El ISIS, sigla de la entidad llamada Islamic State of Irak and Syria, que en castellano se traduce por algunos como Ejército o Emirato Islámico en Irak y el Levante o EIIL, es desde la Invasión a Irak 2003, la pantalla o frente, para perfeccionar y expandir el uso de la industria del terrorismo.
Los antecedentes indican que aparece como un nuevo instrumento para desestabilizar estados no aliados o antagónicos a la Alianza Transatlántica. El terrorismo no es un fenómeno de “fantasmas” o de Yihadistas posicionados en una guerra asimétrica asociado a cierto tipo de insurgencia que incomoda a la visión occidental expansiva, como propaga cierto sector del análisis. Se trata de un laberinto de construcción propia por parte de Estados Unidos y la OTAN en la lucha contra la oposición al capitalismo y el tipo de globalización que se expande sin ninguna contención.
Los focos de alta tensión bélica internacional a raíz del posicionamiento de una fuerza terrorista como ISIS en Siria, Irak y que se expande en el Medio Oriente y amenaza al Asia Menor, es el resultado de la cerrada compartimentación entre Estados Unidos y el Reino Unido para abordar problemas de dividendos no resueltos que provienen de la Segunda Guerra y que tampoco se han superado en este período post desplome soviético. Ni China, ni Rusia son una amenaza directa, hoy ni en varias décadas en el futuro, para desafiar la supremacía de la Alianza Transatlántica. Es así que frente a la actual coyuntura de una ausencia de un orden mundial pactado y reconocible por tolas las naciones, estas dos naciones que lideran la Alianza Transatlántica deben mostrar sus cartas en forma abierta en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y en otros foros internacionales.
La invasión a Irak en 2003 fue el elemento catalizador de la actividad terrorista, para que se convirtiera en una industria muy ligada a los dineros que fluyen en torno a la actividad del petróleo y los recursos energéticos y a los estados donde se localizan. Se calcula que el dinero utilizado para financiar la actividad terrorista en Siria bordea los 50 millones de dólares mensuales solo en gastos para pagar personal operativo en terreno, la cifra empalidece en comparación con el costo de una intervención militar en Siria y el proceso post de reconstrucción que se calcula 1.000 millones de dólares de Estados Unidos (1). Con todo, el costo de la guerra en Siria para derrocar al gobierno sirio y los dineros en ayuda humanitaria que han empezado a fluir, se acerca cada vez más a la cifra mensual anotada por Dempsey.
El antecedente más reciente y nítido del surgimiento de esta industria, se ubica en la era de Ronald Reagan, década de 1980. Para combatir la presencia militar soviética en Afganistán se incorporó en las operaciones una novedad doctrinaria y con alto impacto de penetración en el mundo islámico: Introducir en las escuelas coránicas de Afganistán (y Pakistán), adiestramiento doctrinario y prácticas para la insurgencia violenta contra los soviéticos y los afganos partidarios del gobierno laico de tipo socialista y democrático (2).
El experimento, muy en el molde del bizarro asunto Irán- Contras, esparció las semillas de la actividad terrorista que, se difunde hoy como Yihadismo, un neologismo derivado de Yihad, que significa en términos muy somero, “un compromiso con el Corán”. Término acuñado en Estados Unidos y Europa Occidental para fijar parámetros de análisis cómodo y práctico, que impide siquiera observar, menos detectar variables mas subyacentes en el fenómeno del terrorismo proveniente de circuitos de religión islámica.
Practicidad y comodidad, han sido ejes en el análisis y la conducta exterior de Estados Unidos para la zona del mundo que es aquejada por los grados de violencia más brutales y dramáticos desde la guerra en Vietnam. El “Yihadismo es supuestamente lo que ha alimentado la ocupación terrorista de varias ciudades en Irak, entre ellas, dos enclaves geoestratégicos como Mosul y Tikrit y que significa la apertura de otra crisis internacional, más allá de la que produce la guerra en Siria.
