“Somos pastores del pueblo de Dios, estamos trabajando al servicio del pueblo, no estamos actuando como políticos, no somos miembros de ninguna coalición de oposición, estamos regados en todos los rincones de Venezuela y estamos trabajando por los pobres de diversos sectores”, sostuvo.
Aunque Urosa emitió un fuerte comunicado contra el gobierno del Presidente Chávez durante su gira política en Italia, tras pisar suelo venezolano el pasado domingo, evitó dar más declaraciones porque debía “estudiar las implicaciones” de sus palabras.
“No puedo declarar más, primero debo estudiar las posibles implicaciones de mis palabras (...) Espero que la sangre no llegue al río, que haya sensatez”, reiteró.
Sin embargo, la prudencia de Urosa el pasado domingo contrastó con el agresivo tono de su comunicado en el que acusó al mandatario nacional de llevar al país hacia una dictadura y de pasar por encima de la Constitución para instaurar en el país un modelo “socialista marxista”, que supuestamente ha fracasado en otros países.
De acuerdo a la nota de El Tiempo, el prelado “pidió al pueblo venezolano verse entre sí como hermanos y no enemigos, trabajar por el bien común y evitar cualquier tipo de acción que implique mayor división”.
No es la primera vez que Urosa, luego de atacar al Presidente Chávez, regresa con tono “conciliador”. Pese a que su postura siempre ha sido abiertamente en contra de la Revolución Bolivariana, en 2005 —cuando estaba en manos del Jefe de Estado su nombramiento como arzobispo de Caracas— el prelado cambió su discurso y se mostraba como adalid de la “reconciliación y el diálogo”.
La faceta más radical de Urosa se evidenció tras el golpe de Estado perpetrado contra el Presidente Chávez el 11 de abril de 2002. Para ese entonces, el obispo dijo sentirse satisfecho por la acción inconstitucional que protagonizaron los empresarios, partidos opositores y cúpulas sindicales con el aval de la Iglesia.
“El prelado carabobeño, expresó satisfacción por la culminación del gobierno de Hugo Chávez Frías, el cual calificó de verdadera pesadilla para Venezuela”, reseñó Notitarde el 13 de abril de 2002.
La actuación de la Iglesia en el golpe fue más que activa. El cardenal Ignacio Velasco firmó el decreto del dictador Pedro Carmona en nombre del clero, mientras que Luis Ugalde bendijo un mes antes la alianza de Fedecámaras y de la CTV en la Quinta La Esmeralda para derrocar al presidente constitucional.
En ese oportunidad, pese a su condición de jerarca de la iglesia católica, Urosa instigó a la persecución y a la venganza contra el chavismo e incluso hacia los “arrepentidos” como Luis Miquilena, que luego del golpe traicionaron al Presidente Chávez.
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