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lunes, julio 19, 2010

!!!!MAMI QUEDE LINDA¡¡¡¡

Reportaje Misión Milagro

Caracas. La Voz De San Joaquin /Fuente: AVN (Lena Jahn).-

Misión Milagro lo hizo posible. Hace cuatro meses, Enyerling Alviárez, de cuatro años de edad, fue intervenida quirúrgicamente en el Hospital Militar Dr. Carlos Arvelo, en Caracas, y acude a su último chequeo.

“Mami, quedé linda”, fue una de las primeras expresiones de Enyerling cuando abrió sus ojos y se vio al espejo tras ser operada para corregir un problema de estrabismo.

Su vida, a partir de ahora, será como la de cualquier niña de su edad. No más colirio ni antibióticos. La patología visual y sus implicaciones son parte del pasado.

Carmen Salazar, su madre, sólo habla de lo rápido que fue el procedimiento y de la sorpresa que causó tanto en ella como en familiares y allegados la celeridad con que fue tramitado el caso.

“Todos nos quedamos impresionados, fue demasiado rápido. No estuvimos más de tres meses en espera, luego de dos años perdidos intentado por otras vías que nunca nos llevaron a nada”, relata.

En San Cristóbal (en la región andina de Venezuela), donde residían, Carmen consideró asistir a su hija con la medicina privada, pero por más que intentó no alcanzó a reunir los 8 mil bolívares (US$ 1,860) que necesitaba: “no estaba a mi alcance, incluso solicité un préstamo, pero sencillamente no podía pagarlo”.

Una vez en Caracas, les llegó la esperanza en un ambulatorio de Barrio Adentro: “me dieron la orden para traerla al hospital, vine a consulta y programamos la operación”, detalla.

En ningún momento Carmen debió cancelar por los servicios médicos; incluso, exámenes preoperatorios y medicamentos fueron cubiertos por el Estado venezolano, a través de la Misión Milagro, tal como ocurre con cada paciente que se beneficia de este programa social.

“Sus ojitos quedaron perfectos y esa es mi gran alegría. Le digo a la gente, de todo corazón, que no dejen de tocar esta puerta”.

Problema resuelto

Soluciones de corto alcance y efecto encontraron Luisa Medina y María Rangel en la medicina privada. Las curación definitiva para sus patologías oftalmológicas estaba allí; no así el dinero para costearla.

“Desde pequeña sufrí de estrabismo y nunca consideré operarme porque para mí era una opción imposible”, dice Luisa mientras reposa —con dos algodones que cubren sus ojos— y cumple su postoperatorio, en el Hospital Militar.

“La atención es de maravilla, el trato de los médicos es muy humano. Me he sentido bien aquí”, asegura, a tan sólo minutos de haber sido intervenida. Permanecerá un rato en observación y podrá marcharse a su casa.

María Rangel acudió a Misión Milagro para extirpar un quiste que crece en su ojo izquierdo, según le explicaron, consecuencia de un chalazión (protuberancia pequeña en el párpado causada por el bloqueo de una pequeña glándula sebácea) que no fue atendido oportunamente.

Varios médicos, tanto del sector público como del privado, evaluaron a María a lo largo de ocho meses en los que su malestar fue en aumento.

“Me recetaron antibióticos y pañitos calientes sobre la zona afectada, pero nada. Al final siempre me decían: eso es cirugía, y nunca logré reunir los casi 12 mil bolívares (US$ 2,790) que me presupuestaron para operarme”.

En breve, será intervenida en el Hospital Militar, a apenas una semana de haber asistido a consulta.

“Me siento muy aliviada de salir de esto, es una angustia que me voy a quitar, una agonía que llega hasta hoy”, manifiesta.

Asegura tener buenas referencias del doctor a cargo de su caso, por lo que se muestra confiada y tranquila.

“Les recomiendo a las personas que sufren de alguna afección visual que acudan a un médico desde el principio, que no dejen pasar mucho tiempo y que aprovechen los programas sociales que el gobierno pone a disposición de nosotros, los que no tenemos cómo pagar la medicina privada”.

Milagro de exportación

Aproximadamente 80% de los casos que atiende la Misión Milagro corresponde a pacientes venezolanos, pero es sabido que el programa ha extendido sus bondades a extranjeros, en especial a aquellos de escasos recursos y que provienen de países donde la salud pública no representa una alternativa eficaz.

