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lunes, noviembre 26, 2012

Thanksgiven Day y Black Friday, rostros del capitalismo salvaje

por Hernán Mena Cifuentes


Caracas, Nov. 26 AVN (Por Hernán Mena Cifuentes) Este lunes, y tras un largo “puente” de fin de semana, millones de estadounidenses regresaron a la rutina diaria tras celebrar el jueves el Thanksgiven Day o Día de Acción de Gracias y realizar al día siguiente, el Black Friday o Viernes Negro, masivas compras de ofertas navideñas, tradiciones estas, impuestas por el stablishment al pueblo.

Son dos eventos que festejan cada año como si se tratase de miembros de una secta satánica que acuden a un gran templo a rendir culto a la mentira de la distorsión histórica y a la manipulación de conducta a que son sometidos como borregos obedientes del Capitalismo que los maneja a su voluntad y capricho..

Y es que ese sistema y su modelo neoliberal, requieren como condición sine qua non para poder sobrevivir, mantenerlos engañados con el pretexto de “las guerras necesarias” y de conquista y el desbordado consumismo, perversidades que hacen posible su existencia.

Nada más ilustrativo que el Día de Acción de Gracias y el Viernes Negro para entender cómo el Stablishment ha logrado imponerle a ese pueblo una falacia histórica tan grande y un comportamiento o estilo de vida tan negativo hasta convertirlo en fiel y ciego esclavo seguidor de su diabólico proyecto de dominación mundial.

El Thanksgiven Day fue el primero de esos eventos que, haciendo uso de la mentira se utilizó para justificar tan siniestros objetivos. Su origen, se remonta al siglo XVII, con la llegada de los “pilgrims” o peregrinos, los “puritanos” a la costa nordeste de Norteamérica, en Massachusets, uno de los estados que conforman la nación que es hoy Estados Unidos.

En noviembre de 1620 arribaron a sus costas, a bordo del Mayflower poco más de un centenar de hombres, mujeres, niños y ancianos integrantes de varias familias procedentes de Inglaterra con creencias religiosas opuestas a la del Anglicanismo imperante en su patria, con la idea de fundar allí un pueblo donde se profesara la religión que ellos practicaban.

Como lo hicieron en época de invierno, debieron soportar hambre, frío y una epidemia que diezmó la mitad de la comunidad recién fundada. A los que sobrevivieron los salvó del hambre el pueblo originario que habitaba esa tierra, alimentándoles con peces que arponeaban en los ríos, con la carne de los animales que cazaban en el bosque, abrigándolos con sus pieles y curando el flagelo con hierbas, raíces y hojas cuyo secreto medicinal solo ellos conocían.

Aquel pueblo generosos les enseñó a cultivar la tierra, a cazar y a pescar, a abrigarse del frío y tratar las enfermedades, y tuvieron tanto éxito que al año de su llegada cosecharon abundante siembra.

De allí surgió el mito creado por sus gobernantes, de que, agradecidos, los Pilgrims invitaron a una cena a sus salvadores a la que habría asistidos los caciques de la tribu y otros invitados, lo cual no ocurrió sino años mas tarde cuando se empezó a dar ese tipo de celebraciones al fin de cada cosecha.

Pero sucedió que llegaron nuevos colonizadores para quienes el territorio era insuficiente para albergar a todos, y empezaron a adueñarse de la tierra de los indígenas, que para conservarla debieron defenderla de la codicia de los invasores que los despojaban de sus tierras y disputaban la caza y la pesca al pueblo originario.

Y como no podían vencerlo, una noche, pocos días después de haber celebrado el Día de Acción de Gracias, rodearon la aldea de la tribu de los pequots y la incendiaron mientras sus ocupantes dormían, siendo ese cobarde y vil crimen el primero de los miles de genocidios que los gobernantes yanquis han perpetrado a lo largo de la historia hasta nuestros días.

William Bradford uno de los colonos puritanos describió con frialdad y sadismo inusitado, detalles del cobarde y vil ataque realizado por el Capitán John Mason y sus tropas contra los moradores de la dormida aldea.

“Aquellos que escaparon del incendio fueron muertos, algunos destazados y otros atravesados por las bayonetas, de tal modo que los despacharon rápidamente y pocos escaparon. Se supone que masacraron a unos 400 en esa ocasión.”

“Era una visión de miedo verlos freírse en el fuego y, al mismo tiempo, observar cómo se coagulaban los ríos de sangre: era horrible el hedor. Pero la victoria parecía un dulce sacrificio y dieron gracias a Dios, que había tejido todo tan maravillosamente para ellos, que pudieron atrapar a sus enemigos en sus manos y lograr una victoria tan súbita sobre un enemigo tan insultante y orgulloso.”

