Prensa Indígena RNV MG/ Maira González
6 Diciembre 2010
6 Diciembre 2010
En Alitain II, zona ubicada a las afueras de Guarero, un pequeño de ocho años se aferraba a su gallina, sus manos estremecidas de fiebre apretaban con fuerza al ave, ambos temblaban de frío. Un rescatista convencía a sus padres para que salieran de la casa y dejaran a los animales porque los ríos de la Guajira seguían inundando todo. En otro punto de la Guajira, Fermín Montiel, líder de Miralejos, se ha mantenido en todo momento con las botas puestas, al ver que las señales telefónicas no respondían se trasladó hasta el único medio de comunicación que mantenía informada a la Guajira, "a todos los que están escuchando Fe y Alegría, a los pescadores, traigan sus canoas porque mucha gente se quedó dentro del agua en Miralejos, Maichemana, la Gloria, Luis Emiro, Puerto Aleramo, El Rabito y Barrio Nuevo”. Zuneida González, líder del sector Maichemana, trasladó a numerosas familias que se alojaron en la terminal de los filuos pero ahí también llegó el agua, luego fueron reubicados en centro Social Toro Sentao de Paraguaipoa. A la valiente mujer le sigue preocupando algo, rompió en llanto cuando trataba de persuadir, a través de la radio, a la señora Josefa Machado para que saliera de su casa. Josefa Machado, de la comunidad Maichemana, no quiso salir de su casa. Todo su rebaño murió ahogado. Decidió guindar su chinchorro a lo alto y se rehúsa a salir porque ahí tiene a los seres que partieron antes que ella. Confía en que Maleiwa proveerá y secará las aguas. Cientos de familias vieron como sus chivos y corderos morían ahogados, con ellos se fueron sus bienes materiales y con las inundaciones sienten que se pierden también sus bienes espirituales.Desde hace varios días en la Radio de Fe y Alegría Paraguaipoa se escuchan voces tristes, Marta Fernández de Puerto Aleramo no podía contener las lágrimas: "Si alguien nos escucha, por favor sáquennos a otra parte porque ya no podemos más con esta angustia de ver que cada vez llega más agua".Por estos días la voz se nos quiebra a muchos, incluso para poder escribir o describir periodísticamente lo que se vive en la Guajira. Mi compañera de trabajo se dirigió a su mamá que vive en la Guajira Colombiana, allá se desbordó el río y tiene varios días sin saber nada de ella porque no hay señal telefónica “mamita estoy muy angustiada y triste por ti, yo estoy bien, por favor cuídate mucho, vete a un sitio seguro, haré todo lo posible para cruzar a buscarte”. Saliendo de la radio, en el patio de la escuela Fe y Alegría Paraguaipoa, sitio que funciona como centro de refugio, un niño juega con sus hermanos y vecinos. Posaron para las fotos que les tomé. Cuando miro la imagen de los niños mojados pero sonrientes, descalzos pero felices, disipan mi tristeza y me recuerdan que tenemos futuro y hay siempre oportunidad para la esperanza.
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