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viernes, enero 23, 2015

Fabricio Ojeda lideró la junta libertaria

MARÍA DE LOS ÁNGELES AGUILAR/CIUDAD CCS
FOTO CORTESÍA FAMILIA OJEDA


Hace 57 años los venezolanos celebraron la caída de Pérez Jiménez Pactos de la derecha pisotearon la democracia

Son muchas las palabras que definen el carácter revolucionario de Fabricio Ojeda, uno de los principales defensores de la democracia venezolana y líder de la Junta Patriótica que rescató al país de la dictadura perejimenista un día como hoy en 1958.

Este logro, que le abría las puertas de la libertad a los venezolanos, fue un trabajo de varios años de lucha en la clandestinidad y la legalidad, que, al final, fue traicionado por los dirigentes de derecha.

ANTECEDENTES

En 1952, Marcos Pérez Jiménez, quien dirigía la Junta Militar de Gobierno que entonces manejaba el poder, convocó a una Asamblea Constituyente con el objetivo de legitimar su mandato que en ese entonces era de carácter provisional. En este proceso participaron los partidos Copei, Frente Electoral Independiente (FEI) –que representaba a Pérez Jiménez– y la Unión Republicana Democrática (URD), siendo este último donde militaba el joven Ojeda. El ganador del proceso fue Jóvito Villalba.

“Cuando los primeros resultados llegaron al despacho, a los escrutinios del Consejo Supremo Electoral, Pérez Jiménez se enteró de que había perdido las elecciones y dio un golpe de Estado, tomó toda la dirección de URD y la embarcó hacia el exterior y se quedó al frente de este partido toda la gente joven”, relató el fallecido revolucionario Guillermo García Ponce en el libro ¡Luchar hasta vencer! La Guerra del Pueblo y otros documentos, editado por el Fondo Editorial Willian Lara de la Asamblea Nacional.

Un año después, el dictador aprobó una nueva Constitución en la que el período presidencial tenía cinco años, lo cual hizo que se intensificaran las persecuciones.

Al acercarse la fecha de las elecciones presidenciales de 1957, los dirigentes políticos de URD y el PCV se vieron en la necesidad de presentar una candidatura unitaria y empezaron a formar en secreto lo que llamaron Junta Patriótica.

A estos dos grupos políticos, que ya habían redactado y distribuido de manera clandestina varios manifiestos, se le unieron integrantes de Copei y Acción Democrática.

Sin embargo, se encontraron con la sorpresa de que las elecciones previstas para ese año habían sido sustituidas por un plebiscito en el que el pueblo venezolano debía votar “Sí” o “No”.

Para ese momento Fabricio Ojeda ya había sido nombrado presidente de la Junta Patriótica porque el partido que representaba había ganado las elecciones de 1952 y “porque era el hombre legal, el que podía moverse, el hombre que podía tener relaciones políticas. Los demás estábamos impedidos por la clandestinidad”, indicó García Ponce en el citado libro.

El plebiscito fue un cuchillo para la garganta del dictador, pues hubo una gran abstención por el descontento de la población y, además, esa medida no figuraba legalmente en la Constitución que él mismo había aprobado en 1953. Comenzó así la crisis de su régimen.

Tras un fallido alzamiento militar el 1° de enero de 1958, Pérez Jiménez realizó varios cambios en su gabinete, lo que le abrió la puerta a un grupo de militares que estaban contra la dictadura. En ese contexto comenzó, además, una huelga de prensa.

Según contó Clodosbaldo Russián en el mismo ejemplar, el 22 de enero no circularon los diarios y el 23 anunciaron la caída del dictador. “Aparece entonces Fabricio Ojeda hablando como presidente de la Junta de Gobierno y Amílcar Gómez, presentándolo: ‘Se va a dirigir a la nación el presidente de la Junta Patriótica’”, rememoró.

LA TRAICIÓN

Una vez que cayó la dictadura regresaron del exilio los altos dirigentes de los partidos URD, AD, Copei y PCV, manifestando su deseo de incorporarse a la construcción de la democracia. No obstante, Rómulo Betancourt (AD), Rafael Caldera (Copei) y Jóvito Villalba (URD) se reunieron e hicieron dos pactos en secreto con los que traicionaron el espíritu que se vivió el 23 de enero: uno en Nueva York y el otro en la quinta Punto Fijo.

