Con mayoría en la asamblea nacional
Niko Schvarz
La victoria alcanzada por Rafael Correa y Alianza País en las elecciones del domingo 17 fue arrasadora, contundente, histórica. Nunca se vio algo igual en Ecuador y quizá tenga escasos precedentes en el mundo. El binomio integrado por Rafael Correa y Jorge Glass, que gobernará hasta 2017, superó con holgura la mayoría absoluta de los votos, duplicó con creces a su inmediato seguidor Guillermo Lasso, el banquero del Opus Dei, y superó aproximadamente en quince puntos a la suma de todos los demás siete candidatos juntos. Una verdadera paliza.
Las cifras oficiales difundidas por el Consejo Nacional Electoral en la madrugada del lunes daban 56,7% a Correa, 23,3% a Lasso, 6,6% al ex presidente Lucio Gutiérrez y 4% al candidato independiente Mauricio Rodas, un ex funcionario de la CEPAL. En porcentajes inferiores se ubicaban Álvaro Noboa (el magnate bananero, la mayor fortuna del país, aspirante por quinta vez a la presidencia), Alberto Acosta (ex ministro del gobierno de Correa, ahora en la denominada Coordinadora Plurinacional de las Izquierdas), Norman Wray (también ex aliado del gobierno) y el pastor evangélico Nelson Zavala. En la celebración jubilosa y multitudinaria en la Plaza Central, frente al Palacio Carondelet, Correa aseguró que Alianza País había alcanzado también la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, el Parlamento unicameral de 137 miembros. Actualmente tiene la mayor representación parlamentaria (59 congresistas), pero no alcanza la mayoría absoluta
Correa ganó por primera vez las elecciones de noviembre 2006, asumió en enero 2007 y luego fue reelecto en abril 2009, en comicios anticipados tras la promulgación de una nueva Constitución, elaborada por una Asamblea Constituyente y plebiscitada por la ciudadanía. Ahora obtuvo diez puntos más que en esa última instancia y se consagró sin discusión en el primer turno. Esto lo señaló en el mitin público, en que destacó la significación de la victoria para la causa de la integración regional y latinoamericana, en una visión de conjunto de los cambios que se están produciendo en el continente. Expresó: “A esta revolución no la para nadie. Estamos construyendo la patria chica, Ecuador, y la patria grande, nuestra América”. Y más adelante: “Tenemos que consolidar los procesos revolucionarios que se están dando en América Latina”. Esta es una idea base de Correa, ampliamente fundamentada, y unida a la defensa de la independencia y la soberanía nacional, de lo que fue clara expresión la decisión de retirar la base militar norteamericana de Manta, sobre el Pacífico.
Agregó un concepto que también fundamentó su obra de gobierno y la campaña electoral: “Aquí ya no mandan la partidocracia, ni la bancocracia, ni los medios de comunicación, ni el Fondo Monetario Internacional”. Resaltó el papel nefasto desempeñado por la banca y también por los medios de comunicación, que alentaron y defendieron el intento golpista y el secuestro del presidente el 30 de setiembre de 2010. Dijo que estos poderes fácticos fueron los grandes derrotados en la elección, y respecto a la “gran prensa” (que calificó de mercantilista y corrupta), adelantó que el gobierno volverá a impulsar el proyecto de ley de Comunicación que está trabado en la Asamblea Nacional desde el año 2009.
El gran desafío para los próximos cuatro años, señaló asimismo, es “hacer irreversible el cambio”, en particular en lo referente a la lucha contra la pobreza, por lo cual “seguiremos con las políticas sociales, apuntando a un crecimiento económico con eficiencia”. Este ha sido uno de los éxitos indiscutibles de los años de gobierno de Correa. Todos los índices señalan avances sensibles en materia de reducción de la pobreza (que antes alcanzaba niveles del 40%, y hoy 1.9 millones de ecuatorianos reciben el bono de desarrollo humano); de la atención a la salud, con la construcción de nuevos hospitales, instauración de un sistema integral de la atención a la tercera edad, a los niños y a los discapacitados, de reducción sensible de la mortalidad infantil, todo ello con el criterio de que la salud es la base del “buen vivir”; de la mejora en la educación pública a todos los niveles, desde la primaria a la superior, con asistencia asegurada de los niños a la escuela (en un porcentaje de 95,4%), de eliminación de la matrícula, de la dotación de libros y alimentos, de salarios docentes para los educadores, de un amplio sistema de becas y creación de centros de investigación, en la perspectiva de la revolución del conocimiento. Junto a ello, los planes para el retorno de los migrantes (particularmente desde España) que ya ha dado lugar al regreso de más de 50 mil ecuatorianos que habían abandonado al país.
Otra realización mayor de los gobiernos de Correa ha sido la renegociación de los contratos petroleros con las compañías extranjeras, que ha revertido de manera radical la ecuación imperante bajo los gobiernos anteriores: ahora, el 80% queda en manos del país y el 20% para las empresas. Con el agregado de que se proyecta la construcción de una gran refinería del Pacífico, porque la paradoja actual es que Ecuador, poseedor de una gran riqueza petrolera, tiene que importar el combustible refinado. Este es otro de los grandes objetivos inmediatos, junto a la diversificación de la matriz energética y el desarrollo de la energía eólica y la hidroeléctrica, habiendo ya varias usinas hidroeléctricas proyectadas.
El conjunto de estas políticas es lo que explica la votación abrumadora a favor de Correa y de la “revolución ciudadana”. Por añadidura, más de 300 observadores de todos los continentes certificaron su absoluta limpidez y la eficacia de los mecanismos técnicos que garantizaron el respeto absoluto de la voluntad del elector. Esto fue atestiguado por todos los observadores, entre ellos en lugar destacado nuestro compatriota Wilfredo Penco, de la Corte Electoral. Pudimos apreciar también –gracias a TELESUR, que nos permitió vivir esta elección como si estuviéramos en la geografía ecuatoriana- que se facilitó el transporte para que votaran los discapacitados, e incluso para que en algunos casos se pudiera sufragar a domicilio. Elecciones que, además, permitieron la expresión de la voluntad de todos los ecuatorianos residentes en el exterior y (de manera facultativa) de jóvenes de 16 a 18 años, de militares y policías y de presos sin condena. Un ejemplo en todo sentido.
Publicación Barómetro 21-02-13
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