Y a medida que los invasores avanzaban fundando nuevos pueblos, que por la llegada de otros miles más, proliferaron de tal manera que ocuparon el territorio que abarcaba desde Nueva Escocia hasta La Florida como posesiones coloniales inglesas. No fue hasta finales del Siglo XVIII que se independizaron para formar lo que hoy son los Estados Unidos de América.

Pero sus gobernantes siguieron los mismos sanguinarios pasos de los primeros invasores, y sedientos de ambición y de codicia, decidieron extender por el resto del vasto territorio estadounidense. Avanzaron hacia el Oeste, para asesinar a decenas de miles de los indígenas que poblaban esas feraces tierras y hacerlas suyas.

Y como tampoco pudieron vencerlos por la fuerza de las armas, decidieron matarlos por hambre, y lo lograron matando a centenares de miles de búfalos que les proveían de carne para su alimento y de la piel para construir sus chozas y protegerse del frío.

A los pocos que sobrevivieron al exterminio, los encerraron como a sus descendientes en campos de concentración llamados “Reservaciones indias,” donde los auténticos dueños de esas tierras viven hoy prisioneros en medio del hambre, la miseria y los vicios que introdujeron en su medio los conquistadores.

Los historiadores del Stablishment se encargaron de borrar de la memoria colectiva del pueblo estadounidense el horrible genocidio. En escuelas, liceos y universidades del país, se enseña que colonos e indígenas convivían en paz y compartían tierra y alimentos.

Se les ocultó la macabra historia del exterminio y en las clases de historia solo le hablan de la gratitud de sus antepasados, los colonos, divulgada por los Mass Media, que han hecho del Thanksgiven Day un cuento de hadas, siendo muy pocos los saben de la masacre, uno de los genocidios mas grandes de la historia.

Para ello se inventó el Día de Acción de Gracias o Thanksgiven Day, para entretener al pueblo con la cena del pavo horneado y el sabor dulce del postre de pastel de arándano que le acompaña en esa fiesta de agradecimiento que jamás se dio. No se dio, pues en ningún momento existió en el corazón de los pilgrims puritanos sentimiento alguno de gratitud hacia quienes salvaron sus vidas, y en cambio les persiguieron y mataron par adueñarse de sus tierras.

De la misma manera han seguido engañándolo con la otra falacia creada por los padres fundadores sustentada en el Destino Manifiesto, presunto derecho divino que se arrogaron para invadir y sojuzgar pueblos más allá de sus fronteras con el pretexto de liberarlos de de la esclavitud y la barbarie, cuando son ellos los verdaderos bárbaros y esclavistas.

Y así fue cómo se lanzaron, primero sobre México, y luego sobre las islas del Caribe, sobre Centro y Sudamérica, enviando a sus cañoneras repletas de marines e imponiendo sanguinarios dictadores y obedientes pseudo democracias para sojuzgarlos y saquear su ingente riqueza, mientras sus cómplices recibían como pago a su traición, la limosna de parte del botín robado.

Debieron transcurrir siglo y medio para que ese escenario de oprobio cambiara, al surgir, primero la Revolución cubana liderada por Fidel, y cuatro décadas después de ésta, la Revolución Bolivariana comandada por Chávez.

A ese proceso inédito y pacífico le siguieron las victorias electorales de Evo en Brasil, de Kirchner en Argentina, de Evo en Bolivia, de Daniel en Nicaragua, de Correa en Ecuador, de Zelaya en Honduras, (lamentablemente traicionada) y la de Pepe en Uruguay, gobernantes que de la mano de sus pueblos están cambiando a través de la integración el mapa político, económico y social de la región rescatando con ello el sueño de Bolívar.

Pero la compulsiva adicción a la conquista de los gobernantes yanquis no tiene cura, y acompañada de la mentira siempre anda en busca de nuevos horizontes para aplacar su insaciable sed de dominio.Y los encontraron en Los Balcanes, Asia Central y Medio Oriente, invadiendo Yugoeslavia, Afganistán, Iraq y Libia.

Y la inmensa mayoría del pueblo estadounidense, crédulo e ingenuo, al igual que cree que esas agresiones las realiza EEUU para liberar a esos pueblos, sigue aferrado a la mentira de la farsa del Thanksgiven Day que inventaron para ellos sus gobernantes.

Por eso es que el viernes pasado, mientras millones de sus ciudadanos festejaban en sus hogares, otros millones arrostraron los peligros de las tempestades, del frío, de la nieve que cubría las carreteras y los cielos nublados. Viajaron cientos o miles de kilómetros por tierra o aire para visitar y celebrar con sus familiares que residen lejos de ellos, la fiesta del Día de Acción de Gracias.

Y el presidente Obama, como lo han hecho en los últimos 68 años los demás mandatarios yanquis, en vergonzoso acto de cinismo e hipocresía, “indultó” a los dos pavos que estaban destinados a ser el plato principal de su cena familiar del Thanksgiven Day en la Casa Blanca.

