Caracas, 02 Agost. La Voz De San Joaquin / Fuente: (AVN).-
El montaje del Gobierno de Álvaro Uribe contra Venezuela, ejecutado ante la Organización de Estados Americanos (OEA) el pasado 22 de julio, cuando acusó al Gobierno Bolivariano de proteger a irregulares colombianos, copia el formato que utilizó el ex presidente estadounidense George W. Bush para atacar Irak, afirmó el periodista José Vicente Rangel.
En su columna El Espejo, publicada este lunes en el diario Últimas Noticias bajo el título La Felonía, el comunicador señaló que el plan del mandatario saliente de la nación vecina es un “sofisticado paquete confeccionado en detalle, con recursos propios y apoyo de organismos de seguridad e inteligencia norteamericanos (...) destinado fundamentalmente a producir efectos mediáticos”.
Recordó que en 2003, cuando comenzó la invasión estadounidense a Irak, hubo una brutal ofensiva publicitaria destinada a intoxicar a la opinión internacional y a otros gobiernos de que Sadam Hussein tenía armas de destrucción masiva, lo que preparó las condiciones para el ataque.
“La estrategia tuvo éxito. Lo que fue un montaje a base de mentiras, como se demostró posteriormente cuando Irak fue arrasado, sirvió para justificar una de las aventuras más inmorales y sanguinarias de los Estados Unidos contra una nación en condiciones de inferioridad para defenderse”, apuntó.
Rangel calificó el montaje del Gobierno uribista contra Venezuela en la OEA como una modalidad política de ese Estado: la emboscada.
Esta consiste “en actuar al margen de la ley y en contra del Estado de Derecho, invocando al mismo tiempo su defensa. Es el aporte de la oligarquía colombiana y dirigentes mafiosos a la doctrina política, producto de la trenza formada por narcos, paramilitares y liderazgos que conviven carnalmente con la delincuencia, o sea, lo que hoy constituye el Estado forajido forjado mediante la relación con el delito”.
Añadió que este modelo genera una política que al interior de Colombia consuma masacres disfrazadas con el nombre de “falsos positivos” y estímulo de la violencia, mientras que al exterior proyecta intolerancia, que se traduce en acciones como el ataque armado a Ecuador en 2008, en el que murió el jefe de las las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) Raúl Reyes, y la infiltración del territorio venezolano con paramilitares y agentes del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS).
Ratificó el periodista que el plan de Uribe contra Venezuela y su presidente, Hugo Chávez, se activó cuando el mandatario saliente concluyó que su sucesor, Juan Manuel Santos, cambiaría la política frente a Caracas por una menos pugnaz y más fluida.
En cuanto al futuro de Uribe, Rangel resaltó que son muchas sus cuentas pendientes con la justicia colombiana e internacional.
“Sobre Uribe se abaten los fantasmas de las masacres consumadas por orden suya en Colombia y en Ecuador, y la estela de crímenes cometidos en Venezuela por los paramilitares que ingresan a territorio nacional en función de un plan elaborado por el alto mando militar presidido por él”, puntualizó.
El pasado 22 de julio, Bogotá denunció ante la OEA la supuesta presencia de miembros de las Farc y del Ejército de Liberación Nacional (ELN) en Venezuela. Esta acusación fue el detonante que obligó al Gobierno de Hugo Chávez a romper relaciones diplomáticas con la Casa de Nariño.
En su columna El Espejo, publicada este lunes en el diario Últimas Noticias bajo el título La Felonía, el comunicador señaló que el plan del mandatario saliente de la nación vecina es un “sofisticado paquete confeccionado en detalle, con recursos propios y apoyo de organismos de seguridad e inteligencia norteamericanos (...) destinado fundamentalmente a producir efectos mediáticos”.
Recordó que en 2003, cuando comenzó la invasión estadounidense a Irak, hubo una brutal ofensiva publicitaria destinada a intoxicar a la opinión internacional y a otros gobiernos de que Sadam Hussein tenía armas de destrucción masiva, lo que preparó las condiciones para el ataque.
“La estrategia tuvo éxito. Lo que fue un montaje a base de mentiras, como se demostró posteriormente cuando Irak fue arrasado, sirvió para justificar una de las aventuras más inmorales y sanguinarias de los Estados Unidos contra una nación en condiciones de inferioridad para defenderse”, apuntó.
Rangel calificó el montaje del Gobierno uribista contra Venezuela en la OEA como una modalidad política de ese Estado: la emboscada.
Esta consiste “en actuar al margen de la ley y en contra del Estado de Derecho, invocando al mismo tiempo su defensa. Es el aporte de la oligarquía colombiana y dirigentes mafiosos a la doctrina política, producto de la trenza formada por narcos, paramilitares y liderazgos que conviven carnalmente con la delincuencia, o sea, lo que hoy constituye el Estado forajido forjado mediante la relación con el delito”.
Añadió que este modelo genera una política que al interior de Colombia consuma masacres disfrazadas con el nombre de “falsos positivos” y estímulo de la violencia, mientras que al exterior proyecta intolerancia, que se traduce en acciones como el ataque armado a Ecuador en 2008, en el que murió el jefe de las las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) Raúl Reyes, y la infiltración del territorio venezolano con paramilitares y agentes del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS).
Ratificó el periodista que el plan de Uribe contra Venezuela y su presidente, Hugo Chávez, se activó cuando el mandatario saliente concluyó que su sucesor, Juan Manuel Santos, cambiaría la política frente a Caracas por una menos pugnaz y más fluida.
En cuanto al futuro de Uribe, Rangel resaltó que son muchas sus cuentas pendientes con la justicia colombiana e internacional.
“Sobre Uribe se abaten los fantasmas de las masacres consumadas por orden suya en Colombia y en Ecuador, y la estela de crímenes cometidos en Venezuela por los paramilitares que ingresan a territorio nacional en función de un plan elaborado por el alto mando militar presidido por él”, puntualizó.
El pasado 22 de julio, Bogotá denunció ante la OEA la supuesta presencia de miembros de las Farc y del Ejército de Liberación Nacional (ELN) en Venezuela. Esta acusación fue el detonante que obligó al Gobierno de Hugo Chávez a romper relaciones diplomáticas con la Casa de Nariño.
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