Por José Pertierra
Bridgetown, Barbados. Durante una tarde pacífica, hace 35 años en Barbados, Dalton Guiller acababa de terminar una ronda de esquí acuático. Mientras recargaba de combustible su lancha, lo sobresaltó un fuerte estruendo en los cielos. Vio salir de una nube a un avión que volaba bajito y se quejaba como si estuviera herido. Venía desde el oeste hacia la playa. “No se veía bien. Estaba demasiado bajo. Entonces lo vi alzarse ligeramente hacia el cielo, voltearse hacia la derecha y estrellarse contra el agua: de pico”, dijo Guiller.
En la Universidad de las West Indies de Barbados ese día, la Profesora Cecilia Karch-Braithwaite también escuchó el fuerte ronroneo de un avión. Ella me contó la semana pasada: “Me pareció raro, porque el avión estaba volando demasiado bajo e iba por un camino que nunca toman los aviones cuando se acercan al aeropuerto de Barbados.” Karch-Braithwaite de repente vio el humo dentro del avión: “En ese momento, la nave se elevó un poco antes de virarse hacia la derecha y estrellarse contra el mar frente la playa Paraíso”. La universidad está situada en una colina, a cinco millas de la playa.
Conocí a Dalton Guiller y a la Dra. Cecilia Karch Braithwaite durante las ceremonias de la semana pasada en Barbados, que marcan el 35 aniversario del asesinato de las 73 personas a bordo del avión cubano de pasajeros que se estrelló pocos minutos después de despegar del aeropuerto de Seawell en Barbados. Ambos preservan vívidos recuerdos de aquel día, 6 de octubre de 1976.
LAS VÍCTIMAS
El avión era un DC-8. Lo volaba Cubana de Aviación. La nave había recibido un mantenimiento rutinario sólo 10 días antes de estrellarse y llevaba 73 pasajeros ese día. El promedio de edad de los que iban a bordo era solamente 30 años, pues incluía 24 miembros del equipo de esgrima juvenil de Cuba que regresaban a la isla, después de haber barrido con las medallas de oro en los Juegos Panamericanos de Caracas, Venezuela. Los atletas subieron al avión con sus medallas colgándoles al cuello. En total murieron 57 cubanos, 11 guyaneses y 5 coreanos.
LAS BOMBAS
A la 1:23 pm, hora local, el piloto Wilfredo Pérez llamó al Aeropuerto Internacional de Seawell para reportar que tenía una emergencia en el avión: “Seawell! Seawell! Seawell CU-455. . . ! Tenemos una explosión a bordo. . . . . Tenemos un incendio a bordo”. Una investigación forense realizada por el Dr. Julio Lara Alonso estableció que dos bombas explotaron dentro del avión de pasajeros, provocando que se estrellara en el mar.
La primera bomba estalló debajo de uno de los asientos de pasajeros, y provocó un incendio cerca de la parte delantera del avión, y la segunda (alrededor de ocho minutos más tarde) en el baño trasero del avión. Esta última derribó el avión en segundos.
“HE MATADO MÁS QUE EL CHACAL”
Dos ciudadanos venezolanos, Hernán Ricardo y Freddy Lugo, habían colocado las bombas en el avión, antes de desembarcar en el aeropuerto de Barbados. Posteriormente, Lugo le dijo a los oficiales de la policía que Hernán Ricardo alardeó de que las 73 personas que había asesinados en el avión eran “más que las que mató el Chacal”, en alusión a Carlos el Chacal, el famoso terrorista. “Ahora yo soy el que tiene el récord, porque yo soy el que hizo estallar esa cosa”, dijo Lugo.
Hernán Ricardo le confesó a las autoridades de Barbados y Trinidad –quienes estaban investigando el crimen– que Lugo y él hicieron explotar el avión, y que ambos trabajaban para la CIA y para Luis Posada Carriles. Incluso Ricardo les dibujó a sus interrogadores un diagrama del detonador que utilizó para estallar los explosivos C-4 que depositó en la aeronave.
Ricardo también admitió haber recibido 25.000 dólares por el trabajo.
