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lunes, mayo 12, 2014

Jacinto Convit, el venezolano que devolvió sus derechos a los enfermos de lepra


Foto archivo

Caracas, 12 May. AVN.- A la humanidad convertida en ciencia de uno de los venezolanos más importantes del siglo XX, reconocido por su incansable labor científica, se suma el hecho de haber devuelto los derechos humanos a quienes padecían lo que hasta 1987 era una enfermedad incurable: la lepra. Ese fue Jacinto Convit, un ilustre criollo que encontró en el saber científico y en la medicina amplios aportes para la salud de los pueblos del mundo. Hoy, al conocerse su partida, millones de venezolanos lo recuerdan como uno de los más grandes.

Y es que encontrar la vacuna contra la lepra formó parte de sus logros científicos, pues ésta había sido una enfermedad históricamente incurable, vergonzosa y estigmatizada, desde por lo menos dos mil años antes de Cristo.

El amplio camino que recorrió Convit para hallar la cura a esta enfermedad comenzó en 1938, cuando tenía apenas 24 años de edad, momento en el cual fue motivado por su amor a los pacientes de lepra, a quienes no abandonó nunca.

"Los enfermos eran aislados a la fuerza, legalmente, pero a la fuerza. Era lo que se llamaba aislamiento compulsorio, donde el paciente e inclusive los familiares sufrían la presión de las autoridades sanitarias", había señalado el médico en una oportunidad.

Algunos pacientes de lepra, alrededor de 1.200, se encontraban en la leprosería, una inmensa casona construida en 1906 durante el gobierno de Cipriano Castro. A este lugar llegaban los pacientes que eran capturados por el sólo hecho de sospechar que padecían esta enfermedad y la mayoría eran despreciados incluso por sus familiares.

En reiteradas entrevistas, Convit repudió acciones como estas y, en su condición de médico al servicio de los pueblos y de los más humildes, nunca vio con desprecio a los pacientes de lepra o de ninguna otra enfermedad.

Convit sabía que era fundamental encontrar una solución, por ello viajó a Brasil en 1945, donde intercambió información con los estudiosos de la materia. Allí había unos 22.000 enfermos de lepra, también con múltiples problemas.

A su regreso, fue nombrado médico director de las Leproserías Nacionales, cargo que desempeñó hasta 1946. Ese mismo año fue designado médico director de los Servicios Antileprosos Nacionales y, desde julio de 1946, médico jefe de la División de Lepra, cargo en el que le correspondía organizar toda la red nacional de lucha contra la lepra, reseñan fuentes históricas.

Así, el camino por descubrir la vacuna fue llegando y luego de 49 años de un ir y venir por diversos países, Convit encontró la cura a esta enfermedad, la misma que apartó a miles de venezolanos y a millones de ciudadanos del mundo de sus derechos humanos.

El doctor que jamás ejerció la medicina privada

Este reconocido venezolano, que jamás ejerció la medicina privada por considerarla contraria a su carácter, también se dedicó a atacar la leishmaniasis, enfermedad cuyas manifestaciones clínicas van desde úlceras cutáneas que cicatrizan espontáneamente, hasta formas con inflamación severa de hígado y bazo.

"Desarrollamos una vacuna compuesta con el parásito de la leishmaniasis, que es la leishmania. El tratamiento se hacía, entonces, con los antimonales pentavalentes, que son medicamentos muy caros. Preparamos esa vacuna y le economizamos al país dos millones de dólares por año", había destacado el reconocido científico.

El doctor Convit, como muchos lo recuerdan, nació el 11 de septiembre de 1913 en la parroquia caraqueña La Pastora. En 1932 ingresó en la Escuela de Medicina de la Universidad Central de Venezuela (UCV), de donde egresó con el título de Doctor en Ciencias Médicas.

A lo largo de su vida, este influyente venezolano ofreció grandes aportes al conocimiento de enfermedades infecciosas. Por ello, en el ámbito mundial fue voz de diversas instituciones y asociaciones médicas, como la Sociedad Venezolana de Dermatología y Venereología, la Sociedad Venezolana de Alergología, la Sociedad Venezolana de Salud Pública y el Instituto de Biomedicina de Caracas.

Convit, quien por su descubrimiento de la cura a la lepra y la leishmania recibió en 1988 una nominación al Premio Nobel de Medicina, había dicho el año pasado que no se preocupaba por obtener este galardón, pero sí por encontrar la cura al cáncer.

Este médico, que deja su legado a millones de venezolanos, es recordado por sus aportes a la investigación científica, incluso por defender la medicina pública y gratuita, así como por su incentivo al conocimiento científico.

"Hay que estudiar e investigar mucho y hay que pensar bastante. Debemos evitar que la medicina se convierta en un campo sólo de dinero, y no olvidar que es también una profesión humanista", expresaba.

"Somos médicos para cumplir una misión, no para crear dinero con el dolor ajeno", es otra frase de Convit que seguramente quedará en el imaginario de muchos y que también invitará a otros a sumarse al estudio y a la lucha incansable por una sociedad más humana.

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