En Afganistán y Pakistán se encuentra el origen primario de las entidades terroristas formadas bajo el escudo del Islamismo radicalizado de última generación para desestabilizar estados (3). En el libro The Struggle For Afghanistán, ( Newell y Newell 1981), no hay mención del Yihadismo o de la palabra Talibán. Es un antecedente vital para tomar en cuenta de que hay un antes y un después del uso del terrorismo en Afganistán para expulsar a los soviéticos. En el archivo de ARGENPRESS, hay una nota específica sobre el tema del 13 de agosto de 2006, a raíz de los atentados en Heathrow, Londres. “No hay que creerles”, se titulaba y se refería a que tanto el Reino Unido como Estados Unidos teniendo toda la competencia para desmantelar las redes terroristas a las que supuestamente se atribuían los atentados, no anticipaban los atentados por no implementar cabalmente la resolución de la ONU 1373 de septiembre de 2001 que se aprueba con unanimidad para responder a los atentados en Nueva York.
La resolución, primera y única en la historia, entregaba plenos poderes a los estados para cumplir sus obligaciones respecto a desmantelar las redes terroristas desde las cúpulas en los países hasta los instrumentos más precarios. La resolución entrega poderes para monitorear e intervenir la gestación de la actividad terrorista incluyendo el aspecto financiero. Desafortunadamente en el momento no se advirtió la importancia del flujo del capital de las corporaciones transnacionales que ha gozado de cierta inmunidad respecto a las fiscalizaciones. La resolución en este sentido es débil y entrega manga ancha para que estas corporaciones protejan sus intereses con autonomía. La implementación de la resolución con sus postulados originales no sucedió y el terrorismo gradualmente se convierte en una virtual industria política y económica de alta rentabilidad. Qué mejor que alimentar sus ejércitos con poblaciones desafectadas y radicalizadas del mundo islámico en los países que menos ventajas y oportunidades han tenido de la globalización y el actual capitalismo. Debido que Estados Unidos y el Reino Unido dan esa batalla propia dentro de la égida de la lucha antiterrorista en forma unilateral y bajo el formato de compartimentos cerrados, no existe la posibilidad de la “fiscalización” de alguna contraparte, por decir de Naciones Unidas, que interceda con un punto de vista neutral y con una autoridad política diferente al sentido estratégico de esta batalla. Es decir, Estados Unidos y el Reino Unido, pueden hacer y deshacer a voluntad y es legítimo pensar que el ISIS no solo es una prolongación de Al Qaeda sino que consiste en una regeneración de esa industria terrorista gestada a o largo de los años a partir de la guerra anti soviética en Afganistán.
El ISIS y sus análogos, consiste en una versión actualizada que ha servido para enfrentar cualquier amenaza a la supremacía Transatlántica, o la composición de cualquier alianza que la conteste, como podría suceder si China y Rusia se unieran como nunca lo hicieron desde el cisma chino-soviético de fines de la década de 1950.
Notas:
1) Guerra de Afganistán (1978-1992), referida también como invasión soviética de Afganistán, consistió en un enfrentamiento entre el ejército de la recién inaugurada República Democrática de Afganistán, apoyado por el Ejército Soviético y los Muyahedines , guerrilleros afganos islámicos apoyados por Estados Unidos. En 1978 se produce una revuelta que hizo de Afganistán un Estado Socialista gobernado por el Partido Democrático Popular de Afganistán (PDPA). Estados Unidos inicia la «Operación Ciclón», con armas, financiamiento y adoctrinamiento a los rebeldes islámicos, que incluye la penetración en el sistema de educación islámica. Par evitar la desintegración del estado, se inicia la intervención del Ejército Soviético a solicitud del gobierno Afgano. Para expulsar a los soviéticos se forma una alianza liderada por Estados Unidos con Pakistán, Irán, Arabia Saudí, China, Israel y el Reino Unido. El modelo es similar al de Siria 2011-2014 con la excepción de China, Irán y Pakistán. Los soviéticos se retira en 1989 y los llamados fundamentalistas, “sembrados” por la administración de Reagan, irían a establecen el Estado Islámico que es derrocado por la intervención de Estados Unidos en 2001.
2) Matin Dempsey, Comandante en Jefe de las FFAA de Estados Unidos, el 23 de julio de 2013 ante el congreso en Estados Unidos declaró que el costo de una intervención de pacificación y de reconstrucción en Siria ascendería a 1.000 millones de dólares mensuales.
3) Durante la presencia soviética en la década de los años 80, trabajaba para Naciones Unidas en India, Nueva Delhi y tuve la oportunidad de hablar con varios miembros de la oposición Afgana, la parte más sana y progresista que se oponía a lo que llamaban ocupación soviética. Ellos me manifestaron su absoluto rechazo a la estrategia de adoctrinar células terroristas en vinculación a la educación islámica.