Después de la voladura del avión, Lugo y Ricardo se fugaron a Trinidad, donde la policía trinitaria los capturó al otro día. El gobierno de Trinidad los extraditó a Venezuela. En Caracas, fueron condenados y sentenciados a 20 años de prisión por los 73 asesinatos a bordo de CU-455. La evidencia era contundente.
Después de cumplir sus sentencias, ambos lograron empleo. Freddy Lugo maneja un taxi en Caracas. El Miami Herald informó que Posada Carriles le dijo que Hernán Ricardo trabaja en la Florida como un operativo encubierto en Administración de Control de Drogas de los Estados Unidos.
EL AUTOR INTELECTUAL
Luis Posada Carriles fue arrestado, acusado y procesado en Caracas por ser el autor intelectual del asesinato de las 73 personas a bordo de CU-455, pero antes de que el tribunal venezolano pronunciara el veredicto, se escapó de la prisión en 1985.
A las pocas semanas, ya tenía trabajo. Con la CIA, en una operación que posteriormente se convirtió en un escándalo llamado Irán-Contra. Estados Unidos nunca se ha molestado en explicarnos cómo es posible que un fugitivo internacional acusado de 73 cargos de asesinato calificado, pueda lograr tan rápidamente un trabajo con la CIA, ayudando a armar a los Contras de Nicaragua, y ganando tanto dinero: $120.000 al año.
EL HORROR
Cuando vio el avión caer al agua, Dalton Guiller inmediatamente partió en su pequeña lancha de cinco metros de largo hacia el lugar donde se había estrellado la nave. “Llegué en menos de dos minutos”, me contó Guiller. “Yo estaba con otros dos amigos, y nos fuimos a ver si había algún sobreviviente.” Recordó que sentía un fuerte olor a combustible mientras sus ojos miraban atónitos el horror que lo rodeaba. “Vi las maletas, los asientos y algunos materiales personales. También vi cuerpos: uno o dos de ellos intactos. Los otros no eran cuerpos completos. Estaban suspendidos al nivel del mar. Me impactó que algunos de los cuerpos flotaban de forma perpendicular al nivel del mar. Piernas sin torso. Torsos, sin la parte inferior del cuerpo”, describió Guiller.
El informe realizado por el médico forense de Barbados narra la condición en que se encontraban los restos de una niña guyanesa de 9 años: “El cuerpo de una niña de unos 9 años de edad. Sin cerebro …, sólo los huesos faciales, el cuero cabelludo y el resto del cabello. Los pulmones y el corazón destruidos. El hígado. y los intestinos destrozados. Ausencia del glúteo de la extremidad inferior derecha. Fractura compuesta de la tibia y el peroné…” Se llamaba Sabrina, y viajaba con su familia a Cuba. Fue una de las 15 personas, cuyos restos pudieron ser recuperados de las aguas de Paradise Beach.
EL ODIO
El combustible que precipitó el horror fue el odio. El mismo odio que motivó el asesinato de otros 2,478 cubanos e incapacitar a 2.099 más, desde el triunfo la Revolución.
Cables desclasificados de inteligencia de EEUU revelan que Luis Posada Carriles dijo que tenía un plan para “golpear” a un avión cubano unos días antes de que Ricardo y Lugo derribaran el CU-455. La CIA le informó a Washington, pero nadie se molestó en alertar a los gobiernos de Cuba o Venezuela.
Lo que sucedió en Barbados tres décadas y media atrás, no es un incidente aislado. La amenaza perdura. Desde su guarida en Miami, el autor intelectual del atentado contra el avión cubano, Luis Posada Carriles, sigue azuzando a sus seguidores a la violencia contra el pueblo cubano. Atacan a los civiles, a las mujeres y a los niños cubanos, con el propósito de lograr con el terror lo que no son capaces de obtener en el campo de honor.
“OUR MAN” EN AMÉRICA LATINA
Posada Carriles admite públicamente su relación con la CIA, y su abogado le dijo a un juez federal que todo lo que su cliente había hecho en América Latina lo había hecho en el “nombre de Washington.”
