Por: Roberto Malaver |
Un San Nicolás se acerca a la mesa y ríe: “Jo, jo, jo”, y luego sigue su marcha, pero en el camino se encuentra con Cinthya Machado Zuloaga que viene hacia donde yo la estoy esperando, y el San Nicolás se arrodilla, se le declara y ella sigue avanzando mostrando su escultural cuerpo y su elegante sonrisa a todos los que se vuelven a verla en el Centro San Ignacio.
El San Nicolás queda tirado de amor en el suelo y Cinthya llega hasta la mesa, le doy un beso y toma asiento.
El mesonero vuela hacia la mesa y coloca la botellita de agua Evian al lado de Cinthya, el café negro lo deja con desgano en cualquier lado. “Bellísima, como siempre, señorita, la navidad se hace linda cuando usted llega hasta aquí”. Este mesonero ni respeta ni pierde tiempo. Y dice Cinthya: “Los zamuros de la oposición siguen con sus miserias, pero esos ya no cambian, primero se cura un cáncer que curar a un miserable”. Dice esa frase tan maravillosa y no se da cuenta de la gran verdad que acaba de decir. Toma un poco de agua y sigue: “Hay navidad por todas partes. Hay unas cosas que llaman Mercal, según he visto por tu canal de televisión, donde reparten y reparten perniles y la gente está comiendo hallacas en la Plaza Bolívar y ahora más que nunca he visto navidad por todas partes. Antes solo la celebrábamos en grande nosotros; ahora parece que ustedes democratizaron la navidad, ¿a cómo está el kilo de navidad?”
El San Nicolás que había quedado tirado de amor en el suelo se acerca a la mesa, pero Cinthya lo ignora. En el Centro San Ignacio, la navidad cuelga por todas partes. Hay más de seis San Nicolás que se toman fotos con los niños y se ríen y se tocan la barriga y sacan de sus sacos caramelos y se los reparten a los niños y “esta es una navidad falsa, hecha solo para hacer dinero; en cambio, la navidad de ustedes, los marginales, es una navidad más solidaria, más humana, más espiritual, en cambio, a veces me pregunto cómo será la navidad de una familia que desea que se muera una persona, debe ser bien triste esa navidad, y entre nosotros hay algunos de esos miserables que hablan de navidad y celebran la muerte”, dice Cinthya, y se queda mirando al San Nicolás que no se cansa de hacerle morisquetas a la mujer más bella del mundo.
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