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martes, marzo 05, 2013

Del paquetazo neoliberal al nuevo Estado de derecho y de justicia

DEBATEpor Jesse Chacón

DEL PAQUETAZO NEOLIBERAL AL NUEVO ESTADO SOCIAL, DE DERECHO Y JUSTICIA ((Jesse Chacòn-GISXXI)

Este 27 de febrero del 2013, ha traído de manera nítida y fresca a nuestra memoria, el significado de neoliberalismo, el cual no es otra cosa que el cierre de la igualdad como valor social y el abandono de la condición democrática, pasando sin recato a reprimir sanguinaria y tiránicamente a la población que resista.

El 27 de febrero de 1989, significó la ruptura del contrato social de 1961. El pueblo en desacato abrió un tiempo de revolución que vendría a ser el primer paso para la construcción de un nuevo pacto expresado en La Carta Magna de 1999, el cual tuvo como premisa fundamental la construcción de un Estado Democrático y Social de Derecho y de Justicia.

El 27-F el pueblo irrumpió contra el paquete de Carlos Andrés Pérez que correspondía al estado neoliberal sustentado en la Constitución de 1961, caracterizado fundamentalmente por el aumento de las tasas de interés, aumento del impuesto sobre el consumo, liberalización de precios, privatización de servicios públicos y flexibilización laboral.

El nuevo contrato social que emergió de la Constitución de 1999, validó la función del Estado como garante de los derechos económicos y sociales, los cuales se realizan desde el acceso a la alimentación, la salud y la educación.

Asimismo, implicó el desarrollo de una política económica de control de precios para proteger a la población de la especulación, revertir las privatizaciones de empresas de servicios públicos y asegurar los derechos de los trabajadores desde políticas de aumento salarial sustantivas y la creación de una ley del trabajo profundamente obrerista y garantista.

Los que hablan ahora de “paquetazo rojo”, ocultan que son ellos los actores de aquellos verdaderos paquetazos neoliberales, que son los verdugos que dispararon contra el pueblo el 27F.

Ya el año pasado quedó develada la intención de la MUD de destruir el papel regulador y protagónico del Estado, favoreciendo a los grandes monopolios, propiciar la autonomía del Banco Central de Venezuela, y pasarlas al control de las entidades financieras internacionales, tales como el Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional (FMI), buscaban volver a la liberación del precio de la gasolina, la liberación de precios en los productos básico, revisión de las tarifas de servicios públicos, aumento de tarifas del transporte público, revisión de la política petrolera, eliminación de los aportes a las misiones sociales y el desmontaje del aparataje laboral (LOTTT), entre otras medidas. ¡Eso si es un paquetazo!

Por el contrario, las recientes políticas económicas adoptadas por el gobierno, no representan un “paquetazo”, puesto que no hay congelación de salarios, privatización de empresas estatales, aumento de tarifas de servicios públicas ni liberación de precios.

De igual forma, el ajuste cambiario realizado este año por el Ejecutivo no puede ser considerado como una medida neoliberal por cuanto el producto del ajuste se destina a las inversiones sociales y al desarrollo productivo del país.

Al cumplirse esas premisas puede tratarse de una “medida que va a tener un impacto positivo”, si se acompaña por otras que protejan a los ciudadanos de la inflación y la especulación.

Sin embargo, la medida de la corrección cambiaria ha tenido un gran impacto emocional en algunos sectores medios de la población. ¿Por qué no eliminan el control cambiario?, gritan exasperados, mientras tanto compran en Miami sus cuatro Iphone 5, los cuales comprados a 700 dólares a tasa oficial le salen a un costo de 4.450 bolívares cada uno; pero ellos lo venderán a 16 mil bolívares cada uno, obteniendo por teléfono Bs. 11.450 y Bs. 45.800 de ganancia por los cuatro.

Estos sectores disfrutan la tasa cambiaria, la aprovechan para prácticas especulativas de las que se lucran; pero aborrecen al gobierno por mantenerla, mayor disociación no es posible.