¿Qué es, entonces, lo que el Sr. Posada ha hecho en América Latina “en el nombre de Washington”? Además del asesinado en masa de las personas a bordo de aquel avión de pasajeros en Barbados, Posada torturó a venezolanos en la década de los 1970, ayudó a asesinar a nicaragüenses en los 80, y entrenó a los escuadrones de la muerte en Guatemala y El Salvador entre 1980 y 1990. También fue el autor intelectual de una serie de atentados con bombas en los hoteles y restaurantes más emblemáticos de Cuba en 1997, que causaron el asesinato del turista italiano Fabio Di Celmo y lesiones a otras personas. Posada Carriles también conspiró varias veces para asesinar al presidente de Cuba, Fidel Castro, incluyendo en el año 2000 en la Universidad de Panamá, donde tenía previsto hacer explotar 100 libras de C-4 en un auditorio lleno de estudiantes universitarios que asistirían a un encuentro con el líder cubano.
La crueldad que dio lugar a esta guerra de terror que lleva ya más de cincuenta años contra Cuba es detestable. Entrenar a los terroristas anti-cubanos en el territorio y con la anuencia de Estados Unidos, es inmoral. Proporcionarles armas es un escándalo: protegerlos un atropello.
EL DOBLE RASERO
Al contrario de cómo hacen los Estados Unidos, Venezuela no asesina a los terroristas. Utiliza el debido proceso de la ley para procesarlos en los tribunales. Pero para que este proceso sea eficaz, se necesita que Estados Unidos cumpla con sus obligaciones jurídicas internacionales.
Cuando Posada Carriles llegó ilegalmente en Estados Unidos en el 2005, Venezuela inmediatamente presentó una solicitud de extradición. Nos basamos en el tratado de extradición bilateral que data de 1922 y en una Convención internacional, cuyo propósito es proteger a los pasajeros en la aviación civil de los actos terroristas: la Convención de Montreal sobre la Aviación Civil.
La Resolución 1373 de las Naciones Unidas (ONU) prohíbe que los países miembros de la ONU amparen a los terroristas. Los propios Estados Unidos impulsaron esa Resolución para combatir el terrorismo después de la tragedia del 11-9. Sin embargo, los Estados Unidos siguen amparando a los terroristas de origen cubano dentro de su propio territorio ¿Será que Estados Unidos no tiene que cumplir con las mismas obligaciones jurídicas que el resto del mundo?
LOS CINCO
Hace trece años, el gobierno de Estados Unidos arrestó, condenó y sentenció a Cinco Cubanos en Miami a largas penas carcelarias.
Los Cinco habían ido a Miami para acumular evidencia contra los terroristas cubanoamericanos que actuaban impunemente desde los Estados Unidos contra Cuba. En 1998, Cuba le entregó las evidencias al FBI con la esperanza de que las autoridades policiales estadounidenses detuvieran y procesaran a los terroristas.
Sin embargo, el gobierno de EEUU no arrestó, ni tampoco procesó, a los terroristas. Lo que hizo el FBI fue encarcelar, procesar, condenar y sentenciar a los que le habían proporcionado la evidencia contra los terroristas. Los Cinco Cubanos han estado en la cárcel durante 13 crueles años. Son inocentes.
Gerardo Hernández cumple dos cadenas perpetuas más 15 años. La Corte de Apelaciones ratificó su sentencia. Aunque muera en la cárcel dos veces y resucite, aún tendría que pasarse 15 años más preso.
Ramón Labañino fue condenado a cadena perpetua más 18 años, posteriormente la Corte de Apelaciones dictaminó que la sentencia era excesiva, la desestimó y le devolvió el caso a la misma jueza que lo había sentenciado anteriormente. La Jueza Lenard de Miami redujo la sentencia a “sólamente” 30 años de prisión.
Antonio Guerrero fue sentenciado a cadena perpetua más 10 años. La Corte de Apelaciones también desestimó la sentencia por excesiva, y la jueza Lenard y la redujo a “solamente” 21 años y diez meses.
Fernando González fue sentenciado a 19 años. La Corte de Apelaciones también desestimó la sentencia por excesiva, y la jueza Lenard y la redujo a “solamente” 17 años y 9 meses.
René González fue sentenciado a 15 años. La Corte de Apelaciones ratificó la sentencia. Salió de la cárcel el 7 de octubre. Sin embargo, la Jueza Lenard no le permite regresar a Cuba, como él desea, para reunirse con su esposa e hijas. Le obliga a permanecer en Estados Unidos por tres años más -un castigo adicional tan cruel como irresponsable. Su vida corre peligro en los Estados Unidos. Los terroristas saben quién es y podrían ensañarse contra él.
