Los soldados gozarán de total inmunidad ante justicia centroamericana
21 Julio 2010 La Voz De San Joaquin/ Fuente: CO-Pag. Rebelión.Org
Es una amenaza directa para Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador, advierte el politólogo argentino Atilio Borón en un artículo publicado en Rebelión. La probabilidad de que las tropas estadounidenses salgan de territorio costarricence a finales de este año y retornen a sus cuarteles “es prácticamente cero”
El imperio prepara una aventura militar de proporciones globales
Con el pretexto de fortalecer la lucha contra el narcotráfico, el pasado 1 de Julio la Asamblea Legislativa de Costa Rica autorizó el ingreso a ese país de 46 buques de guerra de la Armada de los Estados Unidos, 200 helicópteros y aviones de combate, y 7.000 marines. Al igual que lo establecido en el tratado Barack Obama-Álvaro Uribe mediante el cual Colombia cede inicialmente el uso de siete bases militares a Estados Unidos, “el personal militar de este país gozará de total inmunidad” ante la justicia de Costa Rica, advirtió el politólogo argentino Atilio Borón en un artículo publicado en la página web http://www.rebelion.org/.
Esto implica que los soldados de EE UU “podrán entrar y salir de Costa Rica a su entera voluntad, circular por todo el territorio nacional vistiendo sus uniformes y portando sus pertrechos y armamentos de combate”, alerta el analista.
El desembarco de los marines en Costa Rica, recalca, tiene por objetivo reforzar la dominación estadounidense en la región, “derrocar por diversos métodos a los gobiernos considerados “enemigos” (Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador), debilitar aún más a los vacilantes y ambivalentes gobiernos de “centro-izquierda” y fortalecer a la derecha que se ha hecho fuerte en el litoral del Pacífico (Chile, Perú, Colombia, Panamá, Costa Rica, Honduras y México)”. Así, el imperio reordenaría su patio trasero a fin de tener “las manos libres y la retaguardia asegurada para salir a reafirmar la prepotencia imperial guerreando en otras latitudes”.
¿BLACKHAWKS PARA COMBATIR EL NARCOTRÁFICO?
Con esta decisión “la soberanía de Costa Rica no sólo es humillada sino que llega a los límites del ridículo para un país que, en 1948, abolió sus fuerzas armadas y que, en gran medida gracias a eso, pudo desarrollar una política social de avanzada en el deprimente contexto regional centroamericano porque el gendarme oligárquico había sido desbandado”.
Borón detalla que se permite el ingreso de pequeños navíos, pero también, de embarcaciones “como el portaaviones de última generación MakinIsland, botado en agosto del 2006 y dotado de capacidad para albergar a 102 oficiales y 1.449 marines, pudiendo transportar 42 helicópteros CH-46, cinco aviones AV-8B Harrier y seis helicópteros Blackhawks”.
Además, el Congreso “extiende su permiso para naves como el USS Freedom, botado en el 2008, con capacidad para combatir a submarinos e internarse en aguas poco profundas”. También autoriza el ingreso “de otros navíos, tipo catamarán, un buque hospital y vehículos varios de reconocimiento con capacidad para transportarse tanto por mar como por tierra. Armamentos y pertrechos que, en síntesis, de poco y nada sirvan para combatir al narcotráfico, en el dudoso caso de que esa sea la voluntad de los ocupantes. Es más que evidente que su objetivo es otro”.
PREPARATIVOS PARA UNA AVENTURA MILITAR
El imperio, advierte Borón, avanza en la militarización de la región y en los preparativos para una aventura militar de proporciones globales.
“Si la agresión a Irán finalmente llegara a consumarse, como autorizarían a pronosticar los aprontamientos vistos en estos últimos días”, la gravísima situación internacional resultante “impulsaría a los Estados Unidos a procurar garantizar a cualquier precio el control absoluto y sin fisuras de lo que sus estrategas geopolíticos denominan la gran isla americana, un enorme continente que se extiende desde Alaska a Tierra del Fuego, separado tanto de la masa terrestre eurasiática como de África y que según ellos desempeña un papel fundamental para la seguridad nacional estadounidense”.
A su juicio, esa es la razón de fondo “por la cual se ha venido produciendo, preventivamente, la desorbitada militarización de la política exterior estadounidense”. Es ridículo, agrega, “que se pretenda convencer a nuestros pueblos de que la veintena de bases militares establecidas en Centro y Sudamérica y en el Caribe, a las que ahora se suma el desembarco en Costa Rica, y la activación de la Cuarta Flota tienen por objetivo combatir al narcotráfico”.
EL NEGOCIO DEL NARCOTRÁFICO
El uso del pretexto del narcotráfico es usado de rutina por Estados Unidos para penetrar en las naciones del continente, señala Borón.
“No obstante, conspira contra la credibilidad de este argumento el hecho que sean precisamente los países caracterizados por una fuerte presencia militar de Estados Unidos quienes sobresalen por su producción y comercialización de narcóticos”, enfatiza Atilio Borón.
“Tal como quedó demostrado en El Lado Oscuro del Imperio. La Violación de los Derechos Humanos por Estados Unidos, fuentes inobjetables de las Naciones Unidas (la Oficina de la ONU contra la Droga y el Crimen) demuestran con estadísticas abrumadoras que desde que las tropas de Estados Unidos se instalaron en Afganistán se produjeron grandes avances en la producción y exportación de opio y la fabricación de heroína, a la vez que en Colombia la presencia estadounidense no fue óbice (sino todo lo contrario) para que se registrase una notable expansión de los cultivos de coca”.
Al analista argentino no lo sorprende la actitud de Estados Unidos, que por un lado se apropia del derecho a combatir el tráfico de drogas a escala mundial, y por otro, “demuestra una incapacidad tan asombrosa como sospechosa para hacer lo propio dentro de sus fronteras, desde desmontar las redes que vinculan a las mafias del narco con las autoridades, las policías y los jueces locales y estatales que hacen posible el negocio de la droga hasta implementar una campaña mínimamente significativa para contener la adicción y recuperar a los adictos”.
LLAMATIVO EL SILENCIO DE LA PRENSA
El politólogo llama la atención sobre “la multiplicidad de versiones encontradas” sobre este hecho, y destaca “el silencio de la prensa de Estados Unidos sobre el tema y la ausencia de cualquier referencia explícita a esta autorización en los boletines de prensa diarios de los departamentos de Estado y de Defensa, todo lo cual alimenta la sospecha de que fue la Casa Blanca la que tomó la iniciativa favorablemente acogida por el Congreso costarricense y para la cual exigió la mayor discreción”.
A Costa Rica se le dijo que la crisis en México había forzado a los carteles de la droga “a modificar sus rutas tradicionales de aproximación e ingreso a Estados Unidos y que para desbaratar esa maniobra era preciso garantizar el despliegue de un sólido contingente de fuerzas militares en el istmo centroamericano, condición sine qua non para librar una efectiva batalla en contra del narcotráfico”.
Tal como era previsible, la presidenta costarricense, Laura Chinchilla, muy vinculada con la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, “brindó todo su apoyo y el de sus parlamentarios para responder obedientemente a la requisitoria de Washington”. Los acontecimientos están en pleno desarrollo.
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