por Hernán Mena Cifuentes
Cuan sabio fue Hugo Chávez al calificar a Henrique Capriles Radonsky como “la Nada” cuando este le pidió debatir con él. “A mi me daría vergüenza una cosa de esa, porque allí lo que hay es la nada…La MUD debió escoger como candidato a un político de verdad. Hubiera querido otro contrincante, pero tengo frente a mí a la nada.”, dijo.
¡Cuanta razón tenia!, porque HCR es “el no ser, o la carencia absoluta de todo ser.” Una ficción de político creada por la mal llamada Mesa de la Unidad Democrática, ante la falta absoluta en sus filas de un adversario digno de enfrentarlo con alguna posibilidad de triunfo, por lo que Chávez obtuvo una victoria arrolladora en los comicios del 7-0.
Y hoy, cuando el Comandante ha partido hacia la inmortalidad y por mandato constitucional el pueblo se dispone a participar en un nuevo proceso electoral para escoger al nuevo presidente de Venezuela, la MUD vuelve a escoger como candidato a la “Nada”, a Capriles Radonsky.
Siguen las instrucciones de un virtual Manual para masoquistas, esquizofrénicos paranoicos, ofensores, mentirosos y lacayos, que obnubilados por el odio, la sed de poder y de venganza, cometen todo tipo de delitos y ofensa a la moral y principios éticos.
Se trata sin lugar a dudas en el primero de los casos, de un raro y extremo caso de masoquismo político, donde la obsesión por auto flagelarse para obtener satisfacción a través del dolor físico es sustituida por el placer de la derrota a manos del rival.
Porque, ¿No es insistir en sufrir un nuevo y rotundo fracaso lo que busca la oposición al presentar un candidato que es la Nada, esta vez para enfrentar a Nicolás Maduro en unas elecciones donde no tiene la más mínima posibilidad de triunfo?.
¿No es una derrota anunciada, con el agravante de que esta vez será más humillante, ya que indudablemente un tsunami de pueblo desbordado de amor y cumpliendo la voluntad del comandante-presidente inundará los centros de votación de ciudades, pueblos y caseríos de todos rincones del país para depositar su voto por Maduro?
Porque Capriles se enfrentará ese día al mismo contrincante que es nada más y nada menos que el espíritu de Hugo Chávez, y a la Revolución Bolivariana, su genial creación, proceso inédito y pacífico que cambió para bien el curso de la historia de Venezuela y muchos otros pueblos, dándoles bienestar, progreso, paz, amor y libertad, soberanía e independencia.
Porque fue la última voluntad del Comandante, dictada a su pueblo la noche triste del 8 de diciembre. “Mi opinión firme, plena como la luna llena, irrevocable, absoluta y total”… es que ustedes elijan a Nicolás Maduro como Presidente de la República Bolivariana de Venezuela,” les exhortó diciéndoles: “Yo les pido desde mi corazón”
Y como Chávez es “Corazón de Pueblo”, el pueblo votará masivamente por Maduro el 14 de abril próximo, a pedido del hombre de pueblo, el “arañero” que de niño recorría las polvorientas calles de Sabaneta y que gracias a su férrea voluntad a sus estudios, a su amor por la patria llegóa ser Jefe del Estado.
Como lo será Maduro, quien de humilde conductor de Metrobús se transformó primero en dirigente sindical y más tarde en líder político y sin duda se convertirá en presidente de los venezolanos, porque así lo quiso Chávez, porque así lo quiere la inmensa mayoría de los venezolanos, que sigue amando y obedeciendo a Chávez.
Porque no quiere que la Nada, se adueñe de la Patria de Bolívar, para que vuelva a sumergirlo en los abismos de miseria, del hambre, de la ignorancia, de la enfermedad y demás plagas sociales como lo hicieron los agentes del Imperio durante los 40 años de la Cuarta República.
La nefasta República que hace 15 años Chávez derribó con el arma de los votos y que gracias al incondicional apoyo y solidaridad del pueblo y de la fuerza armada leal logró aplastar los planes y acciones desestabilizadoras, del Imperio, la oligarquía, los medios mercenarios, los cadáveres políticos insepultos y politiqueros de nuevo cuño que durante todo ese tiempo intentaron derrocarlo.
¿Cómo piensan vencer a quien hoy sigue y seguirá presente en la memoria colectiva, en el corazón del pueblo, si únicamente cuentan con la Nada, con “lo inexistente, con el no ser, o la carencia absoluta de todo ser,” con ese candidato llamado Capriles.?
Eso solo pueden creérselo, quienes además de masoquismo sufren de otros graves e incurables vicios y males, como es la Esquizofrenia paranoica, patología que hace difícil diferencia entre la realidad y la fantasía.
“El paciente, -explican los psiquiatras- se siente confundido, carece de claridad en el pensamiento y a veces alucina, oyendo, viendo y sintiendo cosas inexistentes, y aseguran, ya que sufren de delirios, que lo falso es verdadero.”
Eso es precisamente, lo que les hace pensar que ganarán las elecciones del 14 de abril a Nicolás Maduro, quien a pocos días de esa fecha inexorablemente será investido como jefe del Estado por decisión unánime del pueblo que sufragará masivamente para darle el voto que le ordenó su líder, su protector y guía de ayer, de hoy, de siempre.
