Un cable de Prensa Latina reseña que el silencio reinó en el templo, donde los feligreses encendieron velas y depositaron flores como homenaje póstumo a las víctimas de los ataques en esta capital y en un campamento juvenil en la isla Utoya.
Desde tempranas horas, una larga fila esperaba en las afueras de la catedral para rendir tributo a los caídos tras la explosión de una bomba en Oslo y el tiroteo a mansalva en la isla contra un grupo de jóvenes.
Quienes no lograron ingresar al recinto dejaron sus ofrendas en la entrada del templo construido en la segunda mitad del siglo XVII y actual sede del Obispado de Oslo.
El viernes un coche bomba estalló frente al Ministerio de Petróleo y Energía con saldo de siete muertos y decenas de heridos cerca de las oficinas del primer ministro, Jens Stoltenberg, quien no se encontraba en su oficina al momento del ataque.
Horas más tarde un hombre disfrazado de policía, identificado como Anders Behring Breivik, disparó a quemarropa contra jóvenes de filiación laborista reunidos en Utoya, causando la muerte de 86 personas.
Breivik, de 32 años de edad y posturas ultraderechistas y fundamentalistas cristianas, fue detenido tras el tiroteo y durante los interrogatorios admitió ser el responsable de ambos ataques.
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