18 ENERO 2012 tomado de cuba debate
Por Ailyn Martín Pastrana
En Cuba crecemos leyendo la obra martiana. Cada uno de nosotros atesora su propia versión de Los zapaticos de rosa, Versos sencillos o Abdala, por lo que un nuevo acercamiento a la obra de José Martísiempre suscita curiosidad y polémica.
Después de la personalísima visión de El Apóstol que nos presentó Fernando Pérez en su largometrajeJosé Martí, el ojo del canario (2010), abordar cualquier arista relacionada supone un reto doble. Pero como dice el refrán: “de los cobardes no se ha escrito nada” y ya es una realidad Abdala, el regreso de los señores de Xibalbá (2012); una versión animada de la obra literaria dirigida por Adrián López, quien además es fundador de los estudios Anima -Estudios de Animación ICAIC, Holguín-. Como el título del audiovisual lo indica, esta es una relectura del texto original donde se entrelazan épica y fantasía.
Según ha declarado su director, le “obsesionan los temas que tienen que ver con el origen de la raza humana, su cultura y su antigüedad. Trabajo especialmente para los jóvenes porque es en esa edad en la que se inicia el interés por esos temas.”
Diseñador gráfico devenido en realizador audiovisual, Adrián López se define como martiano y amante de la ciencia ficción. Con la premisa de mostrar una estética diferente, alejada de los localismos que imperan en el audiovisual cubano, apuesta por los temas universales y defiende que “los jóvenes de hoy necesitan más fantasía”.
La obra de Martí…
Entre mis primeras lecturas estuvo Versos sencillos y La Edad de Oro. Luego descubrí al otro Martí: al filósofo, y me fascinó su constante búsqueda de la verdad, su constante cuestionamiento a la sociedad. Su obra es universal, no es localista.
Cuando decidí incursionar en el mundo de la realización me propuse hacer adaptaciones literarias -la razón es muy sencilla: yo no soy Tolkien ni Umberto Eco-. Entonces, tomé Adbala, redimensioné conflictos, batallas, enemigos -los señores de Xibalbá-, y agregué profecía, mística… Lo armé como un esquema semiótico.
Tenía muy clara la propuesta estética. Quería hacer algo totalmente diferente a lo que se hace en los Estudios de Animación. Lo que más temor me dio fue el guión, porque esa no es mi especialidad. En realidad lo que sucede es que no debes enamorarte de la película, y eso es muy difícil. Además, tenía el riesgo de pasarme porque también lo edité.
¿No temes a la crítica de los más ortodoxos hacia tu lectura de la obra original?
A los más ortodoxos les recomiendo que relean a Martí, porque si él no hubiera sido un revisionista no hubiera escrito Meñique, que no es más que una versión de la historia de David y Goliat.
Sobre Abdala y la cultura mesoamericana no se sabe en realidad qué pasó en ese momento, cómo vivían, cómo hablaban realmente. Los mayores misterios de la humanidad no están en Egipto, sino en América.
Ni Georges Lucas ni Spielberg nos van a contar nuestra historia. Y si lo hacen, será a su manera. Ellos son especialistas en eso. Imagínate que los Estados Unidos se tuvieron que inventar su propia cultura, porque es un país de emigrantes.
Nosotros ya tenemos incorporados sus paradigmas: Batman, Superman, etcétera, pero también debemos crear los nuestros. Es la hora de hacer cosas más pretenciosas. Elpidio Valdés tuvo su época, pero ¿cuál es el icono del dibujo animado ahora? Hay que reinventar el animado cubano.
En este mismo sentido, Abdala es solo el comienzo de una serie de quince capítulos…
Sí, ya estamos trabajando en el segundo capítulo: Caupolicán, el cual termina con la frase “toda la fama cabe en un grano de maíz”. Estamos preparando el guión. El tercero será Quetzalcóatl.
Los capítulos comparten los ambientes de la época mesoamericana y el personaje que se repite es Itzamná, una especie de sacerdote o sabio. La idea de la serie no es recrear una cultura específica, sino todas, porque lo importante es la historia. Creo que Abdala lo logra, desarrolla esa mística, motiva a los jóvenes a buscar más.
Actualmente se habla mucho de nuestro pasado africano pero se ignora un poco el indio. Esa cultura también nos define como nación. No se puede hacer nuestra historia separando la religión, el espiritismo, la tragedia, la mística y la violencia.
Abdala fue realizado en su totalidad en los Estudios Anima, en Holguín. ¿Cuáles fueron los principales retos de producir fuera de la capital?
Lo primero que tuve que hacer fue construir un estudio porque no existía antes. Además, organicé el primer Taller de Animación en la Escuela Nacional de Arte de Holguín. De ahí salieron los primeros trabajadores de Anima. En resumen, demostré que en provincia sí se puede hacer animación.
Creo que para hacer una producción de animados variada, tanto estética como temáticamente, es necesario que existan pequeños grupos creativos con distintas propuestas. Siguiendo la idea de los talleres que te comenté, están a punto de abrirse dos: uno en Puerto Padre y otro en Granma.
(Tomado de Cubacine)
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