Y es que Capriles y la gente de la MUD no padecen únicamente de esos males, sino que los aquejan graves e imperdonables vicios, con los que hacen mucho daño a gente honesta y buena, pero que al final se devuelven como bumerang contra ellos.
Todo el mundo sabe que se trata del insulto soez, de la ofensa sin nombre, de la abyecta mentira, que como ponzoñoso reptil o alimaña inoculan en la piel de sus víctimas.
Pero el pueblo venezolano hoy está blindado contra su veneno, porque Chávez lo inmunizó contra esos nefastos vicios, creándole conciencia social y política con sus enseñanzas y consejos por lo que hoy no es el pueblo de antes al que esos traficantes de mentira y odio engañaban con las baratijas y espejos de falsas promesas.
Capriles sufre de esos terribles vicios, como el de ofensor compulsivo que hace pocos días ofendió la honrosa memoria del Comandante, a su madre, a su padre, a sus hijos e hijas, a un digno y respetable militar y al pueblo venezolano, volvió a ofender e insultar de nuevo.
Esta vez llamò “sinvergüenza” a un destacado e ilustre venezolano, Rafael Ramìrez Carreño, ministro del Poder Popular de Petróleo y Minería, Presidente de PDVSA, ingeniero mecánico con maestría en estudios de energética, de incuestionable trayectoria profesional, moral y ética, como son todas las víctimas de sus insultos y ofensas.
Cómo quisiera él tener poseer credenciales como esas, pero lo único que exhibe además del título de abogado, en prontuario delictilvo y de antivalores como forjador de documento militar, asaltante de embajada, ex miembro de la secta satánica-fascista, “Familia, Tradición y Propiedad” y consuetudinario pasajero de aviones de banqueros prófugos.
A lo anterior hay que agregar otros deleznables vicios como el del plagio de símbolos y consignas propias de la Revolución Bolivariana y de su indiscutible líder, Hugo Rafael Chávez.
Capriles se apropio hipócrita y cínicamente del sagrado símbolo de la bandera venezolana de las ocho estrellas que se negaba a reconocer pero que usó indebidamente al igual que sus seguidores en una gorra durante la pasada campaña electoral en que fue derrotado y que hoy está volviendo a usar.
La misma estrella que criticó la ignorante oposición como un “capricho”, que “Chávez quiere hacer con nuestra bandera lo que le da la gana”, cuando el 7 de marzo de 2006 la Asamblea Nacional discutió y aprobó la reforma de la Ley de Bandera, Escudo e Himno Nacional y dos días más tarde, 9 de marzo, fue aprobada por el Jefe del Estado.
Tres días después, el 12 de marzo de 2006, el Comandante-Presidente izaba por primera la nueva en ceremonia especial y bajo los acordes del himno nacional, la bandera venezolana en el asta mayor de la Plaza Mayor del Panteón Nacional.
Chávez rescataba por fin del olvido de dos siglos en que estuvo sumido el decreto del dictado por Libertador el 20 de noviembre de 1817, quien así reconocía el valioso y decisivo aporte de la Provincia de Guayana a la lucha por la independencia de Venezuela. Se hacía realidad uno de los sueños de Bolívar, los mismos que acarició Chávez.
Pero Capriles y su clan de aventureros no solo se adueñaron de la bandera con la octava estrella colocándola en una gorra, sino también lo hicieron con el nombre del Libertador, designando “Simón Bolívar” a su campaña electoral, la que adelantaron violando expresas normas del CNE.
Y pensando que con ello sacará ventaja en su inútil y alocada
carrera hacia la meta de la votación, Capriles recorrió el fin de semana cuatro estados del país, Táchira, Mérida, Zulia y Falcón, por cuyas poblaciones diseminó como siempre sus mentiras, ofensas y calumnias, que no tienen eco alguno en la población.
Fue en uno de esos pueblos, que el candidato de la oposición, le exigió a Maduro debatir con él, letanía que en vano ensayó más de una vez con Chávez, en desesperado esfuerzo por igualarse en estatura política y moral a esa Águila que jamás se ocupó de cazar moscas.
El Comandante, que como seguramente lo hará Nicolás Maduro, respondió imperturbable a su necia insistencia diciendo: “A mi me daría vergüenza una cosa de esa, porque allí lo que hay es la nada,” es decir, “el no ser, la carencia absoluta de todo ser.”
Por que el lobo, así se cubra con piel de oveja para devorar el rebaño y los pastores que lo cuidan, esa caterva de masoquistas, esquizofrénicos, ofensores, mentirosos y plagiarios de la MUD y su candidato Henrique Capriles Radonsky jamás podrán adueñarse de Venezuela.
Porque allí está Nicolás Maduro, el escogido para impedir su siniestros planes de entregar la patria a la voracidad del imperio yanqui y derrotarlos el 14-4 como lo ordenó el Comandante al pueblo, que es el mismo Chávez, su líder de ayer, de hoy, de siempre.
Hernán Mena Cifuentes
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