Y el mundo se pregunta: ¿Por qué, si perdonó la vida a esas aves, no retira las tropas de su ejército y de la OTAN, de las naciones que hoy invaden? Si lo hiciera, salvaría de una muerte casi segura a millones de personas expuestas a perecer como otros millones que han muerto, victimas de las bombas y misiles que día y noche en lanzan sus “drones asesinos”, sus tanques y cañones.

Pero, además de la distorsión que el sistema hace de la historia para mantener mentalmente dominado a su pueblo y hacerle creer que sus crímenes son actos de justicia, está la perversa manipulación de la conducta que transforma a sus ingenuos ciudadanos en virtuales robots humanos manejados a su voluntad al igual que esos ingenios electrónicos.

Para lograr su objetivo, cuenta las siniestras técnicas del marketing y la publicidad que, pese a la resistencia que a veces opone el individuo, logran convencerlo través de su mensaje, unas veces directo otras subliminal, el cual hace de las sociedades donde rige el Capitalismo a convertirse en esclavas del consumismo desbordado que, como la mentira es la otra razón que para existir necesita el sistema.

Y sus víctimas preferidas es el pueblo estadounidenses, cuyos hijos desde que nacen y hasta que mueren, viven atados al yugo del consumismo extremo que les hace comprar, como hipnotizados, poseídos por un deseo irresistible, las cosas más superfluas e inútiles.

Y esa costumbre adictiva volvieron a practicarla ahora, como cumpliendo un ritual de adoración al Dios del Consumismo, millones de estadounidenses, que no esperaron el viernes, sino que la misma noche del jueves dejaron abandonado sobre la mesa tendida y sin probar siquiera un bocado, el pavo del Thanskgiven Day para cumplir con el rito del Black Friday.

Triste actitud la asumida por esa pobre gente, que dejaron una tradición que, aún cuando sustentada en la mentira, lo hicieron para cumplir con otra igualmente perversa, por ser impuesta por el consumismo que los destruye. Les esperaba a las puertas de los grandes almacenes de Nueva York, San Francisco y demás urbes del país para rendirle pleitesía en su día: el Black Friday” o “Viernes Negro.”

Fue un tsunami humano el que se desbordó hasta las puertas de esas tiendas, abiertas de par en par horas antes de la medianoche del jueves, para dar cabida a los millones de adictos que hacían kilométricas “colas” esperando a que se abrieran.

Lastimoso espectáculo ese, que refleja el total dominio que ejerce el consumismo sobre la sociedad yanqui que, aun cuando padece los rigores de una de las más agudas crisis política, económica, financiera y moral de su historia, se convierte en tonto útil de tan malvada práctica . Que se deja arrastrar por la adicción que la domina, a gastar lo poco que aun tiene de dinero para hacer las tradicionales compras navideñas, incluyendo cosas superfluas e inútiles.

Ignoran que el dinero que gastaron en esas compras además de beneficiar a los dueños de comercios, ha contribuido a engrosar las insaciables arcas de las grandes corporaciones de Wall Street, los amos del poder, entre quienes figuran los banqueros. Los que arruinaron con sus estafas la economía del país, y a los que el gobierno yanqui, su títere, recompensó por su crimen inyectándoles dólares de los impuestos pagados por el pueblo.

Pero esas ganancias circunstanciales, están muy lejos de lograr la recuperación económica que tanto empresarios como millones de desempleados estadounidense ansían. Sueñan con el “milagro” que devuelva a EEUU la perdida riqueza que amasaron y que consumieron viviendo en medio de la opulencia, del enorme botín, producto del robo de los recursos de los pueblos que saquearon.

Y es que “la justicia, -como dijo Horacio- aunque anda cojeando, rara vez deja de alcanzar al criminal en su carrera”, y lo hizo a 4 siglos de haber exterminado a un pueblo originario para robarle sus tierras y riquezas, crimen que hoy están pagando con el caos de la crisis que los hunde.

Esto sucede pese a que sus gobernantes tratan evitarlo con la única fórmula que han usado cuando se produce una de las cíclicas crisis del Capitalismo, que es desatando nuevas guerras, pero hoy son tantas, que carecen de recursos materiales y razones ético-morales que no pueden hacerlo, por lo que el naufragio del perverso sistema parece inevitable en el mediano plazo.

De allí que para salvarlo, no es suficiente seguir asesinando pueblos ni continuar con la distorsión que hacen de la historia ocultando la verdad, ni seguir manipulando la conducta de sus gobernados, convirtiéndolos en adictos a la compra de cosas inútiles.

Ese pueblo ingenuo que cada año celebra la farsa del Thanksgiven Day, y que muchos interrumpen abandonando sobre la mesa el pavo servido en la mesa, para lanzarse en estampida a celebrar ese satánico rito en honor al Dios del consumismo que es el Black Friday o Viernes Negro, pero mucho menos negro que los objetivos del Capitalismo y que la conciencia de quienes crearon esos mitos.

Hernán Mena Cifuentes AVN

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