A menudo Estados Unidos escandaliza cuando de forma arbitraria pone en listas negras a países o agrupaciones como terroristas. Así por ejemplo, al más antiguo grupo guerrillero de Colombia, las FARC, las calificó de terroristas, y ese mote se oficializó entre los países del mundo.
En nuestro caso, El Salvador, Estados Unidos decidió que la banda delincuencial y pandilleril, la mara salvatrucha (MS), también era una agrupación terrorista.
Y así podría enumerar una larga lista de países que, por tener pensamiento ideológico distinto al del imperio del norte, los llama terrorista y busca, mediante la Central de Inteligencia (CIA) u ONGes de fachada de esta, socavar esos gobiernos.
El bloqueo contra Cuba, y el sostenimiento de grupos pro gringos para desestabilizar a Venezuela o Ecuador, son solo ejemplos cercanos.
Para poner en la mira una nación y a su gobierno, solo basta con que esté en un sitio estratégico, bien por su ubicación geopolítica, bien por sus reservas estratégicas como las energéticas (petróleo, y los minerales) y hasta por el agua.
Las amenazas contra Siria no están alejadas de los aspectos anteriormente señalados, por eso es que el imperio, sin la autorización de las Naciones Unidas, insiste en atacar.
Los motivos por los cuales desea atacar a Siria no son por supuesto, los públicamente esgrimidos, como el supuesto uso de armas químicas de parte del Gobierno Sirio contra las fuerzas mercenarias que desde hace dos años y medio mantienen una guerra irregular, sin lograr su propósito: derrocar al gobierno de Bashar Hafez al-Assad.
¿Qué lograría Estados Unidos al destruir al gobierno Sirio con un ataque fulminante? Dos cosas. Primero, eliminar a un aliado del Gobierno Iraní. Y, segundo, garantizar para sí la explotación de la más importante reserva de gas del planeta. Este interés, por supuesto no es solo de los Estados Unidos, sino que está también Turquía y, Francia.
Entonces, dado que las fuerzas irregulares no han podido destruir el Gobierno de Al Assad, Estados Unidos busca hacerlo mediante su propia fuerza, con un ataque fulminante como lo hizo hace más de 50 años, cuando destruyó Nagasaki e Hiroshima, donde murieron más 140 mil japoneses, entre, hombres, mujeres y niños.
Ahora, el Premio Nobel de la Paz 2009 (qué título más vergonzante para la humanidad), Barak Obama, se apresta a lanzar ese ataque contra Siria para matar niños y niñas, mujeres y hombres indefensos, para hacerse de la riqueza de una nación y eliminar a un gobierno incómodo en sus objetivos geopolíticos en el medio oriente. Así las cosas, es legítimo preguntarse ¿Quiénes son los terroristas?
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