Su plan era presentar un candidato unitario en las elecciones y armar un gobierno en el que sus representantes obtuvieran cargos en el nuevo gabinete, repartiéndose el poder a costa de la lucha del pueblo y excluyendo al PCV.

Fue así como el plan de mantener la democracia y la integración de los partidos fue dejado en el olvido: AD y Copei se aliaron para presentar la candidatura de Rómulo Betancourt y URD, excluido y en desacuerdo, se unió al PCV en torno a Wolfgang Larrazábal.

Los comicios del 7 de diciembre de 1958 fueron ganados por Betancourt con más de 1 millón 200 mil votos. Con esto la lucha popular fue burlada y las calles se llenaron de muerte y persecución.

“Betancourt expresó que ‘la calle era de la policía’ y meses después ordenó: ‘disparar primero y averiguar después…’. La violencia reaccionaria cobró toda su plenitud ante la heroica resistencia popular”, plasmó Ojeda en su libro La Guerra del Pueblo.

Russián señaló, en ¡Luchar hasta vencer! La Guerra del Pueblo y otros documentos, que el nuevo gobierno era antipopular y que éste estuvo enfocado en beneficiar a las grandes empresas transnacionales.

“En los liceos donde estudiaban los jóvenes de la oposición allanaban, en las universidades, empezando por la central, allanaban, en los sindicatos, allanaban y los asaltaban. José Gregorio Rodríguez, secretario sindical regional del PCV, en 1960, en el edificio Las Brisas –desde el cuarto piso– lo agarraron por los pies, por los brazos, los tiraron al aire y después dijeron que se había suicidado”, contó.

Ante esto, los revolucionarios se unieron de nuevo y organizaron nuevas formas de acabar con el régimen puntofijista. Esta situación sombría terminó con la llegada del Comandante Hugo Chávez.

Construyó la democracia desde la “boca del lobo”


Fabricio Ojeda nació en Boconó, estado Trujillo, en 1929. Su madre, Elcidia Ojeda, lo crió junto con sus tres hermanos con bastantes dificultades económicas, por lo que a los ocho años ya trabajaba en una panadería de su pueblo natal y, además, ayudaba con los mandados de la casa.

Sus habilidades de buen orador y el impulso que recibió de uno de sus tíos lo llevaron a formarse como maestro, en una modalidad denominada Normalista dentro del bachillerato.

Es por ello que dictó clases en la escuela del campo petrolero Creole Petroleum Corporation, cuando todavía estaba estudiando en el Liceo Hermágoras Chávez de Cabimas.

En la adolescencia, Ojeda ya tenía clara su tendencia política y con 17 años incursionó en lo que sería su primera experiencia como militante de una organización contrahegemónica: el Partido Unión Republicana Democrática (URD), al que se integró en su tierra natal después de escuchar un discurso de Jóvito Villalba.

“Ese discurso, contaba Fabricio, y todos los que nos conocimos y lo oímos decir en repetidas oportunidades, es lo que lo motiva políticamente para ingresar a esa actividad”, contó Clodosbaldo Russián en el texto ¡Luchar hasta vencer! La Guerra del Pueblo y otros documentos.

En su libro, La Guerra del Pueblo escrito en 1966, Ojeda relata que, tras su llegada a Caracas en 1948, vivió en la Casa Nacional Urredista y se convirtió en un joven apasionado de la política y en un gran admirador de Jóvito Villalba.

“Mi cerebro giraba alrededor de sus consejos, charlas y libros que ponía en mis manos (…) Sus opiniones eran como un dogma que yo aceptaba deslumbrado”, escribió.

Cuando alcanzó su madurez política, el revolucionario reflexionó sobre el cerco intelectual que se había generado a su alrededor al aceptar todo lo que le decían en el URD y comprendió que el cerebro de una parte de la humanidad se mueve en el mundo creado por los ideólogos del imperialismo.

“Es la misma tesis que hoy sostienen densos sectores del país bajo la misma influencia a la que yo estuve sometido mientras no leí otros libros que los recomendados por los dirigentes urredistas; mientras no traté de buscar la verdad por mis propios medios, y romper las amarras intelectuales”, expresó Ojeda en el citado libro.
La Guerra del Pueblo es un texto que analiza la colonización y el avance del imperialismo en Venezuela y en varios países del mundo. También explica las razones por las que el poder político es determinante y definitivo en la sociedad.

