Chavez en la web

viernes, noviembre 02, 2012

Las mil muertes y mil y una vidas de Fidel Castro

por Hernán Mena Cifuentes
Los gobernantes yanquis y el exilio cubano padecen desde hace tiempo del “Sindrome Fidel”, generado por la derrota moral, traducida en frustración, de ver vivo al líder de la Revolución cubana a pesar de los miles de fracasados atentados que para asesinarlo planificaron durante medio siglo.

Y como un “escape” a su frustración, corroídas por el odio visceral que sienten hacia él, inventan toda clase de mentiras que aseguran que está gravemente enfermo y al borde del sepulcro o que ha muerto. Pero Fidel sigue con vida, lo que agrava aún más su mal, y como remedio, se aplican los “paños calientes” del rumor que incesantemente esparcen por los medios mercenarios.

El hecho de que en las últimas semanas Fidel dejara de escribir sus Reflexiones; recibir la visita de personalidades; hacer alguna declaración o aparecer en público, bastó para que los profetas del desastre y de su muerte, lanzaran una vez más a los cuatro vientos sus viles rumores y agoreras predicciones.

“Fidel Castro está gravemente enfermo”, “Fidel agoniza”, “Fidel Castro murió”, fueron algunos de los titulares de la prensa mercenaria del Imperio que hicieron salir de los albañales y cloacas a los roedores con rostro humano que pululan en Miami. Se desbordaron por la calles de la ciudad, su guarida de años, para cantar victoria, gritando y haciendo sonar las bocinas de sus autos.

Son los mismos que envían a sus sicarios a asesinar periodistas que no comparten sus ruines ideales; a destruir un avión en pleno vuelo con jóvenes esgrimistas a bordo; a dinamitar un barco surto en puerto, a quemar cañaverales; a lanzar plagas sobre ciudades para enfermar al pueblo, y sobre el campo, para arruinar cultivos con el fin matar de hambre al pueblo; a tratar de volar el paraninfo de una universidad para matar a Fidel y a cientos de estudiantes.

Los que colocan un “bozal de arepa” a un deportista por admirar a Fidel y a Chávez; a los artistas internacionales por haber dado conciertos en “La Isla de la Libertad” y vetar a académicos y literatos por viajar a la ínsula para dictar conferencias en centros científicos y culturales.

Los que apoyan y aplauden a su amo yanqui por mantener el criminal bloqueo yanqui a Cuba, el más largo de la historia, condenado en nombre de la Humanidad por la ONU, por los Países No Alineados, el ALBA, UNASUR y por centenares de personalidades y organizaciones defensoras de los DDHHH.

Pero, la semana pasada, también en Caracas y otras ciudades de América Latina y el Caribe, se hizo sentir el efecto de esa plaga de odio visceral hacia Fidel. La prensa escrita, radio y televisión, asalariados del Imperio, lanzaron centenares de mensajes de júbilo, informando sobre el “grave mal” y hasta “la muerte” del comandante revolucionario.


Sin embargo, su alegría se desvaneció como sal entre los dedos de la mano, disuelta por el agua del desencanto que provocó en ellos y en su amo imperial, la respuesta contundente del líder de la Revolución cubana, anunciando que estaba vivo y sano.

En la mas reciente de sus Reflexiones, publicada hace una semana, irónicamente titulada “Habla Fidel: Fidel Castro está agonizando,” el revolucionario les demostró que está muy vivo y en excelente estado de salud.

No fue sólo una prueba escrita, sino además gráfica, ya que el artículo estaba acompañada de una serie de fotografías que lo mostraban muy activo trabajando en un campo de cultivo y a su lado, un ejemplar del diario Granma en su edición del mismo día.

Pero, si para esos enfermos de odio, deseosos de venganza, signo inequívoco de su miseria humana, la “prueba de vida” presentada por Fidel fue causa de gran decepción, para el resto del mundo es la inmensa mayoría de los habitantes del planeta, fue todo lo contrario.

Para los miles de millones de seres verdaderamente humanos que admiran a ese símbolo viviente de la Revolución mundial, los que sueñan con la Utopía de un “Mundo posible” el saber que Fidel está vivo, fue motivo de auténtica alegría.

