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jueves, enero 30, 2014

Cianuro en gotas LXI by Alberto Nolia


Cianuro en gotas LXIby Alberto Nolia




Las recientes medidas cambiarias y el rechazo generado en prácticamente todos los ciudadanos, debe dejar una buena enseñanza, especialmente en quienes están en capacidad de tomar decisiones: la necesidad de escuchar, de reflexionar y, sobre todo, de rendir cuentas y rectificar. Derogar una norma evidentemente equivocada no es un signo de debilidad, sino todo lo contrario. Muy especialmente si el cambio incluye algún corte de cabeza. Dicho sea de paso, cortarle la cabeza a los promotores de los recortes en los cupos no es hacerles ningún daño; en definitiva, para ellos la cabeza no es un órgano vital.

El reconocimiento de la esencial torpeza de las medidas cambiarias lo dio, sin querer, el padre de la criatura. En efecto, y como ya hemos comentado, Alejandro Fléming presumió de que con esas normas la repúbliuca ahorraría -"liberaría", dijo- 1.560 millones de dólares. La cifra es tan ridículamente baja que mueve a risa. Hasta se puede pensar que es un sabotaje, un plan desestabilizador, enfurecer al país y colocar aún más contra la revolución a la clase media, para reducir en poco más del 2 por ciento las asignaciones de Cadivi, o ahorrarse ligeramente más del 1 por ciento del ingreso de divisas a la nación.

Lo menos que puede decirse es que es de pendejos buscar el ahorro por la vía donde la salida es de 5 mil millones de dólares anuales, sin meterse con el grueso, por donde la erogación supera los 50 mil millones. Es algo tan estúpido como que una familia decida ahorrar en la factura de electricidad o la comida, pero no toca lo que gasta con un yate y un avión privado.

El problema con la asignación de divisas es el mismo que sucede en tantas otras cosas: la impunidad. No puede ser que no haya un solo empresario preso por sobrefactrurar sus importaciones. O que no esté tras las rejas ningún funcionario responsable de otorgar dólares para traer mercancía con el precio evidentemente inflado. Con Recadi en la IV República al menos encarcelaron a un empresario, aquel chino que se hizo famoso y pasó unos años en prisión.

El otro gravísimo problema en el gobierno es la influencia de funcionarios de mentalidad y origen pequeñoburgués. Son seres que sienten un profundo desprecio por el pueblo al que dicen representar. Ministros y gobernadores que se creen por encima de la masa y, en consecuencia, se niegan a rendir cuentas. El funcionario pequeñoburgués no rectifica. Se aferra a sus prejuicios sin ver si una medida es exitosa, inútil o perjudicial. El caso más patente de esa mentalidad pequeñoburguesa se ve en el empecinamiento en mantener medidas imbéciles, adoptadas por imbéciles y que generan resultados negativos. El pasado noviembre se cumplieron dos años de la prohibición de portar armas en el transporte público. Jamás un funcionario ha explicado qué se logró con esa medida. No dan resultados ni explican la razón para mantenerla. Es parte del desprecio por la gente, a quien no hace falta decirle nada, porque deben obedecer sumisamente lo que deciden los "sabios" en el gobierno. No hay ninguna cifra oficial ni extraoficial de cuánto ha cambiado el número de atracos en busetas, pero todas las líneas, sin excepción, manifiestan que se han triplicado al menos. Sin embargo, los que manejan la seguridad se aferran a esa medida y no dan explicaciones ni resultados. Es la mentalidad puntofijista enquistada en este proceso.

Otro asunto donde los pequeñoburgueses no rinden cuentas y se niegan a tocar el tema es el objetivo del desarme. Se parece mucho a la medida de ahorar en los 5 mil millones y dejar en paz la salida de 50 mil millones de dólares. Hay un empeño contra las personas que portan legalmente un arma. Resulta que menos del 1 por ciento -así como suena, menos del 1 por ciento- de todos los delitos se perpetran con armas portadas legalmente. Así que hay que ser bien pendejo -o laborar para el narcotráfico, que quiere que sus delincuentes “trabajen” tranquilamente, sin miedo a que un ciudadano armado les dé su merecido- para promover y generar malestar con una norma que, en mejor de los casos, con el éxito absoluto, reduciría en menos del 1 por ciento el número de crímenes. Que alguien dé una explicación distinta al prejuicio, al odio al ciudadano honesto o el servicio a la droga, para justificar el empeño en aplicar una imbecilidad que si es totalmente exitosa, lo más que lograría es reducir la criminalidad en menos del 1 por ciento.