“La política no se practica sino a través del poder, ya sea esta revolucionaria o reaccionaria (…) un grueso sector en el medio, sin conciencia propia, vacila a uno y a otro lado y se va reduciendo a medida que se desarrolla la toma de conciencia como producto de la lucha antagónica y los intereses de clases”.

La inteligencia de Ojeda, fiel a sus convicciones, y la vigencia de sus escritos hicieron que en una oportunidad el Comandante Hugo Chávez recomendara a los venezolanos la lectura de este texto. “Hay un libro que escribió Fabricio que se llama La Guerra del Pueblo; muy bueno para todos nosotros, digo yo, para seguir abonando en el nuevo pensamiento militar y en todos ustedes, muchachos de la Fuerza Armada, y ustedes, ciudadanos y ciudadanas, en quienes descansa como responsabilidad suprema la defensa de este país, la defensa de nuestra Patria, de nuestro territorio, de nuestras aguas”.

PERIODISMO DE LUCHA

El periodismo, en diarios como El Nacional, El Heraldo, La Calle, fue el oficio que avivó su alma revolucionaria y aumentó sus ganas de combatir el régimen dictatorial de Marcos Pérez Jiménez, aun cuando conocía las acciones implacables que tomaba aquel hombre contra sus adversarios, ya que incluso lo entrevistó en varias oportunidades.

“Fabricio Ojeda era un hombre que estaba en la boca del lobo, era el hombre que asistía a las ruedas de prensa, todavía hay fotos donde aparece muy cerca de Pérez Jiménez, tanto cuando hacía las declaraciones Pérez Jiménez como cuando lo hacía cualquiera de sus tenientes”, dijo García Ponce.

Muchos de los manifiestos y panfletos de la Junta Patriótica que fueron repartidos clandestinamente durante la dictadura de Pérez Jiménez fueron escritos en secreto por el mismo Ojeda.

ELECTO DIPUTADO

Tras la puñalada que dio AD y Copei a la democracia con los pactos de Nueva York y Punto Fijo, Ojeda continuó su lucha, esta vez contra la represión salvaje del gobierno de Rómulo Betancourt, desde un curul del Congreso Nacional, ya que fue elegido diputado por el Distrito Federal en 1958.

Cuatro años después, Ojeda renunció a su curul para incorporarse a la lucha armada, debido a la ya insostenible situación de violencia y defender su ideal socialista que se oponía completamente al carácter capitalista del puntofijismo.

Inspirado por la Revolución Cubana y en su líder Fidel Castro –a quien tuvo la oportunidad de conocer–, fundó las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), junto a otros movimientos de izquierda que ya se encontraban atrincherados en las montañas.

El mismo año en que dejó su cargo como diputado fue detenido y condenado a 18 años y 8 meses de prisión por el Consejo de Guerra Occidental.

Casi un año después de la detención, se fugó de la cárcel de Trujillo junto a otros detenidos con la ayuda de varios guerrilleros.

En su lucha por reorganizar las fuerzas revolucionarias que operaban en las ciudades, Ojeda bajó de las montañas y en un acto de traición de Tulio Dugarte Bravo, según afirma José Ángel Solórzano en su libro La muerte de Fabricio Ojeda, fue detenido junto a otros compañeros en Vargas por la Agencia Central de Inteligencia de Venezuela el 17 de junio de 1966. Dos días después fue asesinado en su celda.

No obstante, los voceros del gobierno afirmaron que se había suicidado, algo que las autoridades de la Cuarta República decían con frecuencia para tratar de ocultar hechos de violencia.

El legado ideológico de Fabricio Ojeda continúa vigente en los tiempos de Revolución. Chávez lo colocó como ejemplo de lucha cuando afirmó: “Ese es un verdadero revolucionario, preguntémonos: tú, mujer, tú, compañera, cada quien respóndase solo a usted mismo: ¿Es capaz hoy y ya de dejar todo esto y cambiar si es necesario? ¿Somos capaces? Pregúntenselo y solo ustedes tienen la respuesta en el fondo del alma, porque la respuesta es del corazón, del alma”.

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