Pero más allá de las pulsiones emocionales alrededor del tema, está la complejidad de cómo defender el precio de la moneda nacional en el marco de tres factores incidentes:
- Una estructura rentística que cada día muestra mayores complejidades de desestructuración.
- Una estrategia intencionada de fuga de capitales permanentes que desde mil laberintos tramposos logra realizar la burguesía financiera y comercial, con su consecuente presión sobre la demanda de divisas y su precio en el mercado paralelo.
- La hiriente y persistente tarea más política que económica de las calificadoras de riesgo, que sin consideraciones de tipo económico o de solvencia en nuestras reservas internacionales, dirige una y otra vez sus calificaciones a la baja, logrando depreciar el valor del Bolívar y de nuestros bonos.

Frente a estas grandes corrientes que juegan a la desestructuración de nuestra política monetaria, la Revolución Bolivariana ha construido una estrategia defensiva, la cual durante 10 años nos ha permitido manejar desde la política económica una referencia de cambio para la economía nacional.

Y no podría ser de otra manera, la vorágine de un cambio inasible que fluctúa varias veces por mes, ya lo vivimos en el escenario golpista del 2002, vivirlo de nuevo haría imposible el curso de la economía y junto al juego en gran escala de capitales golondrina que saldrían súbitamente con fines desestabilizadores, nos colocarían en una condición de saqueo súbito del conjunto de nuestras reservas.

La estrategia defensiva del control cambiario por el contrario y las devaluaciones programadas, nos han permitido manejar la cadencia de la economía nacional, dirigiéndola hacia la expansión del gasto social y la expansión en la protección de los derechos económicos y sociales.

Pero como toda estrategia defensiva, la devaluación que para cualquier país debería ser una estrategia ofensiva para desincentivar la importación y estimular la exportación, en la realidad venezolana, con un precario aparato productivo manufacturero no petrolero, la devaluación nos confina a la histórica relación perversa del precio del petróleo, presupuesto nacional y devaluación de la moneda para garantizar la continuidad del gasto.

¿Cómo retomar una ruta de ofensiva estratégica en la construcción del aparato productivo y del autoabastecimiento?, con toda seguridad requerimos una estrategia en el modelo de industrialización y activación productiva.

Hemos ido cayendo por inercia y falta de sistematicidad y modelos coherentes en nuestro esfuerzo, en los mismos errores que vivieron los procesos de sustitución de importaciones de América Latina en la década del 70, cuyos más visibles errores fueron:
- Ausencia de conciencia sobre las fuerzas y valores propios de las respectivas sociedades, se mantuvo la preeminencia de patrones culturales y de consumo foraneos, a la par que se despreciaron las capacidades nacionales propias.
- Dirección de la industrialización hacia sectores intensivos en divisas, la mayoría de sus insumos son importados.
- Los tejidos industriales desarrollados terminaron concentrando el uso de los recursos financieros en determinadas ramas industriales con elevadas capacidades ociosas y de producción, que absorbían fuerza de trabajo marginalmente.
- Tejidos industriales concentrados espacialmente, alineados con el exterior en la obtención de insumos y tecnología, no había esfuerzos nacionales de construcción de redes socio-productivas complementarias, terminaron reprimiendo a las pequeñas empresas.

Evaluarnos en este espejo es vital, repetimos que requerimos coherencia en el esfuerzo, para no hablar de cientificidad, es necesario identificar los sectores que sin ser intensivos en demanda de divisas podrían contribuir al arrastre del conjunto de la economía, como lo reclamara el presidente en años anteriores es imperioso elaborar el mapa de la mercancía, identificando que papel de desinsentivación de la industrialización cumple la hegemonía de la burguesía financiera y comercial; pero sin lugar a dudas requerimos repensar la alternativa estratégica de construir nuestro desarrollo nacional desde la pregunta vital por el alimento, el agua y la energía limpia y barata, en esta dirección repensar el sector agro alimentario y el gas son condiciones obligadas.

Hoy, más que nunca converge la tarea de activar el aparato productivo y desanclarnos de la lógica del capital, el momento exige mantener la política de defensiva económica, como lo señalamos anteriormente; pero también exige una nueva visión de cómo construir la materialidad social que seguirá garantizando la sociedad igualitaria que ahora somos.
Jesse Chacón

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