. Fidel lo hizo para anunciar al mundo la inminente rebelión de los pueblos oprimidos de la Gran Patria Latinoamericana y Caribeña y Chávez para rescatar a Venezuela de la sanguinaria mano un vasallo del imperio.
Se trazaron la misión de rescatar los estandartes que esgrimieron El Libertador y el Apóstol, Chávez buscando poner fin a las masacres y entrega de su país a la voracidad del Imperio por una pseudo democracia de cuatro décadas. Fidel se dispuso 3 años después de derrocar la dictadura que EE UU le impuso a la isla, anunciando al mundo que los pueblos sojuzgados del continente habían dicho “basta” y se disponían a buscar su libertad definitiva.
Y es que en la tierra firme, los pueblos seguían bajo el dominio del Imperio que los sojuzgó y saqueó tras la fallida libertad de España en complicidad con las oligarquías criollas y los caudillos militares que hicieron fracasar la primera independencia Latinoamericana y Caribeña. De allí que Fidel lanzó aquella Declaración anunciando el inicio de una marcha libertaria de gigantes, y Chávez una rebelión en busca de la libertad en Venezuela.
Extrañas coincidencias presentan algunos episodios de las vidas de Fidel y Chávez, en algunos casos, similares a las del “hombre de las dificultades” como se llamó así mismo Bolívar. El Libertador hizo un juramento libertario en Monte Sacro; Chávez bajo el Samán de Güere; y Fidel prometió liberar a su patria del Imperio y sus secuaces ante sus compañeros de expedición poco antes de abordar el Granma rumbo a Cuba.
Los tres líderes probaron el amargo sabor de la derrota en sus bautismos de fuego. El Libertador en su bautismo de fuego. El Libertador en 1812 en Puerto Cabello; Fidel en 1953 al asaltar el Cuartel Moncada y Chávez en 1992 cuando intentó tomar Caracas. Pero, como expresó Bolívar, “Dios premia la Constancia con la Victoria”, y tanto él como Chávez y Fidel demostraron poseer ese don que los llevó finalmente por el camino del triunfo.
La gesta libertaria de Bolívar culminó en diciembre de 1824 con la victoria de Sucre en Ayacucho, tras más de una década de guerra; Fidel entró victorioso a La Habana, en enero de 1959 luego de tres años de lucha armada, y Chávez, seis años después del 4-F cuando con el arma de los votos alcanzó en diciembre de 1998 un e inédito, aplastante y transparente triunfo electoral.
Pero esos dos eventos cumbres que fueron la II Declaración de La Habana y el alzamiento militar del 4-F, presentan también la extraña coincidencia de haber ocurrido el cuarto día del segundo mes del año. El primero evidencia la asombra capacidad profética de Fidel cuando, adelantándose al tiempo le arrancó el secreto que guardaba, visualizando la rebelión triunfal que habrían de protagonizar los pueblos oprimidos contra el Imperio y sus lacayos.
“Porque ahora –dijo prediciendo el futuro-, por los campos y las montañas de América, por las faldas de sus sierras , por sus llanuras y sus selvas, entre la soledad o en el tráfico de las ciudades o en las costas de los grandes océanos y ríos, se empieza a estremecer este mundo lleno de razones, con los puños calientes y deseos de morir por lo suyo
“Y esa ola de estremecido rencor, de justicia reclamada, de derecho pisoteado que se empieza a levantar por entre las tierras de Latinoamérica, esa ola ya no parará más. Esa ola irá creciendo cada día que pase. Porque esa ola la forman los más mayoritarios en todos los aspectos, los que acumulan con su trabajo las riquezas, crean los valores, hacen andar las ruedas de la historia y que ahora despiertan del largo sueño embrutecedor a que los sometieron”.
Fue un despertar violento que se extendió por varios puntos de la región, una sublevación de pueblos aplastada junto con sus líderes, soñadores de libertad asesinados por los verdugos del Imperio que no perdona rebeliones. Así debieron transcurrir treinta años, para que de nuevo se levantara y despertara un 4 de febrero de 1992, un nuevo sueño libertario, liderado en Venezuela por Chávez al frente de un grupo de honestos y valientes soldados.
Era la respuesta a la brutalidad de uno de los cabecillas de la pseudo democracia de la Cuarta República que tres años antes había desatado una nueva masacre, mucho más sangrienta que las de El Amparo, Cantaura y Yumare. Fue conocida como El Caracazo, en la que perecieron más de mil personas ultimados por la policía y el ejército cuando protestaban contra el “paquetazo” neoliberal impuesto por el FMI y el Banco Mundial al régimen.
Aquel grito de esperanza callado momentáneamente al fracasar la rebelión del 4-F, no se apagó con la derrota y volvió a escucharse a seis años del histórico “Por Ahora” pronunciado por el Comandante. Fue Mensaje de rebeldía indomable que le infundió arrolladora fuerza al pueblo para llevarlo al triunfo en los comicios del 8 de diciembre de 1998, punto de partida de una revolución inédita y pacífica, cuyo eco habría de extenderse por toda la región.
Incendió con sus llamas libertarias a Brasil, Argentina, Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Paraguay, y Uruguay en el marco de un proceso histórico que, como pronosticara Fidel en la II Declaración de La Habana, cambió el mapa político y social de esos pueblos de la Gran Patria Latinoamericana y Caribeña. Y prosiguió “marcha de gigantes” hasta alcanzar el sueño integrador de Bolívar, primero con el ALBA, luego con UNASUR hasta llegar a CELAC, su meta final.
Ahora, que la región está unida definitivamente, haciendo realidad el ideal que hace dos siglos soñó El Libertador en Jamaica; que hace 50 años pronosticó Fidel en una Declaración y hace dos décadas impulsó Chávez con una rebelión, las 33 naciones que conforman la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños constituyen el mas poderoso bloque político, económico y social del planeta.
Emergen como tal en un momento, en el que las viejas potencias coloniales europeas y el imperio yanqui sufren la más devastadora crisis económica, financiera, política, social y moral de su historia, socavado el poder de la codicia, usura y avaricia que les llevó a desatar guerras de conquista contra los pueblos del Tercer mundo para sojuzgarlos y beneficiarse con el botín de su saqueo de siglos.
Sin embargo, aun que arrinconados y vencidos, aún desatan nuevas guerras de conquista pretendiendo revertir el curso inexorable de la historia, y a pesar de las pírricas victorias alcanzadas en los últimos meses en su demencial afán por dominar de nuevo al mundo, no podrán hacerlo.
“Porque esta gran Humanidad ha dicho: basta y ha echado andar. Y su marcha de gigantes, ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera independencia…” Eso fue lo que vislumbró Fidel con la II Declaración de La Habana. Como lo hizo Chávez también un 4-F al rebelarse junto contra un tirano de la Cuarta República que entregó al pueblo a las transnacionales y entes financieros del Imperio y masacrar al pueblo que se alzó contra sus desmanes.
Y al cumplirse medio siglo de la II Declaración de La Habana hecha por Fidel, y del intento libertario de Chávez, Cuba, Venezuela y el resto de los pueblos de América Latina y el Caribe, celebrarán jubilosos el histórico 4-F. Están dispuestos a no dejarse arrebatar, como ocurrió tras la muerte del Libertador, ese sueño hecho realidad con la Celac 200 años después de haberse gestado en una isla del Caribe, “El Mar de la Libertad.”
Hernán Mena Cifuentes AVN 03/02/2012
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