“!Aves de mal agüero!” No recuerdo ni siquiera, qué es un dolor de cabeza; mentiras e insólitas estupideces” fueron algunos de los calificativos que el Comandante otorgó en el artículo a los perversos rumores que daban cuenta de su supuesta enfermedad o muerte.

Criticó especialmente al fascista diario español ABC, que días antes publicó las declaraciones de un presunto médico venezolano quien habría asegurado que “Fidel había sufrido una embolia masiva en la arteria cerebral derecha. Puedo decir, que no vamos a volver a verlo públicamente; está muy cercano al estado neurovegetativo”, habría dicho el supuesto galeno.

Pero las fotos dicen todo lo contrario: lo muestran con un estampa vigorosa, poco usual para un hombre de 86 años que debió someterse hace seis años a una delicada cirugía para superar la aguda enfermedad que aquejaba.

Fue entonces cuando renunció, primero a la presidencia de la República y más tarde a la dirección del Partido Comunista Cubano, cargos que fueron ocupados por su hermano menor, Raúl Castro.

Mas el odio y saña incrustados en la mente de sus enemigos, que no aceptan el hecho de que esté vivo y saludable, es tan grande, que el editorialista de un diario venezolano, otrora bastión del periodismo revolucionario que le imprimió su director y dueño, ya fallecido, y que dejó de serlo para convertirse en servil pasquín asalariado del Imperio y la oligarquía, duda de la saludable imagen que el comandante presenta en las fotos.

El escrito deja entrever que la imagen de Fidel que en la foto habría sido favorecida gracias a los “refinadísimos recursos del retoque fotográfico.” Y es que cualquier argumento sirve a esos agentes de la sucursal criolla de la gusanera mayamera, para aumentar la dosis del veneno de su miseria humana en sus lectores.

En el artículo, el líder revolucionario señala que, “aunque muchas personas en el mundo son engañadas por los órganos de información casi todos en manos de los privilegiados y ricos que publican estas estupideces,los pueblos creen cada día menos en ellas.”

La denuncia la hace el líder de un proceso que ha sufrido en carne propia, como todas las revoluciones que buscan la liberación de los pueblos, los embates de ese tipo de guerra de Cuarta Generación. La que EUU lanza por el mundo utilizando, en vez de soldados, periodistas que se prestan como cómplices de ese crimen de guerra dejando a un lado normas y principios éticos de la profesión.

Pero Fidel no solo ha vencido al Imperio y a sus secuaces, los contra, en esa inmoral contienda, sino que además los derrotó en la guerra de falsos rumores que insiste en verlo enfermo o muerto, lo mismo que en la demencial conjura desatada para asesinarlo mediante ese vil y cobarde acto del Magnicidio.

Y es que es tan amplio el macabro el expediente que registra las veces que los sicarios al servicio de Washington atentaron contra su vida, que su número figura en el Libro de Records de Guinnes, que se pierde en el lapso del medio siglo cuando se empezó a planificar su muerte, junto con el deambular de la mentira que asegura con perversa frecuencia y alegría, que ha muerto.

La primera vez que “murió” el líder revolucionario fue mientras combatía en la Sierra maestra. Lo “mató” Fulgencio Batista, al anunciar que Fidel había perecido en combate contra su ejército de asesinos.

Pero meses más tarde “volvió a la vida”, cuando, en medio de esa selva fue entrevistado por Herbert Matthews, corresponsal del New York Times, entrevista que es considerada como una de las más famosas en la historia del periodismo.

“Fidel Castro, el líder rebelde de la juventud cubana, escribió Matthew al comienzo de la interviú- está vivo y peleando con éxito en la intrincada Sierra Maestra, en el extremo sur de la isla.”

Con el tiempo, se desataría una cadena de noticias falsas según las cuales Fidel había muerto como resultado de intentos reales de magnicidio ordenados por ocho presidentes de EEUU, y de los rumores falsos divulgados por la “gusanera mayamera” a través de los medios asalariados del Imperio.

Eissenhower fue el primero de esos mandatarios que dio a la CIA, la orden de perpetrar los primeros 38 atentados contra su vida . Le siguieron John F. Kennedy que autorizó 42, Johnson, 72, Nixon, 184, Carter 64, Reagan 197, Bush padre16 y Clinton 21.

