domingo 27 de febrero de 2011
Jordan Rodriguez
Hoy realizamos un recorrido de más de seis horas por el occidente de Libia, fuimos a Zawiyha, Surman y Al Harsha. Salir de Trípoli es encontrarse de frente con un helado desierto rodeado de defensores del principal bastión del residente Gaddafi. Unidades antiaéreas, tanques, tanquetas y trincheras, soldados con AK - 47 que se identifican con telas verdes ven partir a cientos de personas hacia la frontera con la vecina Túnez.
El control es implacable, no se puede dejar salir a quienes han planteado la división del país, decía un soldado fiel al Presidente. Los ataques militares parecen perder fuerza mientras la movilización popular adquiere protagonismo a cada paso.
La plaza central de Zawiyha muestra con orgullo la bandera roja, negra y verde de la oposición, unas 500 personas piden por la memoria de los 15 mártires que los enfrentamientos dejaron en esa ciudad, entre ellos varios niños. Pero en otras comunidades y a lo largo de la vía que conduce a la capital, la marcha verde, una enorme caravana que se mueve para demostrar fuerza y niveles altos de organización, en torno a la unidad nacional.
Son estos los colores que terminan de dar pinceladas a un cuadro que pareciera apuntar a una guerra civil, tal vez, la excusa perfecta para permitir una intervención de fuerzas extrajeras.
El control es implacable, no se puede dejar salir a quienes han planteado la división del país, decía un soldado fiel al Presidente. Los ataques militares parecen perder fuerza mientras la movilización popular adquiere protagonismo a cada paso.
La plaza central de Zawiyha muestra con orgullo la bandera roja, negra y verde de la oposición, unas 500 personas piden por la memoria de los 15 mártires que los enfrentamientos dejaron en esa ciudad, entre ellos varios niños. Pero en otras comunidades y a lo largo de la vía que conduce a la capital, la marcha verde, una enorme caravana que se mueve para demostrar fuerza y niveles altos de organización, en torno a la unidad nacional.
Son estos los colores que terminan de dar pinceladas a un cuadro que pareciera apuntar a una guerra civil, tal vez, la excusa perfecta para permitir una intervención de fuerzas extrajeras.
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