por Edgar Ramírez
Península de La Guajira, Dic. AVN.- Según la narración mítica de los wayuu, el origen del universo y de la propia humanidad se debe a que Juya (dios de la lluvia) durante una larga caminata se encontró a Mma (diosa de la tierra) y se enamoró de ella. Para preñarla, Juya diluvió con mucha fuerza y envió su canto Juka pula juka (rayo) para penetrarla. Allí empezó todo.
Sin embargo, las inundaciones producto de los torrenciales aguaceros caídos sobre la región zuliana (parroquia Guajira, E.S Rubio y Sinamaica, principalmente) hacen pensar a cualquiera, sobre todo si es alijuna (persona no wayuu), que el acto sexual de la lluvia sobre la tierra debe cesar un poco. Afortunadamente, parece que Juya se retiró cansado porque desde el pasado viernes no derrama su esencia en la zona.
A pesar de esto, continúan como en el primer día las labores de censado, reubicación, mantenimiento, control y asignación de viviendas para las personas afectadas. Protección Civil, la alcaldía Indígena Bolivariana Guajira, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y otros ministerios trabajan para mantener en refugios a los desplazados por el temporal.
Los damnificados de esta zona, de clima seco y vegetación xerófila similar a la de las costas de Falcón, no perdieron sus casas por completo, sino que debieron desocuparlas temporalmente porque los niveles de agua alcanzaron, hace 15 días, hasta 50 centímetros (este fin de semana estaba en 30 cm según constató AVN durante un recorrido por la zona). Hay un alto contraste en el paisaje durante la temporada de invierno (noviembre y diciembre) en la cual se inunda por completo, el resto del año que es de clima muy seco.
Los damnificados, luego de recoger y poner fuera del alcance de las aguas los pocos electrodomésticos y muebles que poseen, se dirigieron a uno de los 29 refugios habilitados. La zona de Los Filúdos, a unos 100 kilómetros al norte de la ciudad de Maracaibo, cuenta con energía eléctrica y agua potable (servicios inhabilitados temporalmente por las inundaciones) y carecen del servicio de aguas servidas y recolección de basura.
Para el día sábado la situación se había estabilizado y fueron contabilizadas, en el subsector La Guajira, 350 familias afectadas (1.734 personas); en E.S Rubio, 143 familias (613 personas) y en Sinamaica, 126 familias (547 personas), lo que da un total de 2.894 personas (en su mayoría del pueblo indígena wayuu).
Sin embargo, hay casi mil indígenas que no han querido abandonar sus hogares por temor a los saqueos y además, para darle comida a sus animales (en su mayoría gallinas y perros). Cindi Castillo, madre de seis hijos (es muy frecuente entre los wayuu tener una amplia familia), dijo que no puede irse de su hogar porque hay mucho "bandido" que aprovecha la situación. Ella lo sabe muy bien porque el año pasado le robaron las pocas pertenencias que tenía.
En el sector Los Filúos, al norte del estado Zulia y a pocos kilómetros de la frontera con Colombia, Zuleida Paz, asegura que hay elementos que deben tomarse en cuenta, como el de algunos wayuu que prefieren resguardarse en casa de algún familiar; por tal motivo es necesario indicarles que para recibir una nueva vivienda deben permanecer en un refugio donde puedan ser censados, como lo establece la Ley Especial de Refugios Dignos (18 de enero de 2011).
Juya portentoso y rebelde
Junto a varios habitantes de la zona, se realizó un recorrido por Los Filúos. El traslado fue a bordo de una balsa muy precaria hecha de tablas de madera amarradas a cuatro bidones de plástico (de 20 litros usados para transportar gasolina). Estos ofrecían el soporte para que la precaria embarcación llevara a tres personas. Desde hace dos semanas este medio es usado por la comunidad para transportar alimentos y a los adultos mayores. Los más jóvenes, y aquellos en condiciones físicas aptas, salen al pueblo a nado o transitando de memoria las zonas más altas para mojarse "sólo hasta las rodillas" .
Carlos Gómez, morador del sector, quien en el pasado fuera un soldado de las Fuerza Armanda Nacional Bolivariana (FANB), explicaba la situación e iba casa por casa para mostrar la realidad de sus vecinos. Como la mayoría de los pobladores del lugar es bilingüe (habla wayuunaiki y español). Este guía mantenía el recorrido por las calles que nunca no podían apreciarse debido a la magnitud de la inundación. El agua se levantaba 30 centímetros en las zonas más bajas, llegando incluso a los dos metros de profundidad en otras.
Entre preguntas y respuestas, los pobladores desnudaban su verdad: La Guajira tiene la mayor cantidad de caños que desembocan a la laguna y en algunas partes está bajo el nivel del mar. Esto, además de la presencia anual de Juya que el año anterior fue mucho más rebelde y portentoso. "La vez pasada (diciembre de 2010) se desbordó la presa de Manuelote (superó la cota de 52 metros) y hubo unas nueve mil personas que tuvieron que irse a los refugios", dijo Marta Rodríguez, vocera del Consejo Comunal de Los Filúos.
De regreso a la orilla para finalizar el recorrido, Gómez sacó una botella plástica con un líquido transparente, sorbió un gran trago y la ofreció a los presentes mientras contaba que el Chirrinchi (bebida elaborada en un alambique artesanal a base de panela) le daba fuerza para llevar a las personas de un lado a otro.
La situación por la que atraviesan los wayuu que aún están en sus casas inundadas, además de las 2.968 personas que se encuentran transitoriamente en los 29 refugios dispuestos en La Guajira, es dificultosa. Grandes esfuerzos lleva adelante el Gobierno Nacional con la articulación de la Gran Misión Vivienda Venezuela, el Ministerio del Poder Popular para los Pueblos Indígenas y la alcaldía Indígena Bolivariana Guajira para resolver este problema.
Vale la pena recordar al poeta wayuu, José Fernández Wuliana, quien en su libro Lenguaje del Sol (editado por Monte Ávila Editores Latinoamericana) describe el Canto de A'yajuui: "Cuando truena Juya, rojo intenso se pone el agua de la casimba y no hay verano que la seque. ¿Qué agua perenne tendría la comarca de los wayuu?".
Edgar Ramírez AVN
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