Y como estos fracasaron, en la desesperación de su furia asesina, recurrieron a las bandas gansteriles yanquis, aprovechando el deseo de venganzas que esos criminales sentían por la Revolución Cubana, que los desalojó de esa inmenso prostíbulo en que habían convertido a Cuba con sus burdeles y casinos.

Una flota de aviones provenientes de Miami, aterrizaba los fines de semana en La Habana con miles de clientes para esas casas de prostitución, que dejaban millones de dólares de ganancia a sus dueños, hasta que Fidel puso fin a su inmoral negocio.

Y también contrataron a la mafia de la gusanera mayamera, esa legión de “viudas” de la dictadura batistera, narcotraficantes, explotadores terratenientes urbanos y rurales, proxenetas y asesinos que huyeron a EEUU, muchos de ellos para escapar de la justicia Revolucionaria.

A esa caterva de delincuentes se sumaron algunos de sus descendientes, jóvenes que fueron llevados por sus progenitores en EEUU, pero que heredaron de sus padre con alma de mercenarios que se desborda en odio contra Fidel y la Revolución cubana desde las curules que han conquistado en el Congreso de EEUU.

Y para matar al líder revolucionario, se armaron de una pastilla de cianuro, disuelta en un batido de chocolate; de un cigarro habano, con un explosivo en su interior; de un bolígrafo-jeringa envenado; de una bazuca y de una mini-pistola oculta dentro de una cámara fotográfica; de un francotirador oculto desde una ventana, y de otros instrumentos letales.

Pero, cuando llegó el momento de asesinarlo, les invadió el pánico, y abandonaron la macabra misión que les había sido ordenada. Es tan grande el respeto que impone la figura del líder revolucionario, que hasta los más grandes criminales tiemblan y se posan arrepentidos ante ese monumento vivo de la gloria.

Fueron solo algunos de los 638 fallidos intentos de magnicidio planificados contra Fidel Castro que jamás cristalizaron. Un número sin precedentes de atentados fallidos en la historia del mundo, una siniestra conspiración que a lo largo de 54 años, entre 1953 y 2007, buscó acabar con la vida del gran líder revolucionario.

Y hoy, de todo esa sórdida historia de intentos de magnicidio y de las “mentiras e insólitas estupideces” que son los falsos rumores que aseguran que ha fallecido, sólo queda el recuerdo de su fracaso junto con la frustración de los desalmados que en un momento desearon y aun hoy siguen anhelando su muerte.

Porque el líder revolucionario, “El hombre que nadie pudo matar”, como dice el titulo del reportaje de un destacado periodista que describe todos los intentos de magnicidio de que fue objeto como a sus autores, se yergue desafiante, dispuesto a seguir luchando durante el tiempo que aún le resta de su gloriosa vida contra las inequidades, injusticias, guerras y demás plagas sociales.

Sigue en pos del sueño de convivencia, armonía y total paz que solo el Socialismo podrá hacer realidad una vez desaparecido el Capitalismo que ha hecho del mundo un escenario de violencia, destrucción y muerte con sus guerras.

Un globo envenenado por el desenfrenado consumismo, razón de ser de ese brutal sistema, por cuya culpa la tierra corre el riesgo de convertirse en un planeta sin ningún vestigio de vida, vagando eternamente por el cosmos.

Pero los pueblos se han levantado en rebelión contra ese infame sistema, como ocurrió en América Latina y el Caribe, donde hace 14 años, en Venezuela, el Comandante Chávez esgrimió los estandartes de la Revolución Bolivariana junto con la del Socialismo del Siglo XXI a las que, esperanzados se abrazaron para seguirlo de la mano de sus líderes otros pueblos, en busca de la Utopía de un Mundo Posible.

Entre el triunfo de la Revolución cubana y la victoria electoral de Chávez, habían transcurrido 40 años; medio siglo de la cadena de frustrados atentados que procuraban asesinarlo y seis décadas de haberse desatado la espiral de falsos rumores sobre sus enfermedad o muerte. Pero Fidel, “El hombre que nadie pudo matar”, el de “las Mil muertes y Mil y una vidas”, vive aún y sigue luchando por su pueblo y por los pueblos oprimidos del mundo.

Hernán Mena Cifuentes AVN

No hay comentarios:

Publicar un comentario