Frente al éxito del
neoliberalismo, un régimen de barbarie posible solo por la fragmentación
de los pueblos, una nueva ola de solidaridad mundial sostenida en los
valores del socialismo, la democracia y la soberanía, escribe una nueva
gramática que permite leer con esperanza el futuro.
Las recetas
neoliberales (privatización del sector público, apertura de fronteras a
las empresas transnacionales y desregulación del trabajo y las finanzas)
postraron a África, América latina y Asia durante más de dos décadas.
Pero un aliento bolivariano llenó de aire fresco la habitación cerrada
del continente. La victoria del presidente Chávez en 1998 marcó el
comienzo de una nueva etapa que tuvo que luchar contra siglos de
dominación, que tuvo que enfrentar un entramado internacional construido
a favor de la minorías privilegiadas y que necesitó conjurar una “santa
alianza” de los países del norte, armados con ejércitos y medios de
comunicación, para evitar que nada cambiara al precio que fuera. Pero,
con todo en contra, resultó victoriosa. Cuando se derrota al dragón, la
leyenda comienza. Y a ese dragón, además, lo derrotó el pueblo.
Cerradas
las puertas del sur al saqueo de América latina, con la naturaleza
gritando su deterioro y con las mentiras del capitalismo financiero
desveladas, el norte ha empezado a sufrir su propia medicina. El Fondo
Monetario Internacional dicta planes de ajuste a Madrid, Atenas o Roma, a
New Orleans, Ottawa y Harlem, y los pueblos se giran a mirar al proceso
bolivariano entendiendo que ahí está en vigor una solución que camina
en dirección contraria a la barbarie capitalista. Las mentiras de los
medios internacionales sobre el proceso bolivariano hacen aguas y en las
calles la gente empieza a preguntarse: ¿qué está pasando en Venezuela
que anda ese pueblo mucho más contento?
Por eso, el día 24 se
celebró una jornada internacional de apoyo al proceso bolivariano,
impulsada desde el Foro de Sao Paulo, que convocó a más de 100 ciudades a
gritar con alegría su compromiso con el Presidente Chávez y la
revolución bolivariana. Un gesto de solidaridad que se une a esa
reinvención de la solidaridad internacional que significaron las
manifestaciones mundiales contra la guerra de Irak, la protesta
internacional de los indignados contra el neoliberalismo, que une a los
pueblos que luchan por la libertad sea en la plaza Tahrir de Egipto, en
contra de la intervención de la OTAN en el norte de África, por la
soberanía en Palestina o el Sahara, contra los golpes en Honduras o
Paraguay, contra el intervencionismo imperialista en Haití, en Puerto
Rico, y también en Bolivia, en Ecuador, en Venezuela, sin olvidar el
bloqueo a Cuba o el abuso norteamericano en el FMI, en el Banco Mundial o
en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
La solidaridad de
los pueblos del mundo contrasta dramáticamente con los apoyos
internacionales a Capriles Radonski, entregado a una nueva Santa Alianza
que busca restaurar los privilegios de las nuevas monarquías absolutas
del dinero, las finanzas, el egoísmo y el lucro. El apoyo de los pueblos
del mundo frente al abrazo de Capriles a Uribe, Presidente responsable
de convertir a Colombia en un narco estado; el apoyo del presidente Evo
Morales o Rafael Correa al comandante Chávez frente al abrazo de
Capriles a Mariano Rajoy y José Maria Aznar, responsables del
hundimiento actual de España, el apoyo de los indignados del mundo a
Presidente Chávez frente al abrazo de Capriles a los candidatos de la
derecha norteamericana que ya han anunciado sus intenciones de
intervenir en suelo venezolano y tumbar el proceso bolivariano.
El
capitalismo en crisis siempre ha resultado en guerras y autoritarismo.
Pasó en la crisis de 1929 (con el doloroso recuerdo de la guerra civil
española), pasó en la crisis de 1973 (con el doloroso recuerdo del golpe
contra Salvador Allende y el socialismo humano del Frente Popular) y
sigue siendo una baza para los enemigos de la justicia. Por eso el
proceso bolivariano y el presidente Chavez han sufrido todos los golpes y
todos los ataques de los poderosos del mundo. Ahora, también la
solidaridad. Los pueblos del mundo saben que la democracia mundial se
defiende ahora mismo en Venezuela. En un lado, la emancipación, la
unidad latinoamericana, el respeto a la Pachamama, la apuesta por los
humildes, la firmeza contra los poderosos. En el otro, la venta de las
riquezas nacionales, el uso de la fuerza contra los pueblos, las
alianzas internacionales para golpear a los pobres y perseguir a los
defensores de la democracia, la subordinación a las potencias
imperiales. En un lado, el Presidente Chavez y su pueblo. En otro,
Capriles Radonski y el nuevo plan Cóndor. En el fondo, tampoco es tan
extraño que la solidaridad internacional sea tan evidente a favor del
Presidente Chávez. Una solidaridad propia de los pueblos que han
recuperado su memoria.
contacto@unidosconvenezuela.org
Fuente: http://www.aporrea.org/tiburon/a147414.html
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