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martes, junio 04, 2013

EL ABEL DE NUESTRA AMÉRICA

183 ANIVERSARIO DEL ASESINATO DEL GRAN MARISCAL ANTONIO JOSÉ DE SUCRE




04-06-2013 09:55:48
Periodista:Ángel Cristóbal
Fotografo:
Prensa: AN

Bolívar, ya enfermo, al enterarse en Venezuela exclamó “…Lo han matado porque era mi sucesor…¡Santo Dios! ¡Se ha derramado la sangre de Abel!… La bala cruel que le hirió el corazón, mató a Colombia y me quitó la vida“

El Gran Mariscal Antonio José de Sucre, considerado como uno de los mejores militares surgido en nuestro continente, nació en Cumaná (actual Estado Sucre en su honor), el 3 de febrero de 1795. Este cumanense contribuyó con la independencia de tres naciones: Ecuador, Perú y Bolivia. Y fue asesinado un día como hoy en 1830, de un disparo en las montañas de Berruecos (Colombia).

Su gallardía en el campo de batalla fue notable en su gran camino hacia la independencia, comenzando por la liberación de Ecuador tras el triunfo en la batalla de Pichincha, que finalizó en mayo de 1822 y consolidó la independencia de la Gran Colombia.

Este mártir independentista fundó la actual República de Bolivia y redactó la Constitución, que en su momento era conocida como la más liberal del mundo. En 1828 a raíz de motines y presiones del Perú, el Mariscal Sucre regresa a Ecuador.

El Abel de América ocupó cargos como presidente de Bolivia (1825-1828), presidente de Perú (1823), General en Jefe del Ejército de la Gran Colombia y Comandante del Ejército del Sur.

Los restos mortales del Mariscal Sucre fueron llevados a Quito por su esposa, la marquesa de Solanda, y mantenidos en secreto en el Palacio de El Deán, una propiedad familiar ubicada en el Valle de los Chillos, en las afueras de Quito. En 1832 y cumpliendo la voluntad de Sucre, que deseaba ser enterrado en la capital ecuatoriana, son depositados en secreto en el Convento del Carmen Bajo. En 1900, durante la presidencia del general Eloy Alfaro, fueron llevados a la Catedral Metropolitana de Quito, donde ocupa una capilla.

Bolívar, ya enfermo al enterarse en Venezuela exclamó “…Lo han matado porque era mi sucesor…¡Santo Dios! ¡Se ha derramado la sangre de Abel!… La bala cruel que le hirió el corazón, mató a Colombia y me quitó la vida“.

En honor del Gran Mariscal de Ayacucho, fue bautizada una ciudad de Bolivia, el estado donde nació y varios municipios en Venezuela; un departamento de Colombia, el aeropuerto internacional, y varios barrios de la ciudad de Quito, así como la moneda antigua del Ecuador.

Vigencia de Sucre en la revolución bolivariana

Desde la creación de la Misión Sucre, surge la necesidad de justificar por qué esta misión tan importante debía lleva el nombre de “Antonio José de Sucre”. Al comienzo, el presidente Hugo Chávez Frías afirmaba que Sucre era el joven de la independencia que con tan sólo quince años se presentó en el Ejercito Libertador para servir a su patria.

Chávez destacaba cómo desde 1810 hasta 1830, este joven en su corta y prolífera carrera asumió responsabilidades de General, de Magistrado, de Legislador, Diplomático y Presidente de Bolivia. Entre los más grande laureles con que la historia lo premia es haber obtenido el título de Gran Mariscal de Ayacucho y General en Jefe del Ejercito Libertador.

Uno de los aportes más importante que deja a la humanidad es el Tratado de Regularización de la Guerra, que puso fin a la guerra a muerte entre Venezuela y España, y que fue aprobado en Trujillo, 26 de noviembre de 1820.

Asimismo, deja un legado muy importante en Bolivia, y fue lo que podríamos llamar en la actualidad una Revolución Educativa. Sin embargo, el Mariscal no desarrolló en su obra escrita una tesis educativa, pero, en un largo proceso de revisión de sus archivos se puede constar la inmensa importancia que éste le confiere a la educación, como factor de conformación de la naciente república boliviana. Además, es reconocida por diferentes historiadores su vocación de maestro en la formación del Ejercito Libertador.

Con la alianza ALBA creada e impulsada por el comandante Chávez, el recordado presidente también promovió la integración de los países latinoamericanos y caribeños, a través de una moneda única y diferente al dólar. Y no dudó en llamarla: Sucre

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