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jueves, enero 31, 2013

El arte liberó el vuelo en las manos creadoras de Joel Pacheco


Artista plástico Joel Pacheco Cuello


Caracas , 31 Ene. AVN.- Los pájaros que adornan sus creaciones son la expresión más viva de la libertad que siempre anheló Joel Pacheco Cuello y que le han permitido adueñarse de mundos artísticos escapados de cualquier duda impregnada de realidad. Él añoraba ser libre y el arte pintó esa palabra en sus manos para procrear piezas que justifican el sentido de su vida.

Nacido en Barquisimeto, capital del estado Lara, un julio de 1955, el hombre se toma un momento para recordar los cimientos de la palabra que sella todo lo que hace con sus manos.

“Por cuestiones de la vida yo tuve una infección en los nervios y eso me paralizó el cuerpo cuando estaba niño. Yo empecé a dibujar pájaros porque quería mi libertad. Yo me representaba como un pájaro encerrado y desde ahí ese fue el tema de mi trabajo dibujístico”, rememora el guaro.

De pequeño se inició con el dibujo y con el tiempo evolucionó hasta pasar por los óleos, las esculturas y las intervenciones con materiales reciclables. Aunque permanece intacta su pasión por las aves, otro elemento se añadió a sus deseos de libertad: el cuidado del hogar representado por el nido en sus obras.

Aunque se siente consolidado como artista plástico integral, la humildad lo acompaña y le recuerda que sus principios fueron un “desastre”: “Yo dibujaba unos paisajes horribles, sin perspectivas, volumen ni estética. Después que me vine a Caracas adquirí las herramientas necesarias para hacer carrera profesional”, confiesa.

Así, rodeado de maestros como Luis Domingo Salazar, Carlos Prada y Argenis Madrid, el aprendiz del arte estudió en el Pedagógico de Caracas, en los años en que el metro comenzaba a ser una realidad y la capital se agitaba entre el rápido transitar y el movimiento ágil de autobuses.

“Yo añoraba la tranquilidad de Barquisimeto, la libertad de andar por las calles a plenitud, el calor de la región, la solidaridad de su gente. Los años en Caracas para mí fueron terribles porque por primera vez salía de mi pueblo. No fue fácil”, describe Pacheco.

Pese al anhelo del terruño, el joven conoció a otros artistas que lo introdujeron en movimientos plásticos, en talleres y en jornadas de creación que para el estudiante fueron fuente de inspiración y motivo de aprendizaje. No en vano afirma que la capital “me dio todo a nivel de formación”.

Con su título como docente en arte, el egresado retornó a su primer cobijo y allí levantó su hogar en una montañita apartada del congestionamiento urbano. En el sector El Roble, en la vía hacia El Manzano, se unieron Joel, su esposa y sus tres hijas en un hogar rodeado por la nostálgica naturaleza.

En 1993, anexo a su casa, construyó su taller, al que bautizó como “Nido Azul” y donde ha producido la decena de obras que componen su repertorio. Hace pocos años decidió abrir el recinto a la comunidad y desarrollar una labor social que compromete cada vez más su rol como artista.

“Es necesaria la relación entre el artista y la comunidad porque el artista es un ser social que debe comunicarse con su entorno para descubrir sus talentos y sus elementos ocultos”, asoma.

A este rol se le agrega su dedicación a la docencia, que abona hace unos años desde la cátedra de Dibujo Avanzado en la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado, en Barquisimeto.

Al hablar de sí mismo se define como “padre, educador y artista integral”. Al hablar del arte en su país apunta que “es momento de apertura. Ahora la gente de la provincia tiene la oportunidad de mostrar sus cuadros en museos. Los artistas trabajan con las comunidades y han dejado de ser tan individualistas; antes nos decían 'tienes que pintar para vender', ahora trabajamos por amor, dedicación y ganas de educar a la gente”, advierte.

Su más reciente trabajo, La vida atrapada en un sueño, se puede apreciar en la muestra Na'guará. Arte Contemporáneo de Lara, abierta hasta abril de este año en el Museo Alejandro Otero, ubicado en el Complejo Cultural La Rinconada.





AVN

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