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miércoles, noviembre 21, 2012

En Cata danza una de las diabladas más antiguas de Venezuela

por Sonia Contreras




Caracas, 21 Nov. AVN.- La manifestación de los diablos danzantes de Cata, en el estado Aragua, posee algunas características que la distinguen de las demás: es una de las más antiguas y no permite que las mujeres bailen, quizá porque la hermandades en sus inicios fueron de exclusivo dominio masculino y posiblemente por lo fuerte de la jornada del día de Corpus Christi, en la que se danza casi 12 horas continuas.

Algunos cronistas y viajeros registraron bailes en esta zona del estado Aragua a principios del siglo XVII, lo que indica que esta es una de las diabladas con más años de existencia.

El presidente de la Cofradía Nacional Diablos Danzantes de Venezuela, Antulio Pacheco, al explicar los orígenes de la tradición cuenta que esta manifestación "fue una manera de someter al catolicismo a los negros y esclavos, y en un principio fue impuesta, luego nosotros le agregamos nuestras propias costumbres".

Describe que esta fiesta pagana llegó a Venezuela a través de los europeos. "Se danzó por primera vez en Coro. Melchor Machado, en 1595, hizo una danza en Caracas, pero cuando lo vieron los curas no les gustó y por eso enviaron el baile al interior del país".

Esta es una tradición que incorpora elementos de la venezolanidad debido a que a la "imposición católica" el pueblo practicante le sumó, de la cultura afrodescendiente, los tambores y de sus raíces indígenas, las maracas.

Cata, donde se celebra esta manifestación, es una bahía ubicada en la costa del estado Aragua. En esa entidad también se encuentran las cofradías de Ocumare, Chuao, Cuyagua y Turiamo.

Diablos de Cata

Pacheco cuenta que a los 12 años, luego de hacer una promesa por la enfermedad de un hermano, se consagró a la "Hermandad de Diablos", y dice entre risas que le "salieron canas bailando".

"Es rito, fiesta, devoción y baile", dice Pacheco al hablar sobre el significado de esta tradición para su cofradía, que está compuesta por 70 diablos activos y tienen más de 12 años de existencia.

La hermandad danza dos veces al año, el jueves de Corpus, que es invariable según la tradición y "un día festivo que escogemos entre todos, mejor si es puente, para que la gente pueda trasladarse a la fiesta y le quede un día de descanso", señala.

La fiesta de catarsis conjuga la magia con la religión. La idea es alejar al diablo del pueblo todo el año, soltándolo un día para que desate el baile, la comida, la música, la fiesta y sobre todo la fe.

Para ser diablo danzante se requiere haber hecho la primera comunión, tener 12 años como mínimo, ser religioso, hacer una promesa al Santísimo Sacramento por trabajo, familia o enfermedad.

Vestuario

El color del traje es libre, lo escoge el danzante. Puede ser floreado o estampado. Pacheco considera que "lo importante es que el patrón se mantenga, es tipo Luis XV con medias y alpargatas".

La vestimenta va acompañada de una capa y de un pañuelo blanco en la mano izquierda, que recubre un escapulario.

Las máscaras, a diferencia de otras usadas por los diablos danzantes, tienen cachos pequeños, y pueden estar elaboradas en cuero, papel maché o malla de alambre.

"Las cintas de las mascaras son adornos, pero también están benditas y se usan para pasárselas a la gente por el cuerpo y las zonas que estén enfermas al momento de hacerles bendiciones en el recorrido que hacemos en Corpus Christi", explica.

Las maracas son un adorno musical que sirve para llevar el ritmo del baile, y los cencerros, que son unas grandes campanas como las que se le ponen a los animales, anuncian la llegada de un diablo de Cata.

Para él, las campanas y cencerros "deben estar porque eso espanta al maligno", y dice que los niños juegan a diablos y así van aprendiendo.

El día de Corpus Christi, el acto se hace en la iglesia de Cata, con un ritual previo a la danza que se llevará a cabo durante todo el día.

"Se baila cruzado siempre, de lado a lado, uno por arriba, uno por debajo y para rendirnos nos tiramos en el suelo", expresa Pacheco, quien es el único diablo de su casa.

Ensaya con la hermanad un mes continuo, esto lo hacen en la noche, "para ponernos en forma y para enseñarle la coreografía a los muchachos que vienen, porque el que se equivoque en los pasos del baile, lleva rejo".

Si un diablo se extravía, el perrero o el capataz lo rescata "a punta de rejo", debe hincarse ante al capataz mayor y pedirle perdón, de ahí que se hable del "diablo suelto".

Cata espera, junto con las otras 10 cofradías del país, el veredicto de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés) que de respuesta a una solicitud hecha por ellos para nombrar la tradición como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.








Sonia Contreras AVN

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