En lo que va de año, tres contingentes de hombres y mujeres de Belice han venido a Venezuela para resolver patologías oftalmológicas que por mucho tiempo han condicionado su calidad de vida.

En esta oportunidad, el grupo es de 81 pacientes, entre ellos Miguel Ángel Domínguez, quien está listo para entrar a quirófano y corregir un problema de pterigio.

“En mi país me vieron médicos venezolanos que me seleccionaron para venir. Eso fue hace sólo dos semanas y ya estoy aquí (en Caracas), a punto de ser operado”, dice, en un español bastante fluido y en representación de sus compatriotas menos extrovertidos.

Ni Miguel Ángel ni los 80 beliceños que lo acompañan pagaron un centavo. Exámenes previos, traslado, alojamiento, alimentación y las intervenciones que en breve resolverán sus afecciones visuales, así como los cuidados y medicamentos postoperatorios, corren por cuenta del Estado venezolano.

“Es una oportunidad única, una gran ayuda que esperamos continúe, pues en mi país las operaciones son muy costosas, no hay quien las haga gratuitamente y hay mucha gente sin recursos”, afirma.

Se dice agradecido con Dios y con el presidente Hugo Chávez, por lo que considera “una labor loable y magnífica, en beneficio de Venezuela y de todos los pueblos”.

El sentimiento lo comparte Guadalupe Ack, una de las nueve coordinadoras de logística que viajó desde Belice para dar soporte y acompañamiento al equipo.

“Nos han tratado muy bien, la atención es de primera. Para nosotros es un gesto invaluable porque venimos de un país en el que la salud es muy cara y la oftalmología está casi totalmente privatizada. Les damos las gracias al gobierno de Venezuela”.

Con Venezuela como prioridad, Misión Milagro recibe pacientes procedentes de Ecuador, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Guatemala, República Dominicana, Costa Rica, Paraguay, Argentina, Belice y, en algunas oportunidades, también ha resuelto patologías visuales de pacientes originarios de Gambia.

Este programa, desarrollado en el país desde octubre de 2005, cuenta con un total de 74 centros de salud pública, 52 hospitales tipo IV y 22 centros de atención Barrio Adentro, distribuidos en todo el territorio nacional.

Con adecuación tecnológica de punta, sensibilidad y calidez humana, Misión Milagro ha sobrepasado el millón de pacientes atendidos.

“Nos tienen fe”

La promesa, hace algunos años, sonaba incierta, difícil de creer: “Que me pagan los exámenes, el traslado, la operación y el alojamiento, para luego regresarme a mi país con el problema resuelto, ¿Todo gratis" Eso no es fácil de asimilar para una persona que probablemente nunca ha salido de su barrio”.

Así lo interpreta el jefe de la Misión Milagro por el Hospital Militar, Gustavo Sosa, quien habla del salto que criollos y foráneos dieron, de la incredulidad a la fe.

“Son procedimientos muy costosos en cualquier parte del mundo y el hecho de que aquí todo, absolutamente todo, sea gratuito para el paciente, es algo que hace algunos años muchos no podían creer”, rememora.

Sosa advierte que para el Estado venezolano sostener económicamente un programa como la Misión Milagro no constituye un gasto sino una inversión en la que no está planteado escatimar ni improvisar.

“Tenemos insumos médicos de la más alta calidad con los que resolvemos patologías oftalmológicas a miles de personas mensualmente, sin distingo de nacionalidad, raza, credo, sexo o ideología política. Trabajamos por y para todo aquel que lo necesite”, precisa.

Sólo en el Hospital Militar, Misión Milagro realiza unas 400 intervenciones semanalmente, más de mil 500 al mes, en contraste con las 5 mil operaciones que se realizaban en toda Venezuela, al año, antes de la llegada de este programa social.

“Hoy somos reconocidos mundialmente por nuestro trabajo en la resolución inmediata de problemas visuales importantes, como las cataratas, una de las principales causas de ceguera reversible”, sostiene Sosa.

“Nuestros números van en aumento, las cifras hablan por sí solas. Quienes fueron pacientes nuestros hoy son voceros multiplicadores de esta misión, esperanzadora y verdaderamente milagrosa”.

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