Estados Unidos cambió abiertamente de burro en mitad del río. El Imperio sabe que la Mesa de la Unidad es un cadáver y sus líderes están liquidados. Por eso están apostando y financiando a grupos y dirigentes más radicales y violentos. Las dos derrotas electorales consecutivas y de tamaño creciente que les propinó Nicolás Maduro, lleva a Barack Obama a jugar más duro, a dedicarse a la desestablización y a propiciar salidas sangrientas. Ahora los gringos ya no aman a Henrique Capriles, sino a María Machado y a Leopoldo López.

Dicho sea de paso, Estados Unidos sufrió otra derrota a manos de los gobiernos decentes de América. Las reunión en La Habana de la Celac marca el fin definitivo de la política automática de sometimiento al imperio de Latinoamérica. Con la imbecilidad e inflexibilidad, con su incapacidad de aprender y rectificar los errores, el Departamento de Estado se empeña en intentar mantener aislada a Cuba. La realidad es que quien cada vez se aísla más es Estados Unidos, mientras Cuba se fortalece con nuevos amigos, tras sufrir los daños de medio siglo largo de bloqueo imperial.

Otros que no aprenden, ni siquiera a usar su propio idioma, son algunos voceros políticos y periodistas que continúan llamando la Alba al Alba, o Alianza Bolivariana para los pueblos de América Latina. La palabra es femenina, pero como toda voz de ese género gramatical que empieza en a tónica, utiliza el artículo masculino el, por razones de eufonía. Simplemente suena muy mal decir la alba (el amanecer, también femenina), la águila, la agua y tantos otros términos con igual inicio. Indigna ver en portada de periódicos o escuchar en noticieros a un ignorante diciendo la Alba, con todo y lo impronunciable que resulta.

El mayor riesgo para Venezuela es que este proceso se nos vuelva la "revolución pajúa". En materia de inseguridad todo lo que se hacen son pajudeces. Puro operativo y sandeces como una marcha por la paz, de la cual los hampones, si se enteraron de su existencia, deben estar aún carcajeándose y atracando para celebrarla. Aquí no se toma en cuenta lo único importante: el hampón necesita robar para su vida, para costearse la piedra, pues la droga y el alcohol están presentes en más del 90 por ciento de los delitos y en la casi totalidad de los hechos violentos. La realidad es que el delincuente no puede dejar de delinquir, porque necesita muchísimo dinero para costearse sus vicios. Hasta que no se le retira de circulación, estará haciendo daño, mucho daño, pues son personas que matan a su madre por una piedra. Mientras las sorayas y los tareck impongan su línea de amor al choro, al asesino y al violador, no se empezará a resolver el problema de la inseguridad.

Por cierto, Soraya al Achkar fue la perlita ausente en la marcha por la paz. Nadie entiende porqué no acudió a una actividad así, con lo que a ella le gustan las pajudeces.

Quizá nada evidencie más la falta de autoridad y la ausencia de decisiones en materia de seguridad que la falta de control sobre los motorizados. Desde hace décadas, un sector de quienes se mueven sobre dos ruedas es el terror del ciudadano. Perpetran cualqueir abuso, no respetan ninguna ley y, encima, pretenden ser oídos por el gobierno, entendiendo por “oído” imponerle condiciones. La situación alcanza un nivel tan ridículo que hasta amenazan con paralizar Caracas, como advertencia de lo que pueden llegar a hacer esos despreciables facinerosos. Porque eso de ser escuchado antes de promulgarse una norma, de aplicarse debería conducir a que antes de aprobarse un nuevo código penal, habría que dialogar con los hampones. O con los narcotraficantes antes de dictar una ley conrta la droga. En fin, que un Estado que no puede desarmar ni a los presos y es incapaz de meter en cintura a los forajidos en moto, no puede pretender sino desarmar a los ciudadanos decentes, porque ellos se dejan y no amenazan ni trancan calles.

Alberto Nolia | enero 30, 2014 en 1:16 am | URL: http://wp.me/p3VEWC-6P

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