Los antecedentes indican que aparece como un nuevo instrumento para desestabilizar estados no aliados o antagónicos a la Alianza Transatlántica. El terrorismo no es un fenómeno de “fantasmas” o de Yihadistas posicionados en una guerra asimétrica asociado a cierto tipo de insurgencia que incomoda a la visión occidental expansiva, como propaga cierto sector del análisis. Se trata de un laberinto de construcción propia por parte de Estados Unidos y la OTAN en la lucha contra la oposición al capitalismo y el tipo de globalización que se expande sin ninguna contención.
Los focos de alta tensión bélica internacional a raíz del posicionamiento de una fuerza terrorista como ISIS en Siria, Irak y que se expande en el Medio Oriente y amenaza al Asia Menor, es el resultado de la cerrada compartimentación entre Estados Unidos y el Reino Unido para abordar problemas de dividendos no resueltos que provienen de la Segunda Guerra y que tampoco se han superado en este período post desplome soviético. Ni China, ni Rusia son una amenaza directa, hoy ni en varias décadas en el futuro, para desafiar la supremacía de la Alianza Transatlántica. Es así que frente a la actual coyuntura de una ausencia de un orden mundial pactado y reconocible por tolas las naciones, estas dos naciones que lideran la Alianza Transatlántica deben mostrar sus cartas en forma abierta en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y en otros foros internacionales.
La invasión a Irak en 2003 fue el elemento catalizador de la actividad terrorista, para que se convirtiera en una industria muy ligada a los dineros que fluyen en torno a la actividad del petróleo y los recursos energéticos y a los estados donde se localizan. Se calcula que el dinero utilizado para financiar la actividad terrorista en Siria bordea los 50 millones de dólares mensuales solo en gastos para pagar personal operativo en terreno, la cifra empalidece en comparación con el costo de una intervención militar en Siria y el proceso post de reconstrucción que se calcula 1.000 millones de dólares de Estados Unidos (1). Con todo, el costo de la guerra en Siria para derrocar al gobierno sirio y los dineros en ayuda humanitaria que han empezado a fluir, se acerca cada vez más a la cifra mensual anotada por Dempsey.
El antecedente más reciente y nítido del surgimiento de esta industria, se ubica en la era de Ronald Reagan, década de 1980. Para combatir la presencia militar soviética en Afganistán se incorporó en las operaciones una novedad doctrinaria y con alto impacto de penetración en el mundo islámico: Introducir en las escuelas coránicas de Afganistán (y Pakistán), adiestramiento doctrinario y prácticas para la insurgencia violenta contra los soviéticos y los afganos partidarios del gobierno laico de tipo socialista y democrático (2).
El experimento, muy en el molde del bizarro asunto Irán- Contras, esparció las semillas de la actividad terrorista que, se difunde hoy como Yihadismo, un neologismo derivado de Yihad, que significa en términos muy somero, “un compromiso con el Corán”. Término acuñado en Estados Unidos y Europa Occidental para fijar parámetros de análisis cómodo y práctico, que impide siquiera observar, menos detectar variables mas subyacentes en el fenómeno del terrorismo proveniente de circuitos de religión islámica.
Practicidad y comodidad, han sido ejes en el análisis y la conducta exterior de Estados Unidos para la zona del mundo que es aquejada por los grados de violencia más brutales y dramáticos desde la guerra en Vietnam. El “Yihadismo es supuestamente lo que ha alimentado la ocupación terrorista de varias ciudades en Irak, entre ellas, dos enclaves geoestratégicos como Mosul y Tikrit y que significa la apertura de otra crisis internacional, más allá de la que produce la guerra en Siria.
En Afganistán y Pakistán se encuentra el origen primario de las entidades terroristas formadas bajo el escudo del Islamismo radicalizado de última generación para desestabilizar estados (3). En el libro The Struggle For Afghanistán, ( Newell y Newell 1981), no hay mención del Yihadismo o de la palabra Talibán. Es un antecedente vital para tomar en cuenta de que hay un antes y un después del uso del terrorismo en Afganistán para expulsar a los soviéticos. En el archivo de ARGENPRESS, hay una nota específica sobre el tema del 13 de agosto de 2006, a raíz de los atentados en Heathrow, Londres. “No hay que creerles”, se titulaba y se refería a que tanto el Reino Unido como Estados Unidos teniendo toda la competencia para desmantelar las redes terroristas a las que supuestamente se atribuían los atentados, no anticipaban los atentados por no implementar cabalmente la resolución de la ONU 1373 de septiembre de 2001 que se aprueba con unanimidad para responder a los atentados en Nueva York.