LA INDIFERENCIA VS. LA INDIGNACIÓN
Lograr que Estados Unidos extradite a Luis Posada Carriles no es fácil, y convencer al Presidente Barack Obama de que libere a los Cinco es difícil. Ninguno de los dos casos aparecen en el radar de la opinión pública estadounidense. Washington cuenta con la indiferencia de la gente. Sabe que la indiferencia es el anónimo aliado de la injusticia.
Pero a medida que la gente se entera de la historia del terrorismo contra Cuba, más se indigna y demanda que se haga justicia. La indignación es la que derrumba la indiferencia.
LA MEMORIA DE LOS MUERTOS
No olvidemos las 73 personas asesinadas a sangre fría hace 35 años en Barbados. Estando en Paradise Beach, frente al monumento a su memoria, escuché los Himnos Nacionales de Cuba y de Barbados. Miré hacia el mar que tenía en frente, donde el avión aún está sumergido en el fondo de la bahía en aguas muy profundas, y recordé que los restos de 58 de las personas que fallecieron ese día se quedaron en esas aguas. Nunca fueron recuperados del mar.
Durante las ceremonias por el 35 aniversario de la voladura del avión, estaba al lado del hijo de Wilfredo Pérez, el valiente piloto que desvió el avión de la playa hacia el mar, salvándole la vida a decenas de barbadenses. El hijo (quien lleva el nombre de su padre) fácilmente podría haber permitido que el odio lo consuma. Sin embargo, se hizo psicólogo para curar a personas dañadas.
Nancy Uranga también murió en ese avión. Tenía solamente 22 años de edad y estaba embarazada. Era parte del equipo juvenil de esgrima de Cuba. Muchos saben que 73 personas murieron ese día en el avión que se estrelló en Barbados, pero pocos saben que Nancy estaba encinta, y que los terroristas además mataron a un bebé que estaba por nacer.
Los terroristas también mataron a Carlos Cremata ese día. Carlos tenía 41 años. Trabajaba para Cubana de Aviación, y amaba al teatro. Su saludo siempre era: “¡Viva la vida!”. Uno de sus hijos, Carlos Alberto Cremata, fundó el teatro infantil mejor del mundo, La Colmenita, cuya filosofía es “sembrar el amor”. La Colmenita está ahora de gira por los Estados Unidos.
Las aguas de la Playa Paraíso esconden una historia de injusticia. El asesinato a sangre fría de las 73 personas a bordo del avión de pasajeros fue un crimen contra sus familiares y sus países. Fue también un golpe contra los barbadenses.
El “BAJAN-AMERICAN”
El Fiscal General de los Estados Unidos, Eric Holder Jr., es un “Bajan-American”. Se crió en un hogar barbadense de Nueva York. Su padre, Eric Sr., nació en Barbados y se casó con una hija de inmigrantes barbadenses.
Cuando visitó Barbados en 2008, el futuro Fiscal General del gobierno del Presidente Obama dijo: “Me crié tanto en Barbados como en Nueva York”.
La historia ha puesto en manos de Eric Holder la responsabilidad de resolver un asesinato masivo que ocurrió en el país natal de sus padres hace 35 años. El tipo de acción que causó que Cuba enviara a los Cinco a los Estados Unidos. Para remediar la injusticia, Eric Holder necesita darle curso a la solicitud de extradición presentada por Venezuela contra Luis Posada Carriles. También debe recomendarle al Presidente Obama que le otorgue una clemencia ejecutiva a los Cinco.
EL CARÁCTER
La extradición de Luis Posada Carriles a Venezuela y la liberación de los Cinco Cubanos son responsabilidad de los Estados Unidos y de su pueblo. No son simplemente los detalles de dos rutinarios casos penales. Son un imperativo moral. Lo que está en jaque con ellos son los principios básicos de la justicia social y del carácter de los Estados Unidos como nación y de su pueblo.
¿Estarán Eric Holder y el presidente Barack Obama a la altura de esta tarea? ¿Clamará el pueblo estadounidense por la justicia?
No hay comentarios:
Publicar un comentario