jueves, 20 de noviembre de 2014
Dos meses después que EE.UU. comenzó a bombardear los yihadistas en Kobani, el destino de la ciudad fronteriza se ha convertido en la definición de la batalla contra el Estado islámico de Iraq y Al-Sham (ISIS) en su intento por contener sus fronteras y ambiciones. Para EE.UU., Kobani es una prueba pública fundamental de la estrategia del presidente Obama de la combinación de la fuerza aérea estadounidense con fuerzas de tierra locales; para el ISIS, es una prueba de su imagen de invencibilidad y una herramienta para el reclutamiento de yihadistas. Pero de todas las partes, la que tienen el mayor interés en Kobani son los kurdos, que ya no pueden ser considerados como una diáspora rebelde sin poder.
Los que han estado observando los enfrentamientos en Kobani y ataques aéreos de la coalición minuto a minuto insisten en que el equilibrio militar se ha vuelto decididamente contra el ISIS. Especialmente después de que se retiró de la colina Mishtanur, que domina a Kobani desde el Este, y desde que las Unidades de Protección Popular (YPG) avanzaron para controlar el camino que el ISIS utilizaba como su principal línea de abastecimiento desde Al-Raqqa, se hizo evidente que el equilibrio militar estaba a favor de los defensores de Kobani.
¿Por qué no Kobani tiene las armas para contrarrestar las armas pesadas del ISIS, en una geografía donde el acceso a tales armas no es tan difícil? ¿Y por qué el YPG termina llegando al punto de necesitar la ayuda de los EE.UU.? Desde 2012, tanto el YPG como el RGP han estado controlando las regiones en el Norte de Siria: el YPG había repelido con éxito los primeros ataques en 2012, luego una segunda ola de ataques organizada el AKP de Turquía. Sin embargo, el intento de Turquía de estrangular la zona de Rojava a manos de los grupos yihadistas apoyados por Ankara nunca desplazaron al YPG ni al Partido de la Unión Democrática (PYD), aparentemente dispuestos a negociar una alianza con el gobierno sirio. Pero cuando los yihadistas cercanos a Turquía comenzaron a ganarle al gobierno sirio, el YPG en la primavera de 2013 se retiró de Sheikh Maqsood -en Alepo- que estaba bajo su control y dejó a los grupos yihadistas, cuando se especulaba que Al-Assad sería derrocado el cualquier momento.
Esta tendencia kurda a negociar con los “ganadores” coyunturales, generó desconfianza en Rusia e Irán, que les podrían haber proporcionado armas. En 2014, el YPG no recibió armas, a diferencia de 2012 y 2013 durante los ataques yihadistas contra Rojava. La ayuda militar del 20 de octubre fue una consecuencia directa de la reunión entre Salih Muslim, co-jefe del PYD, y Daniel Rubienstein, enviado de EE.UU. para Siria. Inmediatamente después de esta fecha, Muslim fue al Gobierno Regional del Kurdistán iraquí y trató de negociar con el Consejo Nacional Kurdo en Siria, que está bajo el patrocinio de Barzani, y se organizaron futuras reuniones con Turquía –después del de los Peshmerga- ahora que los líderes kurdos perciben que EE.UU. tomó al movimiento kurdo en cuenta.
El asedio de Kobani ha tensado el proceso de paz entre el gobierno turco y el PKK. También encendió los enfrentamientos entre los diferentes grupos kurdos en Turquía, incluidos islamistas kurdos que siguen al legal Partido Causa Libre (Huda-Par) y a los kurdos más seculares cercanos al Partido Democrático de los Pueblos (HDP) –cercano al PKK-. Huda-Par en su mayoría está afiliado a la ex-Hezbollah kurda, organización armada ilegal que luchó contra el PKK en la década de 1990. En octubre, los desfavorecidos kurdos turcos en las barriadas de las grandes ciudades como Diyarbakir demostraron su indignación con el saqueo y la quema de las propiedades de turcos-kurdos de mejor posición económica. Estas protestas también pusieron de relieve las dimensiones socio-económicas, a menudo descuidadas en la paz intra-kurda, por lo que la construcción de la paz interna-kurda deberá surgir de la paz entre los grupos kurdos en la región.
La batalla de Kobani complica la posición de Turquía. Ankara considera a algunas de las facciones kurdas como terroristas que, en última instancia desestabilizarán a Turquía para crear un estado kurdo, y era por ello que para Erdogan resultaba cómodo ver a los separatistas kurdos enfrentándose a los yihadistas, ambos enemigos de Turquía. La reticencia de los rebeldes sirios a combatir en Kobani, ante la insistencia turca, se debe a que éstos ven como su principal enemigo al presidente Al-Assad.
Cerca de 250 combatientes ISIS permanecen en Kobani, concentrados en el sector Sureste de la ciudad, y se espera que los kurdos limpien en un par de meses a los yihadistas de la zona. Lo interesante de este fenómeno es que con un limitado apoyo aéreo de la coalición liderada por EE.UU., una milicia kurda formada por insurgentes comunistas kurdos y partidarios sirios, hizo retroceder al ISIS; se demostró que el apoyo aéreo con una fuerza terrestre motivada es posible derrotar al ISIS. Pero lo más trascendental es que la batalla de Kobani reforzó la identidad nacional de los kurdos regional y son los grandes ganadores. Incluso, salvaron a EE.UU.
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