por Jesse Chacón
Una política pública es la expresión formalizada de la voluntad del gobierno. Es la mediación entre un proyecto de sociedad y estado con la acción específica de un gobierno.
Sin embargo, más que un flujo de decisiones y acciones o una directriz que señala un gobierno, las políticas públicas dan cuenta del grado de control efectivo que tiene el gobernante sobre las instituciones y la sociedad que gobierna, igualmente las políticas públicas señalan la dirección que sigue un gobernante al ejercer su facultad de gobernar.
En relación a las políticas públicas, vamos a encontrar diversos enfoques e ideas sobre qué entender por política pública, cómo desarrollar su trazado y el control de su gestión.
Los conceptos sobre políticas públicas se mueven entre la definición de las políticas públicas como grandes macro lineamientos y quienes las conciben como respuestas puntuales y específicas a las demandas sociales.
Algunas líneas de análisis sobre políticas públicas son:
i. Los análisis de la formación racional, que privilegian la capacidad de las autoridades para predecir y para utilizar los fines y los medios más adecuados a sus propósitos.
ii. Los análisis de la interacción social, que privilegian la comunicación como forma clave de interacción entre los ciudadanos y el gobierno en la formación de políticas.
iii. Los análisis de la formación transaccional, que consideran que no existe racionalidad plena y que en su lugar la experiencia, el ajuste continuo de ensayo-error, ocupan el lugar principal en la elaboración de las políticas.
iv. Los análisis del trazado integral, que combinan la formación y el análisis de las políticas como recurso para articular los distintos actores y sectores responsables de las políticas.
Todos los enfoques o análisis parten de supuestos como:
• Se supone que el estado cubre a toda la nación y está en todo el territorio y que los principios y valores institucionales son conocidos, aceptados y practicados por todos los ciudadanos.
• Se supone que en las organizaciones públicas el poder es descentralizado, que existe una plena identidad entre los objetivos de los funcionarios y los objetivos de la organización, y que los dirigentes tienen toda la autonomía para asignar los recursos y orientar las organizaciones en la dirección deseada.
La mayoría de las veces, los anteriores supuestos no se cumplen en su totalidad y mucho menos en sociedades como las latinoamericanas y la venezolana en particular, donde el avance del proyecto de revolución aun no logra transformar la inercia del aparato de estado en prácticas eficaces y eficientes de gestión pública.
Pero las políticas públicas, su trazado y el control de su gestión, no se dan en el vacío, por el contrario están íntimamente ligadas al tipo de cultura política y de aparataje institucional existente, es decir, el tipo de régimen político. Esto impone condiciones e impactos en la elaboración de las políticas públicas.
Existen diferencias de elaboración de políticas entre los países con regímenes sólidos y estables y los países con regímenes frágiles o en proceso de consolidación.
De lo anterior se pueden valorar tres tipos de países según su régimen político :
i. Países de Régimen Tipo I. Cobertura del Estado sobre la nación y el territorio. Plena institucionalización del orden. La estabilidad en la función estatal conduce siempre a la estabilidad de la función gubernamental. (Estados unidos, Alemania, Francia, Suiza, Suecia)
ii. Países de Régimen Tipo II. Países en donde, a pesar que el Estado tiene pleno control territorial, la existencia de fisuras en el orden institucional, o la existencia de nuevos órdenes políticos en consolidación, configura una situación en que la estabilidad estatal no siempre conduce a la estabilidad gubernamental, es el caso de Venezuela, donde el nuevo orden revolucionario, busca una ruta para fortalecer un aparataje institucional coherente con el proyecto de transformación, situación mucho más compleja cuando se ha enfrentado una estrategia desestabilizadora desde la derecha golpista, que desafía permanentemente la institucionalización del nuevo orden.
iii. Países de Régimen Tipo III. Países en donde la incapacidad del Estado para cubrir todo el territorio o para lograr la institucionalización del orden, configuran una situación en la que la inestabilidad estatal siempre conduce a la inestabilidad gubernamental. La fragilidad política e institucional le impide mantener la unidad del poder político y la unidad de acción de sus instituciones, un ejemplo típico es la sociedad colombiana.
Según el tipo de régimen político, encontraremos el grado de autonomía que tienen los gobernantes para estructurar sus políticas. Es decir, la gestión pública está en relación directa con el grado de unidad del poder político institucionalizado.
La particularidad del tiempo político venezolano, sumado a los rasgos de la cultura política heredada, configuran una serie de nudos críticos, que desafían cualquier intento racional de trazado y control de gestión de las políticas públicas. Dentro de estos nudos críticos encontramos:
- Rigidez e inercia en los procesos.
- Incapacidad para partir, en el trazado de las políticas, desde la consulta directa con el grupo de interés, priva el trazado tecnocrático, antes que el político.
- Una mirada de la evaluación y el control de gestión como riesgo y castigo, no como aprendizaje y comunicación política sobre los logros.
- Subsiste una cultura autoritaria en los flujos del poder y la comunicación dentro de las instancias de la gestión pública, el director que grita, que no se comunica, que todo lo quiere “para ya” sin racionalidad de soporte, es un menú cotidiano en las oficinas públicas.
- Los funcionarios eluden responsabilidades a través de métodos poco ortodoxos.
- Un alto número de funcionariado ve al estado como botín, no como servicio público.
- Validación social del atajo y del “por debajo”.
Tales nudos críticos afectan la gestión eficaz y eficiente de las políticas públicas. Es importante el desarrollo de sistemas racionales y reglados de planificación y control de gestión, pero es necesario también abatir estos nudos críticos.
En Venezuela, hemos avanzado en la construcción de un sistema de planificación articulado a los planes de desarrollo y a los planes operativos anuales de inversión (POAI), el problema está en la real coherencia entre estos dos instrumentos, se supone que el plan estratégico contiene los proyectos Estructurantes y el Plan Operativo Anual los desarrolla en clave operativa, sin embargo, en junio de cada año encontramos a los tecno- burócratas sentados inventando proyectos desde la racionalidad de canalizar el presupuesto.
El POAI, no surge del diálogo participativo con las comunidades territoriales, ciudadanas o de expertos, surge desde una lógica de enclave que se auto reproduce.
Lo importante es que el debate se coloca cada día más en el centro de la agenda pública, toda la inteligencia social nacional de hoy, busca rutas de transformación en esta importante esfera de la sociedad.
Pero no lo lograremos sin balancear el conjunto social hacia un protagonismo cada vez más ascendente de los diversos actores sociales, hoy más que nunca la gestión pública debe realizarse desde formas de actuar comunicativa, antes que de influjo unilateral y tecnocrático.
De nuevo, el sujeto popular está llamado a ser protagónico en un diálogo abierto con el saber técnico para encontrar las alternativas.
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