La resolución, primera y única en la historia, entregaba plenos poderes a los estados para cumplir sus obligaciones respecto a desmantelar las redes terroristas desde las cúpulas en los países hasta los instrumentos más precarios. La resolución entrega poderes para monitorear e intervenir la gestación de la actividad terrorista incluyendo el aspecto financiero. Desafortunadamente en el momento no se advirtió la importancia del flujo del capital de las corporaciones transnacionales que ha gozado de cierta inmunidad respecto a las fiscalizaciones. La resolución en este sentido es débil y entrega manga ancha para que estas corporaciones protejan sus intereses con autonomía. La implementación de la resolución con sus postulados originales no sucedió y el terrorismo gradualmente se convierte en una virtual industria política y económica de alta rentabilidad. Qué mejor que alimentar sus ejércitos con poblaciones desafectadas y radicalizadas del mundo islámico en los países que menos ventajas y oportunidades han tenido de la globalización y el actual capitalismo. Debido que Estados Unidos y el Reino Unido dan esa batalla propia dentro de la égida de la lucha antiterrorista en forma unilateral y bajo el formato de compartimentos cerrados, no existe la posibilidad de la “fiscalización” de alguna contraparte, por decir de Naciones Unidas, que interceda con un punto de vista neutral y con una autoridad política diferente al sentido estratégico de esta batalla. Es decir, Estados Unidos y el Reino Unido, pueden hacer y deshacer a voluntad y es legítimo pensar que el ISIS no solo es una prolongación de Al Qaeda sino que consiste en una regeneración de esa industria terrorista gestada a o largo de los años a partir de la guerra anti soviética en Afganistán.
El ISIS y sus análogos, consiste en una versión actualizada que ha servido para enfrentar cualquier amenaza a la supremacía Transatlántica, o la composición de cualquier alianza que la conteste, como podría suceder si China y Rusia se unieran como nunca lo hicieron desde el cisma chino-soviético de fines de la década de 1950.
Notas:
1) Guerra de Afganistán (1978-1992), referida también como invasión soviética de Afganistán, consistió en un enfrentamiento entre el ejército de la recién inaugurada República Democrática de Afganistán, apoyado por el Ejército Soviético y los Muyahedines , guerrilleros afganos islámicos apoyados por Estados Unidos. En 1978 se produce una revuelta que hizo de Afganistán un Estado Socialista gobernado por el Partido Democrático Popular de Afganistán (PDPA). Estados Unidos inicia la «Operación Ciclón», con armas, financiamiento y adoctrinamiento a los rebeldes islámicos, que incluye la penetración en el sistema de educación islámica. Par evitar la desintegración del estado, se inicia la intervención del Ejército Soviético a solicitud del gobierno Afgano. Para expulsar a los soviéticos se forma una alianza liderada por Estados Unidos con Pakistán, Irán, Arabia Saudí, China, Israel y el Reino Unido. El modelo es similar al de Siria 2011-2014 con la excepción de China, Irán y Pakistán. Los soviéticos se retira en 1989 y los llamados fundamentalistas, “sembrados” por la administración de Reagan, irían a establecen el Estado Islámico que es derrocado por la intervención de Estados Unidos en 2001.
2) Matin Dempsey, Comandante en Jefe de las FFAA de Estados Unidos, el 23 de julio de 2013 ante el congreso en Estados Unidos declaró que el costo de una intervención de pacificación y de reconstrucción en Siria ascendería a 1.000 millones de dólares mensuales.
3) Durante la presencia soviética en la década de los años 80, trabajaba para Naciones Unidas en India, Nueva Delhi y tuve la oportunidad de hablar con varios miembros de la oposición Afgana, la parte más sana y progresista que se oponía a lo que llamaban ocupación soviética. Ellos me manifestaron su absoluto rechazo a la estrategia de adoctrinar células terroristas en vinculación a la educación islámica.
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